Películas magnetoactivas de fibroína de seda para la generación de tejido óseo

Cuaderno de Cultura Científica - Fri, 2020/08/14 - 11:59

Investigadores de la UPV/EHU, BCMaterials y de la Universidade do Minho (Portugal) han demostrado que la combinación de andamios biocompatibles formados por componentes de la seda y la estimulación de las células mediante magnetismo es un método válido para la generación de tejido óseo. “El objetivo último de esta línea de investigación sería poder generar tejidos que luego podrían ser implantados para curar enfermedades relacionadas con los huesos”, comenta José Luis Vilas Vilela, director del Departamento de Química Física de la UPV/EHU y uno de los autores de este estudio.

Sección transversal de un fémur

El nuevo material está formado por un andamio, o matriz, cuya base es uno de los principales componentes de la seda, la fibroína, un material biocompatible, al que se han incorporado nanopartículas magnéticas. El objetivo de añadir las nanopartículas es convertir este material en “magnetoactivo”, de forma que responda al aplicarle un campo magnético y pueda transmitir estímulos mecánicos y eléctricos a las células. Está comprobado que el hecho de introducir estímulos, tanto eléctricos, magnéticos, mecánicos o de otra naturaleza, favorece el crecimiento y diferenciación celular, ya que de alguna manera se simula el microambiente celular y se imitan los estímulos que se dan en el medio en el que las células desarrollan su función.

El presente estudio, realizado in vitro, ha probado dos metodologías para obtener la matriz de fibrina: en una se han creado films y en la otra han elaborado una especie de tejido, entrelazando las fibras. ”Se trata de dos metodologías bastante buenas para confeccionar estos andamiajes que simulan la matriz extracelular, el soporte donde las células pueden adherirse para crecer —detalla el investigador—. Las nanopartículas magnetoactivas forman también parte de la estructura, ya que están incorporadas en la fibrina. Así, cuando aplicamos un campo magnético provocamos una respuesta de estas nanopartículas, que vibran y de esta forma deforman la estructura, la estiran, transmitiendo ese esfuerzo mecánico a las células”.

Los resultados muestran que “ambos tipos de matriz favorecen el crecimiento celular, siendo el de tipo film la que mejor funciona, las células crecen mejor, pero sobre todo hemos comprobado por primera vez que el estímulo magnético tiene un efecto positivo en el crecimiento celular”.

Esto ha supuesto un paso adelante en la línea de investigación que tiene este grupo de investigación en la búsqueda de materiales y métodos adecuados para la fabricación de tejidos. “Sabemos que nuestro objetivo es a largo plazo, y ahora estamos dando los pasos iniciales. Estamos desarrollando varios tipos de materiales, estímulos y procesos, para llegar a tener vías de obtener la regeneración de diferentes tejidos. La idea sería, además, partir de células madre de los propios pacientes, y ser capaces de diferenciarlas hacia el tipo de célula con la queremos formar el tejido, ya sea óseo, muscular, cardíaco o el que se necesitara. Ese sería el objetivo final, en el que ya estamos dando pasos significativos”, opina.

Para llegar a ese objetivo final, este grupo de investigación debe ir superando diferentes retos. Los más próximos deberían ser, según Vilas Lilela, “combinar diferentes estímulos e introducir alguna variación a los ya aplicados, como la dirección en la que se aplica la deformación de la estructura utilizada. También tenemos que estudiar la viabilidad y la funcionalidad de las células, la forma en la que se alimentan las células y se extraen los residuos generados por estas. Son muchos los factores en los que hay que avanzar, pero lo conseguido nos da pie a seguir”.

Referencia:

A. Reizabal, R. Brito-Pereira, M. M. Fernandes, N. Castro, V. Correia, C. Ribeiro, C. M. Costa, L. Perez, J. L. Vilas, S. Lanceros-Méndez (2020) Silk fibroin magnetoactive nanocomposite films and membranes for dynamic bone tissue engineering strategies Materialia doi: 10.1016/j.mtla.2020.100709

Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa

El artículo Películas magnetoactivas de fibroína de seda para la generación de tejido óseo se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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Ametsetik urrun, amesgaiztotik oso gertu

Zientzia Kaiera - Fri, 2020/08/14 - 09:00
Uxue Razkin “Liburu hau irakurtzea mugikorreko pantailan agertzen den argazki bati hatzez zoom egitea bezalakoa da: ez duzu xehetasunik galtzerik nahi.”

XVIII. mendean, Italian, Gennaro izeneko mediku bat larri gaixotu zen baina ez zekien zehazki zer gertatzen zitzaion. “Zergatik ezin dut lorik egin? Kutsatu ote naiz? Mi sono straco. Mi divento mato. Nekatuta nago. Erotu al naiz?”, esan zion gau batean bere emazteari. Horren ondotik, azkar egin zuen okerrera eta hil egin zen. Bi mende luzez familia horretako kideek insomnioa eta beste sintoma latz ugari pairatu zituzten, heriotza barne. Bada, zerk eragin zuen halako sufrimendua?

Lokartu ezinik dabilen Veneziako familia baten kontakizunarekin abiatzen du D. T. Max idazleak La familia que no podía dormir: un misterio médico liburua. Familiako insomnio saihestezina izeneko gaixotasuna da istorio honen muina eta, era berean, hori eragiten duten prioiak. Hauek ez dira birusak, ezta bakterioak ere. Ez dute material genetikorik. Zer arraio dira orduan? Eta zergatik dira hain zitalak? Zinez da liluragarria nola murgiltzen gaituen genetikan, alegia, prioiek sortutako gaixotasun ugariren azalpenean (kurua eta behi eroen gaitza, adibidez) eta horiek mundu osoko zenbait toki eta garaitan eragin zuten kezkan. Bitxikeria bati tiraka arlo hori are interesgarriagoa da bat-batean.

Zientzia-kazetaritza lan bikaina dela uste dut. Alde batetik, gaixotasunaren ezagutzaren garapena azaltzen duelako modu oso argian: hasieran misterio bat izan zen denontzat –zer gertatzen zaio familia horri? – baina gutxika gaia bere osotasunean ulertzeko beharrezkoa den datu mordoa ematen du. Halaber, aipatzekoak dira Maxek testuan darabilen lengoaia eta informazioaren zorroztasuna ere. Bestalde, ikuspegi oso bat emateko asmoz, historian zehar gaitz hori aztertu zuten zientzialariak –Stanley Prusiner eta Daniel Carleton Gajdusek aipatzen ditu tartean– ezagutzeko parada izango du irakurleak; egindako lanen, saiakeren eta aurkikuntzen berri ematen du, hain zuzen.

Argitalpenaren fitxa:
  • Izenburua: La familia que no podía dormir: un misterio médico
  • Egilea: D. T. Max
  • Itzultzailea: Maria Luisa Rodriguez Tapia
  • Argitaletxea: Libros del K.O
  • Orrialdeak: 380
  • ISBNa: 978-84-16001-87-3

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Egileaz: Uxue Razkin (@UxueRazkin) kazetaria da.

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El letargo del ratón

Cuaderno de Cultura Científica - Thu, 2020/08/13 - 11:59
Ilustración: María Lezana

Casi todo el mundo sabe que los osos, en otoño, entran en letargo y permanecen así hasta el final del invierno. Llamamos hibernación a ese estado aunque, en realidad, no es tal, sino una condición de reducción térmica y metabólica que se le asemeja. Hibernan los mamíferos de menor tamaño, como marmotas, ardillas o murciélagos. La hibernación es un estado que permite ahorrar en una estación en la que la temperatura ambiental es muy baja, de manera que, para mantener la corporal en niveles fisiológicos normales, haría falta gastar mucha energía. Además, el alimento escasea, por lo que quizás ni siquiera sería posible conseguir esa energía.

Lo que seguramente es menos conocido es que hay otras formas de letargo. El ratón Mus musculus es ese pequeño roedor que convive con nosotros desde hace milenios. Es un animal muy activo. Por eso, y también por su pequeño tamaño, su tasa metabólica es muy alta y, en consecuencia, sus necesidades energéticas, muy grandes.

Esas necesidades son, muy probablemente, la razón por la que en numerosas ocasiones el ratón entra en letargo. Pero curiosamente, que entre o no en ese estado, depende de las circunstancias. Por ejemplo, lo hace si se queda sin alimento o si la temperatura ambiental es muy baja. En cualquiera de esos dos casos, -ayuno o frío-, el ratón corre el riesgo de incurrir en un balance energético negativo. Si está en ayunas, el ratón no adquiere energía y el letargo es un modo excelente de ahorrarla. Y si la temperatura ambiental baja en exceso, ha de gastar demasiada energía para producir el calor necesario que compensase las pérdidas.

Así pues, la mejor vía para mantener el balance energético en esas condiciones, consiste en reducir la temperatura corporal. Esa reducción reporta dos beneficios. Por un lado, disminuye la diferencia térmica con el exterior, de manera que la pérdida de calor se atenúa mucho, porque la transferencia hacia el entorno es directamente proporcional a la diferencia térmica entre el organismo y el entorno. Y por el otro, esa reducción de la temperatura corporal conlleva, por razones puramente cinéticas, un descenso de la tasa metabólica, y gracias a ese descenso el balance energético no se deteriora demasiado.

Y hay una tercera circunstancia bajo la que puede ocurrir que el ratón entre en letargo. Si para conseguir el alimento debe realizar un gasto energético excesivo, también adoptará ese estado. La intensidad de la hipotermia (magnitud del descenso de su temperatura corporal) y la duración del tiempo durante el que los ratones permanecen en letargo dependen también de eso. Si el esfuerzo que han debido hacer para obtener el alimento es muy alto, la reducción térmica corporal será más intensa y el letargo se prolongará durante más tiempo que si ese esfuerzo ha sido menor. Todo depende de la magnitud del balance energético.

Es una característica curiosa, pero tiene sentido. Es curiosa, porque incluso los ratones alimentados ad libitum pueden entrar en letargo si para conseguir esa muy abundante comida se tienen que esforzar demasiado. Y tiene sentido porque en términos de balance energético, incluso bajo condiciones de alimentación abundante pueden comprometer su ganancia de energía.

El comportamiento metabólico de Mus musculus muestra gran flexibilidad. Pone de manifiesto que el letargo es una buena herramienta para mantener el balance energético. Y si bien hace años se consideraba como algo excepcional y muy restringido en el mundo animal, cada vez son más las especies de las que sabemos que lo adoptan de manera habitual.

Volviendo a nuestros ratones, un equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU), ha dado a conocer los resultados de una investigación en la que han identificado un conjunto de neuronas implicadas en la entrada y salida del letargo. Son neuronas que muestran una actividad elevada cuando se produce la reducción de actividad muscular, metabólica y térmica. Son neuronas hipotalámicas, en concreto del área preóptica medial y lateral. Estimulando esas neuronas, los investigadores han conseguido inducir el estado de letargo, incluso en condiciones fisiológicas que no hubiesen propiciado esa transición. El hipotálamo es la estructura nerviosa que, entre otras funciones, controla la temperatura corporal en homeotermos, por lo que es lógico que el control de la entrada y salida en letargo se encuentre radicado en ella. Además, es responsable, mediante sus conexiones con la hipófisis, de la coordinación de gran parte del sistema endocrino, por lo que ejerce un control amplio sobre las funciones vegetativas, en general, y el metabolismo en particular.

Fuentes:

Hrvatin, S, Sun, S, Wilcox, O F et al. (2020): Neurons that regulate mouse torpor. Nature 583, 115–121.

Schubert, K A, Boerema, A S, et al. (2009): Daily torpor in mice: high foraging costs trigger energy-saving hypothermia. Biology Letters 6: 132–135.

Nota:

Esta anotación está basada en El ratón y su letargo cotidiano, publicada en Zoo Logik.

Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

El artículo El letargo del ratón se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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  1. El balance energético animal
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Soluciones sencillas a problemas complejos: criptografía y secuencias binarias

Cuaderno de Cultura Científica - Wed, 2020/08/12 - 11:59

Estaba estos días buscando información sobre criptografía, cuando fui a parar a un libro que podemos considerar ya todo un clásico de divulgación de las matemáticas, publicado un poco antes del año 2.000 –que recordemos que fue el Año Mundial de las Matemáticas– y que lleva muchos años en mi biblioteca, Las matemáticas en la vida cotidiana, de la editorial Addison-Wesley, junto con la Universidad Autónoma de Madrid (en su edición en castellano). Allí encontré un ejemplo bonito de cómo en ocasiones los problemas difíciles, como puede ser la seguridad en las comunicaciones, pueden tener soluciones sencillas. La entrada de hoy quiero dedicarla a mostrar este curioso ejemplo.

Portada del libro Las matemáticas en la vida cotidiana, Addison-Wesley/Universidad Autónoma de Madrid, 1999

En la actual era de la información vivimos rodeados de tecnología digital, desde los ordenadores, las tabletas o los Smartphones, hasta toda la comunicación a través de internet, pasando por la imagen y sonido digitales, la televisión digital o las casas inteligentes. Una de las características de la tecnología digital es que toda la información está en formato “digital”, es decir, codificada en forma de números. Y estos números están representados en la base binaria (véase Una de mates: números binarios), es decir, como secuencias de unos (1) y ceros (0).

A continuación, vamos a explicar un ejemplo en el que las secuencias binarias y la suma digito a dígito de secuencias binarias han permitido a plataformas de televisión por cable, como HBO, Showtime o Canal Disney –por citar las que se mencionan en el libro Las matemáticas en la vida cotidiana–, evitar el acceso a su contenido audiovisual a quienes no han estado abonados a las mismas.

En 1984, cuando el canal de televisión HBO empezó a codificar su señal, los usuarios accedían a la misma –en forma de ondas electromagnéticas– a través de una antena parabólica, aunque hoy en día toda la información nos llega a través de la fibra óptica u otros medios.

Logo de la plataforma HBO

Tres elementos eran necesarios para evitar el acceso pirata a la señal de televisión por cable. Por una parte, una contraseña mensual del canal de televisión –que se enviaba junto con la señal–, una clave para cada usuario y una operación, que explicaremos a continuación, para asegurar que ese usuario era realmente un abonado de la plataforma.

Tanto la contraseña mensual del canal de televisión, como la clave de usuario eran secuencias binarias, en aquellos años de longitud 56, aunque en esta entrada, para simplificar la explicación, utilizaremos solo secuencias de 8 dígitos, es decir, de longitud 8. Por ejemplo, 10101110 es una secuencia binaria de longitud 8.

Ya sabemos que la información –contraseña mensual y clave de usuario– va a estar dada en forma de secuencias binarias, en esta explicación consideradas de longitud 8, por lo que estamos en condiciones de explicar la operación de suma que se utilizaba para asegurar que el usuario era realmente un abonado de la plataforma. Esta suma no es una suma normal de números binarios, sino que es una suma dígito a dígito. Dadas dos secuencias binarias de la misma longitud, se suman los dígitos de las mismas posiciones, teniendo en cuenta que 0 + 0 = 0, 1 + 0 = 0 + 1 = 1 y 1 + 1 = 0, para obtener una nueva secuencia binaria de la misma cantidad de dígitos. Veamos algunos ejemplos:

Ejemplos de sumas, dígito a dígito, de secuencias binarias de longitud 8

 

Una propiedad importante de esta suma dígito a dígito es que la suma de dos secuencias binarias es 00000000 si, y sólo si, las dos secuencias binarias son la misma. Por ejemplo, esto es lo que ocurre en la última suma de los ejemplos que hemos mostrado, 10001110 + 10001110 = 00000000.

Veamos en qué consistía la solución al problema de que se piratease la señal de televisión de HBO, y otros canales de televisión por cable. Como ya hemos comentado, cada mes el canal de televisión cambiaba la contraseña p. Consideremos, por ejemplo, que un mes la contraseña era p = 11001011.

Por otra parte, cada uno de los abonados del canal disponía de su propia clave. Como cada abonado disponía de una clave distinta, existían tantas claves como abonados, c1, c2, …, ck (donde k = número de abonados de ese mes). Imaginemos que mi clave de usuario de HBO fuese c = 01110101.

Ese mes el canal de televisión transmitía, con la señal de televisión, la contraseña mensual p y las secuencias binarias p + c1, p + c2, …, p + ck. En cada una de las “cajas de descodificación” de los abonados, cada una de las cuales disponía de la correspondiente clave de ese usuario ci, se calculaban las sumas

ci +(p + c1), ci +(p + c2), …, ci +(p + ck).

El microprocesador de la caja de descodificación, después de realizar estas sumas, las comparaba con la contraseña p y si alguna de ellas coincidía con ella se trataba de un abonado y se descodificaba la señal. Observemos que se va a producir esa coincidencia cuando se suma ci con (p + ci), ya que, por la propiedad anterior, ci + ci = 00000000, de donde, ci +(p + ci) = p.

En nuestro ejemplo, la contraseña mensual es p = 11001011 y mi clave de abonado c = 01110101, entre las secuencias binarias que transmite el canal estará p + c = 10111110, que al sumarse en mi descodificador con mi clave c + (p + c) = 11001011, que efectivamente coincide con p, puesto que soy un abonado real del canal de televisión por cable.

Por último, tengamos en cuenta que las secuencias binarias reales son de longitud, al menos, 56, luego la cantidad de posibles claves que existen son 256, más de 72 mil millones, en concreto: 72.057.594.037.927.936. Por lo tanto, piratear una clave no es algo tan sencillo como intentar ir probando diferentes secuencias binarias de 56 dígitos.

La ceramista estadounidense Laura C. Hewitt crea cerámicas con números binarios, con tipografías de máquinas de escribir, como este hermoso plato. La imagen pertenece a su tienda de Etsy

En el libro Contemporary abstract algebra se explica que esta misma sencilla idea puede ser utilizada para proteger las transacciones a través de internet.

Supongamos que alguien quiere comprar mi libro Los secretos de la multiplicación, de los babilonios a los ordenadores (Los libros de la Catarata, 2019) en alguna de las librerías o tiendas online que existen. Para ello, cuando estamos realizando la compra, nos piden nuestra tarjeta de crédito. Pero, por supuesto, no queremos que ningún hacker pueda interceptar nuestro número de la tarjeta de crédito durante la transacción. Para ello el número de la tarjeta de crédito, escrito como una secuencia binaria, tendrá que ser enviado a la tienda online de una forma segura.

Cuando estamos rellenando la orden de compra en la tienda on-line, esta envía a nuestro ordenador, tableta o Smartphone una clave c en forma se secuencia binaria de unos y ceros con tantos dígitos como los que tiene la secuencia binaria p del número de la tarjeta de crédito. Entonces, cuando añadimos nuestra tarjeta de crédito a la orden de compra, las dos secuencias binarias – de la clave enviada por la tienda y de la tarjeta que introducimos– se suman c + p, mediante la suma dígito a dígito de secuencias binarias. El resultado de esa suma es lo que se envía, a través de internet, a la tienda de comercio en línea, de forma que cualquier hacker no accede al número de la tarjeta p, sino a la suma c + p, con lo que no consigue robar nuestra información. Una vez que esa información llega a la tienda de internet, para conocer cuál es el número de nuestra tarjeta de crédito no tienen nada más que sumar de nuevo la clave c, ya que c + (c + p) = p.

¡Están lloviendo números binarios!, ilustración realizada por KHJ y vendida en camisetas, sudaderas, tazas y pegatinas en su página de Teepublic

Veamos un ejemplo concreto, pero para no complicarlo utilizaremos otra vez secuencias binarias de longitud 8. Supongamos que el número de nuestra tarjeta de crédito codificada como una secuencia binaria es p = 10011011, que la clave que nos manda la tienda online es c = 01111101, entonces nuestro ordenador envía a la tienda de internet la información c + p = 01111101 + 10011011 = 11100110. Si algún hacker accede a esa información no puede conocer cuál es la secuencia binaria de nuestra tarjeta de crédito, pero al llegar la información de nuevo a la tienda, se suma la clave c + (c + p) = 01111101 + 11100110 = 10011011, obteniendo así nuestra tarjeta de crédito p = 10011011, para efectuar la compra.

Para terminar, me gustaría agradecer a Paco Roca y a la editorial Astiberri que nos permitieran leer durante el periodo del confinamiento por el coronavirus (marzo-abril 2020), de forma gratuita, el magnífico libro de Paco Roca, publicado en Astiberri, Memorias de un hombre en pijama (2011).

En este libro tenemos además dos momentos matemáticos. El primero cuando el hombre en pijama, el Paco Roca de la ficción, está pensando en qué profesiones le habría gustado tener si no hubiese dedicado su vida a “dibujar y contar historias”. En la segunda viñeta leemos que piensa “Recuerdo que quería ser un gran científico. Un matemático famoso que resolvería la conjetura de Poincaré”, como podemos ver en la siguiente imagen.

Mientras que el segundo es el final del mismo. El Paco Roca de ficción, el hombre en pijama, decide dejar de enviar más entregas de Memorias de un hombre en pijama al periódico en el que salían estas (esta historieta fue publicada por primera vez, por entregas, en el periódico Las provincias, en 2010). La idea para la última entrega se le ocurrió en una fiesta en la que bebió mucho, por lo que la apuntó en su móvil, ya que no tenía a mano su libreta, para no olvidarse. Pero cuando va a mirar cuál es esa idea que había apuntado…

Bibliografía

1.- VV. AA. (director del proyecto Solomon Garfunkel), Las matemáticas en la vida cotidiana, Addison-Wesley/Universidad Autónoma de Madrid, 1999.

2.- Joseph A. Gallian, Contemporary abstract algebra, Brooks/Cole, 2012 (octava edición).

Sobre el autor: Raúl Ibáñez es profesor del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica

El artículo Soluciones sencillas a problemas complejos: criptografía y secuencias binarias se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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Klimaz (II)

Zientzia Kaiera - Wed, 2020/08/12 - 09:00
César Tomé López Zientziak behar zuen filosofia berria XIX. mendeko lehen hamarkadetan agertu zen, eta geografia nahiz meteorologia, naturaren osotasunaren ikuspegi erromantikoa eta Ilustrazio berantiarraren metodoak -hau da, tresneria eta neurketa zehatzak- uztartu zituen.

Alexander von Humboldt da sintesi horren ordezkaririk ezagunena. XVIII. mendearen hondarreko filosofia natural eta esperimentalaren testuinguruan ikasi bazuen ere, oso harreman estuak izan zituen mugimendu erromantiko alemaniarraren partaide nagusiekin. Lurralde batean beha zitezkeen elementu natural guztietatik abiatu zen, eta osotasun elkarreragile eta koherentea bilatu zuen geologian, kliman, landaredian, faunan eta giza kulturan oinarri hartuta. «Physique générale» izena eman zion osotasun horri.

Beraren ustez, geografia fisikoaren elementu ugarien elkarreraginek eratzen dute klima: lurzoruak osatzen dituen egituren tamaina eta orientazioa, haien garaiera eta osaera geologikoa, lurzoruaren eta uraren arteko hartu-emanak, landare- eta elur-estaldurak etab. Bat-batean, Humboldtek eta garaikideek eskualde nahiz herrialde mailako patroi meteorologikoak aurkitu zituzten, iraganeko ikertzaileek tokiko berezitasunak baino ikusi ez zituzten bitartean. Isotermen bidez -mapa batean tenperatura berdineko puntuak lotzen dituzten lerroak- irudikatu zuten aurkikuntza hori, zeinetan tenperaturaren datu globalak elkartzen diren osotasun koherente bat eratzeko.

1 irudia: Woodbridge kartografoak eta von Humboldt egindako grafiko isotermikoa 1823an. (Iturria: Wikimedia Commons).

Humboldten garaiko klimatologoek klimak munduan zehar nola banatzen ziren aztertu zuten; ikuspegi klimatikoa erantsi zioten biogeografiari, eta gogoeta egin zuten jakiteko aldi historiko eta geologikoen klimak nolakoak izango ote ziren, erregistro idatzi nahiz fosilak kontuan hartuta.

Mendearen bigarren erdialdean, inperialistek gero eta gehiagotan erabili zituzten argudio hipokratikoak arraza europarraren nagusitasuna berresteko eta Asiako zein Afrikako konkistak arrazoitzeko. «Arrazak klimaren ondorio dira» dioen baieztapen hipokratikoari jarraituz, hainbat geografok eta antropologok aldarrikatu zuten buruargitasuna, industria, neurritasuna eta XIX.ean goraipatu ohi ziren beste hainbat bertute Europako eta AEBtako klima epelaren ondorio zirela. Eta kolonietako klima erosoek, aldiz, arraza ahulak sortu izan zituztela, men egiteko jaioak.

Ideia horiekin estuki lotutako arazoez arduratu zen medikuntza tropikala; besteak beste, aurkitzeaz zer oinarri klimatologiko zuten lur exotikoetako gaixotasunek, europarrek itsasoaz bestaldeko jabetzak gobernatzea oztopatzen baitzuten; era berean, kolonietako biztanleen endekapen fisiko eta morala aztertzeaz ere arduratu zen.

XIX. mendeko klimari buruzko ikerketen adar enpiriko eta praktikoenak arazo biogeografikoez eta nekazaritzakoez arduratu ziren batez ere. Auzi bat oso maiz agertu izan zen garai hartan: elementu klimatologikoek (tenperaturak, hezetasunak, prezipitazioek, intsolazioak…) uzten bizi-aroetan eta giza kokaguneetan zer eragin zuten jakitea.

2. irudia: Köppen-en lehen mapa klimatikoa, 1884an. (Iturria: Cuaderno de Cultura Científica).

Klimatologoek klimen sailkapen ugari garatu zituzten, elementu meteorologikoak nahiz biogeografikoak erabiliz beren grafikoetan. Horien artean ezagunena Köppen-ek 1884an aurkeztu zuena da. Gerora doituz joan zen hainbat argitalpenetan agertuta mende erdi baino luzaroagoan. Izan ere, XIX. mendearen azken herenean, «klimatologia klasiko» delakoak ahalegin handia egin zuen neurketak estandarizatzeko eta fidagarritasuna bermatzeko.

Behin XX. mendea heldu zelarik, Vilhelm Bjerknes-en lana funtsezkoa izan zen klimatologia eta geografia guztiz banantzeko eta lehena fisikaren adar bihurtzeko; aurreikuspenerako gaitasun handia hartu zuen horrela. Agian meteorologia zientzia gisa behin betiko finkatu zuen gertaera Bigarren Mundu Gerrako Normandiako lehorreratzea dugu, azterkuntza klimatikoa oinarri zela aukeratu baitzen D eguna. Bestalde, aipatu ditugun garaietan metatuz joan den klima-jakintza guztiak ahalbidetu zuen munduko klima aldatzen ari delako ikuspegia indartzea XX. mendearen erdialdetik aurrera.

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Egileaz: Cesár Tomé López (@EDocet) zientzia dibulgatzailea da eta Mapping Ignorance eta Cuaderno de Cultura Cientifica blogen editorea.

Itzulpena: Lamia Filali-Mouncef Lazkano

Hizkuntza-begiralea: Xabier Bilbao

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La masa de las partículas radiactivas

Cuaderno de Cultura Científica - Tue, 2020/08/11 - 11:59

Foto: Chris Beck / Pexels

Los experimentos con campos magnéticos también permiten determinar la masa de las partículas radiactivas.

La desviación de una partícula cargada cuando atraviesa campos eléctricos y magnéticos depende tanto de su carga como de su masa. Por lo tanto, la relación de carga (q) a masa (mq) para partículas beta se puede calcular a partir de las desviaciones medidas en campos magnéticos de intensidad conocida. Becquerel, investigando partículas beta en 1900, utilizó un procedimiento que era esencialmente el mismo que el utilizado por J.J. Thomson en 1897 para obtener un valor fiable para la relación de carga a masa para las partículas en los rayos catódicos.

Para esas fechas el hecho de que se hubiera encontrado un valor único constante de e / meyahabía establecido cuantitativamente la existencia del electrón [1]. Haciendo que rayos beta atravesasen campos eléctricos y magnéticos, Becquerel pudo calcular la velocidad de las partículas. Obtuvo un valor de q / mq para partículas beta que estaba muy cerca del encontrado por Thomson para el electrón. Esto permitió deducir que las partículas de los rayos beta son electrones. [2]

La naturaleza de la radiación alfa fue más difícil de establecer. Era necesario utilizar un campo magnético muy fuerte para producir desviaciones medibles de los rayos alfa. El valor de q / mq encontrado para las partículas alfa (4.8 · 107 C / kg) era aproximadamente 4000 veces menor que q / mq para las partículas beta. La razón del pequeño valor q / mq podría ser tanto un valor pequeño de q como un valor grande de m. Otros indicios disponibles en ese momento apuntaban a que la magnitud de la carga q de una partícula alfa probablemente no era menor que la de una partícula beta. Por lo tanto, se concluyó que la masa mq tendría que ser mucho mayor para la partícula alfa que para la partícula beta.

El valor de q / mq encontrado para las partículas alfa es solo la mitad que el q / mq conocido para un ion molecular de hidrógeno. Por tanto, el valor podría explicarse razonablemente si la partícula alfa fuera como una molécula de hidrógeno menos un electrón (H2+), o si fuera un átomo de helio (cuya masa se sabía que era aproximadamente cuatro veces mayor que la de un átomo de hidrógeno) sin sus dos electrones (He2+). So podían incluso contemplar otras posibilidades. Sin embargo, la identificación correcta resultó ser la de los núcleos de helio y tiene una masa de aproximadamente cuatro unidades de masa atómica. La prueba final merece su propio artículo.

Notas:

[1] Aquí e es la carga del electrón, y me su masa.

[2] De aquí no se deduce que existan electrones en el núcleo atómico. Los electrones que forma la radiación beta se crean durante la emisión.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

El artículo La masa de las partículas radiactivas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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  3. Trayectorias de las partículas cargadas en un campo magnético
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No vas a hacer nada contra la emergencia climática si no ves la casa en llamas

Cuaderno de Cultura Científica - Mon, 2020/08/10 - 11:59

Lucas Sánchez

Con la pandemia de COVID-19 estamos sufriendo las consecuencias de una falta de reacción global y es muy probable que también las suframos por el cambio climático. Ambas crisis nos ponen ante un espejo en el que no quedamos reflejados como seres tan racionales: entender es secundario, la experiencia es clave.

“Quiero que actúen como si la casa estuviera en llamas”, dijo Greta Thunberg recurriendo a la metáfora porque no somos capaces de percibir la emergencia climática. / Wearbeard, SINC

Sucede en la primera escena del cuarto capítulo de la serie Chernobyl. En ella, una anciana ordeña una vaca en su cabaña, cerca de la central, días después del inicio del desastre nuclear. Un soldado, a las puertas de su establo, le pide que le acompañe. La mujer se niega y le responde con un discurso sobre las decenas de años que ha sobrevivido en una zona donde ha sufrido guerras y perdido familiares, que termina con: “¿Después de todo lo que he visto, me estás diciendo que me vaya por algo que no puedo ver en absoluto?”.

La pregunta hoy duele porque estamos viendo lo que ocurre por no actuar ante cosas que no podemos ver, pero de las que se nos ha avisado. Con la pandemia por el nuevo coronavirus estamos sufriendo las consecuencias de nuestra falta de reacción y es muy probable que las suframos más adelante por culpa de la crisis climática.

La escena de Chernobyl me hizo recordar un discurso que Greta Thunberg dio delante del Consejo Social, en Bruselas, el 16 de abril de 2019. Greta arrancó con “Quiero que entren en pánico porque la casa está en llamas”. Su objetivo lo verbalizó algo mejor segundos más tarde: “Quiero que actúen como si la casa estuviera en llamas”. Y si tuvo que recurrir a la metáfora es porque muy poca gente lo ve y menos gente todavía actúa. Estamos tranquilos con la emergencia climática y también lo estábamos como testigos en la distancia de la epidemia. ¿Qué falla en nosotros?

En el 50 aniversario del primer Día de la Tierra, tenemos claro que nuestro mundo se está calentando. Lo sabemos porque podemos verlo en gráficas consensuadas por toda la comunidad científica. Eso, lamentablemente, no significa que vayamos a hacer algo.

El problema es que ver esos datos no es ver el cambio climático. Para hacer algo, ese dato debe cuadrar con la experiencia personal, con nuestra propia evidencia. Nos es más fácil ver la casa en llamas cuando realmente vemos la casa en llamas. También nos ha sido más fácil ver el virus cuando hemos sido testigos del sufrimiento de nuestros enfermos. El cambio climático y esta pandemia nos ponen delante de un espejo en el que los humanos no quedamos reflejados como seres tan racionales: entender es secundario, la experiencia es clave.

80 años para un consenso social

En 2013 los investigadores Szafran, Williams y Roth publicaron un estudio en el que calculaban cuánto tiempo haría falta para que todo el mundo pudiera vivir en sus propias carnes el fenómeno del calentamiento global. Si necesitamos experimentar tres veranos más calurosos que la media para convencernos, solo en EE UU y teniendo en cuenta sus previsiones climáticas, ya podemos esperar al menos 86 años en tener un buen consenso social. 82 si necesitamos 3 años más lluviosos que la media.

Igual que no podíamos esperar a tener el virus en España para asustarnos, ya sabemos que no podemos esperar 80 años sin hacer nada, ya que implicaría vivir en 2100 con 5 grados de media más, un escenario casi apocalíptico.

Pero si digo 80 años pongo problemas encima de la mesa. No somos animales que lidien bien con las distancias temporales y espaciales, y el cambio climático siempre lo hemos sentido lejos y en el futuro. Aunque el planeta se esté calentando rápidamente, no lo hace tan rápido como necesitamos para sentirlo como una amenaza.

Ojalá después de masticar un filete fuéramos testigos de una pequeña ola de calor, una subida de 5 grados en casa. Esa distancia causa-efecto tan corta nos permitiría experimentar el nexo entre ambos procesos y caminaríamos mucho más rápido hacia una de las soluciones: hay que dejar de comer tantos filetes.

Somos malos calculadores de riesgos

Antes de que el cambio climático fuera ni siquiera algo de lo que hablar, los expertos en economía Daniel Kahneman y Amos Tversky hicieron varios experimentos para entender cómo lidiamos con el riesgo y la toma de decisiones, y vieron que la percepción del riesgo de los humanos es horrorosa.

Tenemos grandes dificultades para juzgar la frecuencia y la magnitud de los eventos, ya que nos fiamos más de lo último que ha sucedido, porque es lo que mejor recordamos. A este proceso lo bautizaron como sesgo de disponibilidad.

De su mano también aprendimos que tenemos una aversión a las pérdidas en el corto plazo e indiferencia en el largo plazo. Si le añadimos cierto grado de incertidumbre, el efecto se agrava. Tampoco es algo nuevo: el alcohol puede generar cirrosis ya de mayor. El tabaco quizás cáncer de pulmón. Ese “puede” y ese “quizás”, esa cirrosis y ese cáncer, se parecen mucho a la enfermedad que afecta a nuestro planeta.

Por eso nos negamos a saciar nuestras ganas de filete de hoy a cambio de un ahorro energético o económico en el futuro. Por eso y porque se juntan con otros sesgos, como el sesgo optimista: tendemos a pensar que corremos menos riesgos que otras personas. Vamos a tener más suerte que los dinosaurios, extinguirse se extinguen otros. Esto no es China. Nuestro sistema sanitario es mejor que el de Italia.

Ahora que la epidemia ya está aquí hay mucha gente enfadada. Ahora. Las semanas previas circulaban memes y chistes que se burlaban de lo que podría venir.

Pero, ¿habéis visto a alguien enfadarse muchísimo por culpa del cambio climático? No digo enfadarse por que el cambio climático se esté produciendo y ya veamos sus efectos, o por la inacción de otros. Me refiero a enfadarse visceralmente hasta que te salta la vena del cuello y rompes a llorar contra el Señor Cambio Climático. Yo, nunca. Y eso es porque no existe el Señor Cambio Climático. No lleva un uniforme, no mata a niños, no sigue un patrón predecible.

Tememos lo que podemos imaginar

El enemigo, para nuestro cerebro, siempre ha sido una persona, animal o microorganismo repugnante que actuaba de forma abrupta e inmoral sobre los nuestros. Al salvaje Señor Cambio Climático sí le tendría miedo la viejecita de la granja de Chernobyl, pero, ¿cómo tememos algo abstracto, invisible, que actúa muy lentamente y que no es inmoral? Es difícil, muy difícil.

Pero supongamos que lo conseguimos. Que logramos poner a un grupo de personas delante de una casa en llamas, la ven en llamas y la sienten en llamas. Tocaría entonces empezar a apagar el fuego. Pues resulta que, aunque nos queme el fulgor de las llamas en la cara y escuchemos el crepitar del fuego, nos giraremos y esperaremos a ver qué hacen los demás.

Si alguien coge un cubo de agua, nos pondremos manos a la obra. Si nadie se mueve, nos quedaremos embobados mirando el incendio. Esta reacción tiene que ver con la cooperación condicional y el efecto espectador. Si somos los únicos que presenciamos un incidente, actuamos. Si lo sabe todo un colectivo, esperamos al consenso social.

Incluso cuando vemos y actuamos, ni siquiera hacemos todo lo que podemos. La mayoría sufrimos el sesgo de acción única. Parece que realizar determinadas acciones nos impide hacer otras igual de positivas y complementarias. Por ejemplo, usar bombillas de bajo consumo, reciclar o usar bolsas de tela ya nos hace sentir que hacemos algo significativo.

En ocasiones es incluso peor, porque compensamos nuestras actitudes sostenibles con otras que pueden incluso emitir más carbono. Como las personas que queman las calorías de media caña de cerveza corriendo y ese día se toman dos en vez de una, ¡que han salido a correr!

Límites a la preocupación

Finalmente, aunque hayamos vivido la casa en llamas, tenemos una capacidad muy limitada para preocuparnos. Crisis financieras en distintos países muestran que la preocupación por estos fenómenos hizo que el porcentaje de individuos preocupados por el cambio climático disminuyera.

Los científicos le llaman el banco finito de preocupación. Una crisis, la pérdida del empleo, la enfermedad de nuestros familiares… no podemos preocuparnos por muchas cosas graves a la vez. De hecho, es complicado publicar una columna como esta en días en los que hay una pandemia y las UCI están llenas de gente luchando por sobrevivir.

En condiciones normales la inacción climática nos lleva a una culpa casi inevitable, y eso que no nos imaginamos la situación completa. Dentro de la metafórica casa en llamas, la nevera no tendría apenas comida. Del grifo solo saldría agua a determinadas horas. Se desplazaría por corrimientos de tierras y se inundaría tres veces al año. No se podría dormir del calor y habría que elegir entre mosquiteras o malaria. Y esa casa existe ya. Las fechas 2050 o 2100 son horizontes prácticos para ayudarnos a imaginar escenarios más duros que están por venir.

Si empezamos a ver el fuego, la inundación, la sequía y las olas de frío y calor como cambio climático, este dejará de ser abstracto para ser concreto, abrupto e impactante. Vivible y sufrible. Este pequeño cambio de paradigma es un esfuerzo comunicativo y todo apunta a que los resultados merecerían la pena. Pero, además, podemos ver el cambio climático como un problema de salud pública o de refugiados.

Entrenamiento y leyes

Quizá tengamos que crear redes para recordarnos unos a otros que debemos mantenerlo presente, de la misma forma que salimos a aplaudir a las 8 de la tarde. A fin de cuentas, hay que entrenar la anticipación sobre las buenas conductas y evitar resignarte a reincidir en actitudes poco ecológicas.

También podríamos intentarnos vacunar frente a sesgos de disponibilidad y hacer campañas como las de Naciones Unidas en Davos, que enseñó mediante realidad virtual cómo era la guerra de Siria a líderes mundiales. ¿Necesitamos ver casas en llamas?, veamos casas en llamas. ¿Crisis de refugiados climáticos? Veamos crisis de refugiados climáticos. Lo importante es que el cerebro practique, que nos nutramos de experiencias, aunque sean virtuales.

Acabemos con el sesgo espectador con nuevas leyes a medida para la crisis climática. Porque las leyes nos obligan a sincronizarnos en acciones que racionalmente nos parecen positivas, pero no ocurrirán de forma espontánea. No nos habríamos quedado encerrados en casa durante semanas sin un estado de alarma.

El soldado de Chernobyl, al no convencer a la anciana, dispara y mata a su vaca para obligarla a hacerle caso. El problema es que no tenemos un soldado en nuestra cabeza que dispare a nuestros sesgos; es más probable que solo tengamos una pequeña activista que nos repita ese “How dare you?” frunciendo el ceño cada vez que cogemos un chuletón forrado de plástico en el supermercado. Pero la pobre ocupa un espacio muy pequeño de la mente de un animal que no ve llamas por ninguna parte y al que bien le apetece un filete.

Sobre el autor: Lucas Sánchez es director de la agencia de comunicación científica Scienceseed, a cargo del Departamento de Comunicación y Creatividad. Antes, durante diez años, investigador en inmunología y virología en el Centro Nacional de Biotecnología y en la Yale University School of Medicine.

Este artículo se publicó originalmente el 22 de abril de 2020 en SINC con motivo del 50 aniversario del Día de la Tierra. Artículo original.

El artículo No vas a hacer nada contra la emergencia climática si no ves la casa en llamas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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Dozena erdi ariketa 2020ko udarako (3): Triangeluaren azalera

Zientzia Kaiera - Mon, 2020/08/10 - 09:00
Ariketa fisikoa egitea osasungarria dela esaten digute behin eta berriro. Fisikoa bakarrik ez, buruari eragitea ere onuragarria da. Nagiak atera eta aurten ere, udako oporretan egiteko astelehenero ariketa matematiko bat izango duzu, Javier Duoandikoetxea matematikariak aukeratu ditu Zientzia Kaieran argitaratzeko. Guztira sei ariketa izango dira.

Gogoan izan ahalegina bera –bidea bilatzea– badela ariketa. Horrez gain, tontorra (emaitza) lortzen baduzu, poz handiagoa. Ahalegina egin eta emaitza gurekin partekatzera gonbidatzen zaitugu. Ariketaren emaitza –eta jarraitu duzun ebazpidea, nahi baduzu– idatzi iruzkinen atalean (artikuluaren behealdean daukazu) eta irailean emaitza zuzenaren berri emango dizugu.

Hona hemen gure hirugarren ariketa: Triangeluaren azalera.

3) ABC triangelua zuzena da (A-n du angelu zuzena). AB= 3 m eta AC = 4 m dira. DE eta BC paraleloak dira eta 1 m da bien arteko distantzia. Zein da ADE triangeluaren azalera?

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Ariketak “Calendrier Mathématique 2020. Un défi quotidien” egutegitik hartuta daude. Astelehenetik ostiralera, egun bakoitzean ariketa bat proposatzen du egutegiak. Ostiralero CNRS blogeko Défis du Calendrier Mathématique atalean aste horretako ariketa bat aurki daiteke.

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Gustave le Bon y la equivalencia masa-energía

Cuaderno de Cultura Científica - Sun, 2020/08/09 - 11:59

Si preguntamos a cualquier persona con una mediana formación científica sobre quién fue el primero en proponer la equivalencia entre masa y energía, nos respondería inmediatamente y sin vacilación que Albert Einstein. Puede que incluso nos diese la fecha (1905) y hasta la expresión matemática, E = m·c2. Sin embargo, puede que no sea tan evidente. Y es que Gustave le Bon tuvo una magnífica intuición poco antes.

Gustave le Bon. Fuente: Wikimedia Commons

Gustave le Bon nació en 1841 en Nogent-le-Rotrou (Francia) y se doctoró en medicina en 1866 en la Universidad de París. En la actualidad se le conoce por sus trabajos en psicología de grupos y en sociología (hay quien le considera uno de los fundadores de esta disciplina), pero también escribió sobre astronomía, física y cosmología. Según le Bon el universo material habría aparecido a partir del éter primordial e imponderable y terminaría regresando a este estado, en una serie de ciclos sin fin. Como parte de este concepto incluía la equivalencia de materia y energía.

En 1896 le Bon anunció que había descubierto lo que llamó “luz negra”, un nuevo tipo de radiación invisible que él creía que estaba relacionada posiblemente con los rayos X y los rayos catódicos pero que era distinta a éstos. Sus afirmaciones atrajeron la atención de los físicos, fundamentalmente franceses, muchos de los cuales le dieron su apoyo en el descubrimiento así como a sus ideas sobre la materia, la radiación y el éter. Aunque al final la existencia de la “luz negra” fue descartada (no se pudieron reproducir sus resultados en condiciones controladas) durante un tiempo permitió que le Bon fuese una figura importante en la vida intelectual y científica francesa. En 1903 fue incluso nominado para el Nobel de física.

Entre sus amigos y admiradores se encontraban científicos de primer nivel, incluyendo el químico Henri Ferdinand-Frédéric Moissan, el astrónomo Henri Alexandre Deslandres y los matemáticos Charles Émile Picard y Jules Henri Poincaré. Pero lo que nos interesa ahora es que en sus escritos sobre la “luz negra” estaba la primera descripción cualitativa de la equivalencia entre materia y energía.

Le Bon expuso sus ideas más elaboradamente en “La evolución de la materia” (texto completo en francés, en inglés), un libro publicado, mire usted, en 1905. En él concluía que toda la materia es inestable y está degenerando, emitiendo constantemente radiación en forma de rayos X, radioactividad y “luz negra”. Las características de la materia serían epifenómenos que aparecerían durante el proceso de transformación en éter, informe e imponderable, del que había surgido. Según le Bon, la energía y la materia eran dos aspectos de la misma realidad, diferentes etapas en el gran proceso evolutivo que en un futuro lejano llevaría al universo a un estado puramente etéreo.

Su principal argumento para la continua degradación de la materia en éter era la radioactividad, que él consideraba que era algo que toda la materia exhibía en mayor o menor grado. Pero le Bon, llevaba esta idea a sus últimas consecuencias. Si todos los elementos emiten radiación por la radiactividad, todos terminarían desapareciendo, por tanto la materia, en última instancia, no se explicaría en términos materiales sino etéreos. Paradójicamente, el estudio de la materia llevaba al inmaterialismo, algo muy bien recibido por determinados círculos intelectuales del fin de siglo francés.

Le Bon tomó su versión de la evolución cósmica de la hipótesis nebular de Laplace, pero la revistió con el lenguaje de la entonces popularísima física del éter. Y, sin embargo, el éter no era para le Bon el último estadio final, ya que sugería que este fin del universo sería seguido de un renacimiento y posterior evolución, y que este proceso cíclico continuaría eternamente.

Probablemente lo más interesante de su argumento es que afirmaba que todos los átomos contenían enormes cantidades de energía que se iría liberando conforme los átomos se desintegrasen, y que esta energía “intra-atómica”, como él la llamaba, era la fuente del calor solar y de todas las otras fuerzas del universo. Incluso empleaba cálculos (elementales) de energía cinética (T = mv2/2) para encontrar órdenes de magnitud de esas energías. Cuando Einstein se hizo famoso por su demostración de que la masa y la energía eran equivalentes según E = m·c2 , le Bon reclamó parte del mérito para él. En 1922 escribió cartas a Einstein informándole de lo que él consideraba su prioridad en el descubrimiento de la reciprocidad de la masa y la energía. Ni que decir tiene que para esta época sus ideas estaban completamente desfasadas.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

Este texto se publicó originalmente el 13 de octubre de 2013 y reeditado el 16 de mayo de 2018 en el blog personal del autor.

El artículo Gustave le Bon y la equivalencia masa-energía se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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ADN, microbiota y riesgo de celiaquía

Cuaderno de Cultura Científica - Fri, 2020/08/07 - 11:59
Imagen: OpenClipart-Vectors / Pixabay

Una investigación de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces-Bizkaia es el primer estudio científico que apunta a que, dependiendo del ADN de cada persona, la microbiota intestinal (los billones de microorganismos que viven en el tubo digestivo) podría aumentar el riesgo de padecer celiaquía.

“Aunque la relación entre los microorganismos que pueblan nuestro intestino y la celiaquía se había descrito hace años, este es el primer trabajo en el que se descubre que la información genética del hospedador podría tener un papel determinante en el desarrollo de la enfermedad por medio de la modificación de la microbiota”, comenta Iraia García-Santisteban, una de las autoras del estudio.

La investigadora del departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal de la UPV/EHU y del IIS Biocruces-Bizkaia explica que la enfermedad celiaca es un trastorno inmunológico provocado por la ingesta de gluten en personas genéticamente predispuestas. “A pesar de que el gluten y la presencia de genes de susceptibilidad son necesarios, no parecen ser los únicos factores que desencadenan el desarrollo de esta enfermedad. Cada vez son más los estudios que sugieren que uno de los factores determinantes es la microbiota intestinal”, señala la Dra. García-Santisteban.

Esta comunidad microbiana, compuesta por billones de microorganismos, y única en cada persona, está compuesta principalmente por bacterias de diferentes tipos y la composición depende de numerosos factores como el parto o el modelo de lactancia, la dieta, el uso de antibióticos, y también del genotipo de cada individuo. “Este conjunto de microorganismos nos proporciona una serie de ventajas, como la protección frente a la invasión por patógenos o la provisión de vitaminas y nutrientes esenciales. Así, los cambios en la composición de la microbiota, una condición conocida como disbiosis, pueden provocar el desarrollo de enfermedades”.

Según el artículo publicado por los investigadores de la UPV/EHU y IIS Biocruces-Bizkaia se ha observado que las personas con enfermedad celiaca presentan alteraciones en su microbiota intestinal en comparación con las personas no celiacas. “Nos preguntamos si estos cambios podrían ser mediados por el genotipo de cada individuo”, detalla la investigadora de la UPV/EHU.

Para contestar a esta pregunta el grupo de investigación ha empleado un método estadístico en el que han cruzado datos de dos grandes estudios genómicos: uno sobre microbiota intestinal y otro sobre celiaquía. De esta manera, han identificado una serie de variantes genéticas que podrían explicar la relación entre microbiota intestinal y enfermedad celiaca.

Uno de los hallazgos “más relevantes”, en palabras de García-Santisteban, es que han identificado “una serie de polimorfismos en el ADN” que están relacionados con la cantidad de bacterias del orden ‘clostridiales’, microorganismos cuya abundancia está alterada en celiacos. “Las variantes genéticas podrían influir en la abundancia de este tipo de bacterias en el intestino y aportar de esta manera mayor susceptibilidad a padecer la enfermedad”, expone.

Además, el grupo de investigación ha identificado otras variantes genéticas que están ligadas a cambios en las vías metabólicas relacionadas con una mayor permeabilidad e inflamación intestinal, ambas características de la enfermedad celiaca.

El estudio ha sido dirigido por Nora Fernández-Jiménez y Jose Ramón Bilbao, profesores e investigadores de la UPV/EHU, que tienen una amplia experiencia en el estudio de la enfermedad celiaca desde un punto de vista bioinformático, utilizando herramientas como la aleatorización mendeliana. Según comentan la Dra. Nora Fernandez-Jimenez y el Dr. Jose Ramón Bilbao, no es la primera vez que utilizan este método estadístico en su grupo de investigación: “el pasado año nos ayudó a identificar un marcador diagnóstico para la enfermedad celiaca, lo que demuestra el potencial de esta metodología”.

Referencia:

Iraia García-Santisteban, Ariadna Cilleros-Portet, Elisabet Moyua-Ormazabal, Alexander Kurilshikov, Alexandra Zhernakova, Koldo Garcia-Etxebarria, Nora Fernández-Jiménez*, Jose Ramón Bilbao* (2020) A Two-Sample Mendelian Randomization Analysis Investigates Associations Between Gut Microbiota and Celiac Disease Nutrients 12(5), 1420 doi: 10.3390/nu12051420

Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa

El artículo ADN, microbiota y riesgo de celiaquía se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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Zientziaren historia poltsikoan

Zientzia Kaiera - Fri, 2020/08/07 - 09:00
Uxue Razkin “Ia denaren historia labur bat liburua esku artean hartzen duzunean eta lehenengo orrialdeak irakurtzen dituzunean, konturatzen zara ezer gutxi dakizula inguratzen zaituen guztiaz –zientzia edonon dago, baita gugan ere–. Eta hori da gerta dakizukeen gauzarik ederrena.”

Unibertsoari neurria hartzea bezain zaila da zientziaren historia laburbiltzea. Biak ala biak lorpen gogoangarriak dira, zalantzarik gabe. Bada, bereziki bigarren ideiak meritua baduela uste dut. Bill Bryson idazleak hori erdietsi du; zientzia(k) Ia denaren historia labur bat liburuan sartzea, alegia.

Iraganean murgildu gaitu, unibertsoa eraiki zen istant hartan. Eta hortik aurrera dena. Edo ia dena. Besteak beste, astronomia, fisika, geologia, paleontologia, kimika eta genetika bezalako alorrak jorratu ditu honetan, eta oso fin, gainera. Lan zaila dirudien arren, historia ez baita egun batetik bestera eraikitzen (eta unibertsoa?), erraztasun handiz egiten du jauzi diziplina batetik bestera. Aurkikuntzak, eureka momentuak, eta horien inguruan orbitatu zuten zientzialarien biografia laburrak aurkituko ditu irakurleak. Eta anekdotak zein bitxikeriak ez dira faltako liburuan zehar, jakina; horrelako ugari tartekatzen baititu azalpenari arintasuna emateko asmoz. Alde horretatik, oso irakurketa atsegina da.

Esaterako, Robert Evans artzainaren begietatik izarren iragana ezagutuko dugu, Newtonen legeak behingoz argitzeko aukera izango dugu, baita Dimitri Ivanovich Mendeleyev kimikako elementuak nola ordenatzen hasi zen jakingo dugu ere. Era berean, oso garrantzitsuak diren kontzeptuak azalduko dizkigute: erlatibitatearen teoria, atomoak, plaken tektonika, eta genomak kasu. Etenik ez duen haria sortu du Brysonek.

Argitalpenaren fitxa:
  • Izenburua: Ia denaren historia labur bat
  • Egilea: Bill Bryson
  • Itzultzailea: Ixiar Iza Agirre
  • Argitaletxea: Elhuyar edizioak
  • Orrialdeak: 454
  • ISBNa: 978-84-92457-08-3

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Egileaz: Uxue Razkin (@UxueRazkin) kazetaria da.

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Estar obeso se parece mucho (demasiado) a envejecer

Cuaderno de Cultura Científica - Thu, 2020/08/06 - 11:59

María Josefa García Barrado

Foto: Michal Jarmoluk / Pixabay

Una de las cuestiones que más ha preocupado al ser humano a lo largo de la historia ha sido, y sigue siendo, el envejecimiento y la enfermedad. El profesor de Medicina de la Harvard Medical School, William Chin, aseguraba que “la necesidad humana de medicinas para aliviar el sufrimiento, curar enfermedades y retrasar el envejecimiento es a la vez atemporal y personal”. Sin embargo, y a pesar de los grandes avances que se han producido en el ámbito sanitario a lo largo de los siglos XX y XXI, últimamente se han extendido otras enfermedades, como la obesidad, consecuencia de las mejoras socioeconómicas de la población, que no son precisamente benignas.

Las autoridades sanitarias mundiales, entre ellas las españolas, coinciden en definir la obesidad como una pandemia. Por ello, y en plena crisis de la COVID-19, olvidarla sería totalmente injusto. Máxime después del periodo de confinamiento obligatorio en el que muy probablemente los indicadores de la obesidad se hayan incrementado.

¿Existen rasgos comunes entre la obesidad y el envejecimiento?

La obesidad es un problema de salud global que generalmente va asociado con otras enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Entre ellas, la hipertensión, dislipemias, y diabetes mellitus tipo 2. Los estudiosos del tema llevan años planteándose cuestiones como: ¿por qué los obesos presentan elevados índices de mortalidad prematura? O lo que es lo mismo, ¿por qué viven menos? En este contexto, todo apunta a que existen importantes similitudes entre la obesidad y el envejecimiento.

Investigadores del grupo de Madhan Subramanian de la Universidad de Oklahoma (EE UU) publicaban en 2018 un interesante estudio al respecto. En él afirmaban que la obesidad y el envejecimiento comparten una sobreestimulación crónica el sistema nervioso simpático. Esta alteración del sistema nervioso autónomo contribuye al desarrollo de múltiples enfermedades cardiovasculares, entre otras la hipertensión. Su origen es multifactorial, e incluye el envejecimiento de las células gliales detectada en la obesidad.

Por otra parte, la mayoría de los investigadores coinciden en vincular obesidad con un generalizado (aunque moderado) aumento de los niveles de moléculas proinflamatorias –como las citoquinas– en el organismo. Esta situación también es compartida con el proceso fisiológico del envejecimiento.

¿Con la obesidad se envejece antes?

La revista Obesity Review publicaba recientemente un artículo titulado “Obesidad y envejecimiento, dos caras de la misma moneda”. Los autores de esta revisión –Santosa, Tam y Morais, de la Universidad Concordia de Montreal– nos introducían en una verdadera encrucijada. Ellos conseguían que nos planteáramos si estar obeso se parece demasiado a envejecer.

La respuesta a este interrogante se halla en el propio artículo. En él se explican los mecanismos desencadenantes de la rápida aparición de enfermedades crónicas en la obesidad y que viajan paralelos a los del envejecimiento. Los autores analizan diferentes aspectos que abarcan desde la biología celular hasta el estudio en tejidos de pacientes obesos. Estos descubrimientos se sustentan en 238 artículos científicos.

A nivel molecular, se ha demostrado que la obesidad favorece la senescencia celular y la apoptosis (o muerte celular programada). A este evento le suele acompañar una disfunción en las mitocondrias, el orgánulo responsable de las reacciones metabólicas redox. Eso explica por qué el inadecuado funcionamiento mitocondrial conlleva una inflamación crónica y un aumento de especies reactivas o radicales libres. Un comportamiento muy similar al que se desarrolla en la senectud.

En condiciones normales, el proceso fisiológico de la autofagia corrige estos desajustes. En concreto, la autofagia funciona como un eficiente barrendero, que recoge y recicla todos los residuos, por ejemplo proteínas defectuosas o exceso de radicales libres, para luego transformarlos en energía. Sin embargo, en la obesidad la autofagia está frenada. Y eso da como resultado una mayor agregación de proteínas defectuosas, que son características comunes con el envejecimiento. Con ello se refuerzan los mecanismos asociados a la senescencia celular.

No acaban ahí las coincidencias. En nuestro país, investigadores del CNIO como la doctora María Blasco han realizado importantes avances en el conocimiento de los telómeros y su implicación en el envejecimiento. Los telómeros son las tapas protectoras de los extremos de los cromosomas y actúan como temporizadores celulares. Su longitud marca el número de divisiones celulares hasta que se produce la muerte celular. El desgaste de los telómeros en el envejecimiento se ha observado también en la obesidad.

Todos estos datos marcan un antes y un después en el análisis de las patologías asociadas a la edad.

La COVID-19 se ceba con los obesos, además de con los ancianos

Para colmo, se ha vinculado la obesidad con un aumento de enfermedades neurodegenerativas. La disminución en la cognición se atribuye a la presencia de inflamación neuronal. Asimismo, ambos procesos, obesidad y envejecimiento, van acompañados del debilitamiento en el sistema inmunitario. Con ello, el riesgo de infecciones aumenta.

De hecho, los obesos son más susceptibles de padecer los síntomas gripales al estar menos protegidos por la vacuna. Es más, en los últimos meses también se ha observado un empeoramiento de la sintomatología de la COVID-19 en pacientes ancianos y obesos.

A las alteraciones descritas se suma que la sarcopenia –caracterizada por una disminución de fuerza y la masa muscular–, la enfermedad de Alzheimer, además de algunos tipos de cáncer transcurren en obesos a través de mecanismos comunes al envejecimiento.

Desafortunadamente, los casos de obesidad están en continuo ascenso, y los itinerarios terapéuticos para combatir la enfermedad no han alcanzado aún resultados óptimos. Por tanto, encontrar nuevas estrategias para su tratamiento supone un reto en la sociedad actual y debería ser un compromiso de todos.

Sobre la autora: María Josefa García Barrado es profesora titular de farmacología en la  Universidad de Salamanca

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Artículo original.

El artículo Estar obeso se parece mucho (demasiado) a envejecer se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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El estudio algebraico de algunos tipos de leyes matrimoniales

Cuaderno de Cultura Científica - Wed, 2020/08/05 - 11:59

 

Les structures élémentaires de la parentéLas estructuras elementales del parentesco– es el título de la tesis defendida por el antropólogo Claude Lévi-Strauss en 1948 –revisada y publicada en 1949– en la que sostenía la teoría de la alianza.

El antropólogo recurrió a un amigo, el matemático André Weil, para axiomatizar los sistemas de parentescos que describía en su tesis. De hecho, Weil escribió un apéndice –Sur l’étude algébrique de certains types de lois du mariage (Sobre el estudio algebraico de algunos tipos de leyes matrimoniales)– que Lévi-Strauss incorporó a la primera parte de su tesis.

Claude Lévi-Strauss y André Weil.

 

En sus notas autobiográficasi, André Weil dedicaba varios párrafos a este episodio con Lévi-Straussii:

A New York, [Lévi-Strauss] s’était lancé dans un vaste travail de sociologie théorique qui devint sa thèse de doctorat (aujourd’hui célèbre) sur les structures élémentaires de la parenté. Un jour, dans l’étude d’un certain type de mariage, il se heurta à des difficultés inattendues et pensa qu’un mathématicien pourrait lui venir en aide.

D’après ce qu’ont observé les sociologues travaillant « sur le terrain », les lois de mariage des tribus indigènes d’Australie comportent un mélange de règles exogamiques et endogamiques dont la description et l’étude posent des problèmes combinatoires parfois compliqués. Le plus souvent le sociologue s’en tire par l’énumération de tous les cas possibles dans l’intérieur d’un système donné. Mais la tribu des Murngin, à la pointe Nord de l’Australie, s’était donné un système d’une telle ingéniosité que Lévi-Strauss n’arrivait plus à en dérouler les conséquences. En désespoir de cause il me soumit son problème.

Le plus difficile pour le mathématicien, lorsqu’il s’agit de mathématique appliquée, est souvent de comprendre de quoi il s’agit et de traduire dans son propre langage les données de la question. Non sans mal, je finis par voir que tout se ramenait à étudier deux permutations et le groupe qu’elles engendrent. Alors apparut une circonstance imprévue. Les lois de mariage de la tribu Murngin, et de beaucoup d’autres, comportent le principe suivant : « Tout homme peut épouser la fille du frère de sa mère, » ou, bien entendu, l’équivalent de celle-ci dans la classification matrimoniale de la tribu. Miraculeusement, ce principe revient à dire que les deux permutations dont il s’agit sont échangeables, donc que le groupe qu’elles engendrent est abélien. Un système qui à première vue menaçait d’être d’une complication inextricable devient ainsi assez facile à décrire dès lors qu’on introduit une notation convenable. Je n’ose dire que ce principe a été adopté pour faire plaisir aux mathématiciens, mais j’avoue qu’il m’en est resté une certaine tendresse pour les Murngin.

La tribu de los Murngin estudiada por Lévi-Strauss vivía en el noreste de la Tierra de Arnhem (Australia); su estructura de parentesco es bastante compleja. Más sencilla es la de la tribu de los Kariera que vivían en el noroeste. Según la descripción de Lévi-Strauss, los Kariera se dividen en cuatro clanes: Banaka, Karimera, Burung, Palyeri. Esta división rige, entre otros, los matrimonios –siempre con personas del sexo opuesto– y las filiaciones. Una persona Banaka se casa con una Burung y una Karimera con una Palyeri. Respecto a la descendencia, las hijas o hijos de un hombre Banaka y una mujer Burung son Palyeri, mientras que los hijos de un hombre Burung y una mujer Banaka son Karimera. Del mismo modo, los descendientes de un hombre Karimera y una mujer Palyeri son Burung, y los de una mujer Karimera y un hombre Palyeri son Banaka. Esto puede resumirse en la siguiente tabla:

André Weil estudió la situación propuesta por Lévi-Strauss, generalizándola a una tribu con n clanes, lo que le permitía tratar diferentes casos. Vamos a detallar en el caso n=4 el estudio de Weil con la situación propuesta por Lévi-Strauss. Sea K el conjunto de los clanes de la tribu Kaiera:

K= {Banaka, Karimera, Burung, Palyeri}.

Definimos tres permutaciones de K en K –f, p y m– que expresan las relaciones matrimoniales (f), las filiaciones patrilineales (p, tanto de padres a hijas/os como de hijas/os a padres) y las filiaciones matrilineales (m, tanto de madres a hijas/os como de hijas/os a madres) antes indicadas.

La tabla 1 puede entonces reescribirse en términos de funciones:

Observamos que una persona x tiene dos tipos de primos cruzados: los hijos e hijas de las hermanas de su padre y los hijos e hijas de los hermanos de su madre. El padre –y las hermanas del padre– de x son miembros del clan p(x); por lo tanto, los hijos e hijas de sus tías por parte de padre pertenecen al clan m(p(x)). La madre –y los hermanos (varones) de la madre– de x son miembros del clan m(x); por lo tanto, los hijos e hijas de sus tíos (varones) por parte de madre pertenecen al clan p(m(x)). En la tabla 3 se resumen estas propiedades (donde m◦p denota la composición de las funciones p y m):

Como m(p(x)) = p(m(x)) = f(x), se deduce que x puede casarse con m(p(x)) y p(m(x)). Es decir, una persona puede casarse con cualquiera de sus primos cruzados del sexo opuesto.

Observamos también que p◦p = m◦m = id, donde id es la función identidad (ver tabla 1). Una persona del clan x tiene entonces dos clases de primos paralelos: los hijos e hijas de las hermanas de su madre –ya que m◦m = id– y los hijos e hijas de los hermanos de su padre –por ser p◦p = id–. Como todos los primos paralelos de una persona pertenecen al mismo clan, se deduce que no pueden casarse entre ellos.

Si P={id,f,p,m} y se dota a este conjunto de la operación de composición de funciones, las anteriores relaciones dicen que el par (P,◦) es un subgrupo abeliano del grupo de las permutaciones de K. De hecho es (isomorfo a) el grupo de Klein, el menor grupo no trivial y no cíclico.

Este es un caso particular de estudio matemático de las estructuras de parentesco abordadas por Weil. Sin embargo, este modelo posee algunas dificultades pues permitiría teóricamente el matrimonio entre parientes directos de dos generaciones diferentesiii. Así que ha sido retrabajado por otros muchos matemáticos, como puede verse en las referencias propuestas.

Referencias

Notas:

iAndré Weil, Œuvres scientifiques / Collected Works (tomo 1), Springer-Verlag, 1979 (páginas 567-568).

ii[Traducido por la autora] En Nueva York, [Lévi-Strauss] se había embarcado en un vasto trabajo de sociología teórica que se convirtió en su (ahora famosa) tesis doctoral sobre las estructuras elementales del parentesco. Un día, al estudiar cierto tipo de matrimonio, encontró dificultades inesperadas y pensó que un matemático podría ayudarlo.

Según lo que han observado sociólogos que hacen «trabajo de campo», las leyes de matrimonio de las tribus nativas de Australia contienen una mezcla de reglas exógamas y endógamas, cuya descripción y estudio plantean problemas combinatorios a veces complicados. En la mayoría de los casos, el sociólogo sale adelante enumerando todos los posibles casos dentro de un sistema dado. Pero la tribu Murngin, en el extremo norte de Australia, presentaba un sistema de tal ingenio que Lévi-Strauss no era capaz desarrollar las consecuencias. Desesperado, me presentó su problema.

Lo más difícil para el matemático, cuando se trata de matemática aplicada, es a menudo comprender de qué se trata y traducir a su propio idioma los datos del problema. No sin dificultad, finalmente comprendí que todo se reducía a estudiar dos permutaciones y el grupo que generan. Entonces surgió una circunstancia imprevista. Las leyes de matrimonio de la tribu Murngin, y muchas otras, incluyen el siguiente principio: «Cualquier hombre puede casarse con la hija del hermano de su madre» o, por supuesto, el equivalente de ella en la clasificación matrimonial de la tribu. Milagrosamente, este principio equivale a decir que las dos permutaciones en cuestión son intercambiables, de modo que el grupo que generan es abeliano. Un sistema que, a primera vista, amenazaba con ser de una complicación enmarañada se vuelve así bastante fácil de describir una vez que se introduce una notación adecuada. No me atrevo a decir que este principio fue adoptado para complacer a los matemáticos, pero debo admitir que todavía conservo un cierto cariño por los Murngin.

iiiPor ejemplo, supongamos que una abuela Burung y un abuelo Banaka tienen una hija Palyeri. Imaginemos que la hija se casa con un hombre Karimera y que de esta unión nace una niña Burung. Esta niña Burung podría casarse entonces con su abuelo materno que es Banaka –o con un hermano de este–…

Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad.

El artículo El estudio algebraico de algunos tipos de leyes matrimoniales se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

Entradas relacionadas:
  1. Cuatro leyes consumadas siguiendo una banda de Möbius
  2. Repasando algunos objetos matemáticos notables
  3. Henri Cartan, un “bourbakista” especialista en teoría de haces
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Klimaz (I)

Zientzia Kaiera - Wed, 2020/08/05 - 09:00
César Tomé López Denis Diderot eta Jean D’Alembert ezagunen Encyclopèdie lanak, XVIII. mendearen erdialdean argitaratuak (1751-1772), klimaren hiru definizio ematen zituen. Lehenik, klima Lurraren inguruko latitude tarte bat zen, eta zabalera halakoa zuen non bere muga polarraren zirkuluan zehar egunik luzeenak gehiago irauten zuen –iraupen-neurria bat zelarik beti– bere muga ekuatorialaren zirkuluan zeharreko egunik luzeenak baino. Bigarrenik, klima lurralde bat zen, urtaro, zoruaren kalitate edo are «biztanleen heziketa» jakinak zeuzkana. Azkenik, hirugarren definizioak lurralde bateko klima eta tenperaturak edo «bero-graduak» parekatzen zituen. Klima, beraz, lurraldea zen definizio horien arabera, eta ez eguraldi-patroi tipikoa: geografiaz ari ziren, meteorologiaz baino.

Geografoak Antzinate Klasikotik zebiltzan eztabaidatzen klimaz eta kulturarekin zeukan loturaz. Tradizio horren iturria bilatzeko orduan, Hipokratesen aire, ur eta lekuei buruzko trataturaino egin genezake atzera; bertan, populazioaren izaera haizeari (airea), ur-horniduraren jatorriari (ura) eta lurrari berari zein bere kokapenari (lekuak) egozten zitzaien, baita dietari, higieneari, ohiko zereginei eta bestelakoei ere. Hain zen boteretsua ikuspuntu hipokratikoa, ezen Encyclopèdiearen editoreek Montesquieuri eskatu baitzioten bildumaren artikulu hori idazteko. Izan ere, bere De l’esprit des loix lanean gaiaz aritu eta gero (1748), zaila baitzen ezer eranstea halako gai ezagunez.

Irudia: Shikaribetsu laku izoztua, Japonian. Geografoak Antzinate Klasikoan klima kulturarekin lotura zeukala pentsatzen zuten. (Argazkia: Free-Photos – Pixabay lizentziapean. Iturria: pixabay.com).

XVIII. mendearen azken laurdena baino lehen, geografiaren ibilbideak zerikusi gutxi zeukan meteorologiarekin. Geografoen meteorologiari buruzko baieztapenak beti izaten ziren oso orokorrak eta kualitatiboak, eta ez zieten atarramendurik ateratzen gero eta ugariagoak ziren behaketa meteorologiko egokiei. Bestalde, eta egungo irizpideei erreparatuta paradoxa iruditu dakigukeen arren, meteorologoek ez zeukaten inolako interesik kliman. Eguraldia aurreikusteko patroi errepikatuak eta nekazaritzan nahiz osasunean zer eragin zeukaten aurkitzea zen meteorologoen helburu nagusia.

XVIII. mendearen bukaeran, gero eta zehatzagoa zen tresneria, gailu asko sortu ziren elkarte zientifikoen bultzadarekin, eta datu meteorologiko fidagarri andana bildu zen horri esker. Meteorologoak, ordea, ez ziren horregatik hasi klima ulertzen: ez zituzten puntu askotako behaketa meteorologikoak erabili denboraldi- eta espazio-tarteetan zehar eguraldiak duen batasuna ulertzeko. Horri dagokionez, egokia izan daiteke Kant-ek bere garaiko zientzia naturalei egindako kritika aipatzea: «[zientzia naturalek objektuak] bata bestearen atzean pilatuta [jartzen dituzte], besterik gabe, gauzen izaera askotarikoa ondorioztatzeko osotasuna [kontuan izan beharrean]».

Paradoxa bada ere, tradizio hipokratiko handiak ekarri zuen, XVIII. mendearen bukaeran, hurbilketarik onena meteorologia, behaketa zehatzak eta geografia uztartu ahal izateko: medikuntza zen hurbilketa hori, edo, hobeto esanda, topografia medikoa. Frantzian topa dezakegu adibiderik egokiena. Bertan, Medikuntzaren Errege Elkarteak frantziar lurralde osoan zehar zeuden medikuei eskatu zien erresumako leku bakoitzeko ingurumenaren ezaugarriak izpiritu hipokratikoari jarraituz deskribatzeko. Partaideek, beraz, hiru oinarriak uztartzen zituzten: behaketa meteorologikoak, «aire, ur eta lekuen» deskribapenak eta herrietako biztanleriari buruzko informazioa. Horren helburua «Frantziako mapa topografikoa» argitaratzea zen. Ahalegin hura klimatologiaren lehen tratatua bihurtu aurretik, ordea, Iraultzak itxi egin zuen Errege Elkartea.

Edonola dela, benetako klimatologia ager zedin, zientzialariei zaila egiten zaien baldintza behar zen: filosofia-aldaketa, mundu-ikuskera berria. XIX. mendean heldu zen hori.

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Egileaz: Cesár Tomé López (@EDocet) zientzia dibulgatzailea da eta Mapping Ignorance eta Cuaderno de Cultura Cientifica blogen editorea.

Itzulpena: Lamia Filali-Mouncef Lazkano

Hizkuntza-begiralea: Xabier Bilbao

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La carga de las partículas radiactivas

Cuaderno de Cultura Científica - Tue, 2020/08/04 - 11:59
Foto: Divjot Ratra on Unsplash

Otro experimento realizado para estudiar los rayos emitidos en la radioactividad fue hacerlos pasar por un campo magnético para ver hasta qué punto se desviaban de sus direcciones iniciales por la acción del campo. Este método llegó a proporcionar una de las herramientas más utilizadas para el estudio de eventos atómicos y nucleares. Se basa en el hecho ahora familiar de que actúa una fuerza sobre una partícula cargada cuando esta se mueve a través de un campo magnético. Esta fuerza siempre actúa en ángulo recto con respecto a la dirección de movimiento de la partícula cargada. De aquí que la partícula experimente una desviación continua y, si pasa a través de un campo uniforme en ángulo recto, se mueva siguiendo un arco de círculo.

Esta propiedad había sido utilizada en la década de 1890 por J.J. Thomson en sus estudios sobre los rayos catódicos. Demostró que estos rayos consisten en partículas muy pequeñas cargadas negativamente, o electrones. Becquerel, los Curies y otros descubrieron que los rayos alfa, beta y gamma se comportaban de manera diferente en un campo magnético. El comportamiento de los rayos se ilustra en la figura siguiente.

Efectos de un campo magnético sobre las partículas radiactivas. a) Los rayos alfa, beta y gamma de una muestra radiactiva se hacen pasar por un campo magnético uniforme y en ángulo recto a la dirección de propagación. b) Sin campo magnético. c) Con un campo magnético débil. d) Con un campo magnético más fuerte. e) Con un campo magnético muy fuerte. Fuente: Cassidy Physics Library

Supongamos que colocamos una muestra de material radioactivo, uranio por ejemplo, en el fondo de un agujero estrecho y algo profundo que hemos hecho en un bloque de plomo. Por la boca del agujero saldrá un haz estrecho de rayos alfa, beta y gamma. Si colocamos un campo magnético lo suficientemente fuerte y uniforme (como en los últimos dos dibujos), los tres tipos de rayos seguirán trayectorias diferentes. Los rayos gamma continúan en línea recta sin ninguna desviación. Los rayos beta se desviarán hacia un lado, moviéndose en arcos circulares de radios diferentes. Los rayos alfa se desviarán ligeramente hacia el otro lado, moviéndose en un arco circular de gran radio [1]

La dirección de la desviación de los rayos beta en dicho campo magnético es la misma que se observó anteriormente en los estudios de Thomson sobre las propiedades de los rayos catódicos. Se concluyó, por lo tanto, que los rayos beta, como los rayos catódicos, consisten en partículas cargadas negativamente. [2]

Como la dirección de la desviación de los rayos alfa era opuesta a la de los rayos gamma, se deduce que los rayos alfa consisten en partículas cargadas positivamente. Como los rayos gamma no se desvían en absoluto, se sigue que son neutros, es decir, no tienen carga eléctrica neta.[3][4]

Notas:

[1] El experimento no se hace en el vacío, por lo que tras pasar por el campo magnético el aire los absorbe rápidamente.

[2] Los Curies confirmaron la carga negativa de los rayos gamma en 1900 usando un electroscopio.

[3] La radiación electromagnética es neutra, al igual que las partículas que transportan cantidades iguales de carga positiva y negativa.

[4] No se puede sacar ninguna conclusión de este tipo de experimento sobre si los rayos gamma son, o no, partículas.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

El artículo La carga de las partículas radiactivas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

Entradas relacionadas:
  1. Rayos alfa, beta y gamma
  2. Trayectorias de las partículas cargadas en un campo magnético
  3. Las partículas de los rayos catódicos
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Preparados para matar: a modo de conclusión

Cuaderno de Cultura Científica - Mon, 2020/08/03 - 11:59

 

Nada tiene sentido en biología excepto a la luz de la evolución”.

Theodosius Dobzhansky, 1973.

El tiro lo pega el asesino, no sus genes”.

Reyes Calderón. En una entrevista en El Norte de Castilla, 10 de octubre de 2010.

Una vez explicado por todos los factores sociopsicológicos imaginables, el crimen sigue siendo el misterio de nuestra especie”.

Daniel Pennac.

Así podría razonar tanto a priori como a posteriori”.

Bert Leston Taylor (1866-1921), poeta y escritor, al comentar los dos cerebros de los dinosaurios, uno en la cabeza y otro en la cola.

Foto: Tbel Abuseridze / Unsplash

Ya que nunca he comprendido por qué nos matamos unos a otros, y la única explicación que me parece plausible viene de la psicología evolutiva y de los mecanismos de selección natural aplicada a la conducta humana, permítanme presentar los siguientes argumentos en defensa de un enfoque que, lo he experimentado, tanto molesta.

Una de las características más sorprendentes de la violencia, y en último término, del asesinato en nuestra especie es que nadie pone en duda este comportamiento. La violencia es algo asumible, consustancial a nuestra especie y muchos, aunque haya quien lo niegue, la usan, o la usamos, con mayor o menor intensidad y frecuencia, si se dan las circunstancias adecuadas.

Cerca de la aldea de Koszyce, en el sur de Polonia, Hace unos 5000 años

El grupo que excavó el yacimiento, dirigido por Hannes Schroeder, de la Universidad de Copenhague, encontró una tumba con 15 cadáveres de hombre mujeres y niños, muertos con golpes en la cabeza. El análisis de ADN demostró que eran miembros de una misma familia. Son siete mujeres y ocho hombres y, entre ellos, hay tres niñas.

Los hallazgos en la ciencias de la evolución pueden ayudar a entender y a formar y guiar las decisiones colectivas que debemos tomar sobre los actos de violencia. La perspectiva evolutiva nos da un enfoque útil para conocer la violencia en nuestra especie. Somos seres biológicos que se relacionan entre sí y coevolucionan con otros humanos y con otras especies. Un paradigma evolutivo puede enriquecer el conocimiento de uno mismo, de nuestra especie y de nuestro entorno. El futuro sin violencia pasa por conocer sus causas con nuevos conocimientos en neurociencias y en genética, y por cambios en las conductas. Así, quizá podamos mitigar y, finalmente, erradicar la violencia, por lo menos entre individuos. Soy poco optimista sobre acabar con la violencia entre grupos, pero se puede conseguir que esté controlada y sea menos dañina y letal.

Biblia de Jerusalén, Josué 6: 21.

Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ovejas y asnos, a filo de espada”.

Josué 8: 25.

El total de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue 12000, todos los habitantes de Ay”.

Josué 8: 28.

Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en una ruina, en desolación hasta el día de hoy”.

La eliminación de la violencia se ha intentado en nuestra historia por muchos individuos e instituciones. Incluso hay quienes han promovido movimientos a favor de la paz que, de inmediato, han sido despreciados y deshumanizados por quienes se oponen a ellos y han procurado eliminarlos. A veces, se ha conseguido la paz por quienes han luchado para ello pero, a la larga, la violencia ha vuelto al comportamiento de nuestra especie.

Pero, ya lo he mencionado, hay datos, muchos datos que demuestran que el número de asesinatos está disminuyendo en países de todo el mundo. Sergio Parra, en el blog Yorokobu, recoge que, en España, en 2003 hubo 587 homicidios y en 2013 fueron 302. O, en Nueva York, en 1975 fueron 22 muertos por cada 100000 habitantes, y en 2005 fueron 6. Por su parte, el historiador Ian Morris apunta que el porcentaje de muertes violentas fue entre el 10% y el 20% en el Neolítico, entre el 2% y el 5% en imperios clásicos como el romano o los persas, y del 1%-2% en el siglo XX.

Primera Cruzada, 1096-1099.

Karen Armstrong, en sus Campos de sangre, transcribe que “mataron a todos los turcos y sarracenos que encontraron”. Los mataron a todos, hombres y mujeres. La sangre corría por las calles. Se reunió a los judíos en la sinagoga y se les pasó por la espada, y unos diez mil musulmanes que buscaron la salvación en el santuario en el Haram-al-Sharif fueron brutalmente masacrados. “Se veían montañas de cabezas, manos y pies: la sangre llegaba a las rodillas. De hecho, que el lugar estuviera empapado por la sangre de los infieles constituía el justo y espléndido juicio de Dios”.

Estos porcentajes se han corroborado desde otro enfoque muy distinto. El grupo de José María Gómez, de la Universidad de Granada, revisó los datos de violencia letal en mamíferos y su legado filogenético hasta nuestra especie. Calcularon que el porcentaje de muertes en Homo causadas por violencia entre individuos está en el 2%, con un descenso paulatino hasta la actualidad, como propone Morris.

La violencia es el producto de la evolución de mecanismos que ayudaban a nuestros antepasados a conseguir recursos para la supervivencia y la reproducción. Así, sus genes, violentos, pasaban a las siguientes generaciones. Contaba Napoleon Chagnes que, entre los yanomamis del Amazonas, uno de cada cuatro muere violentamente, y dos de cada cinco participan en al menos un homicidio. Y los asesinos, los que matan, tienen tres veces más hijos que los que no lo hacen. Fue así durante millones de años, y pretender que desaparezcan sin más y sin mucho esfuerzo es una ilusión.

Matanza de los indios pequot, 1637

Lo cuenta William Bradford y lo transcribe Karen Armstrong: “Quienes escaparon al fuego perecieron por la espada; algunos fueron despedazados, y muy pocos escaparon. En aquella ocasión mataron a unos cuatrocientos. Verlos quemarse en el fuego era una terrible visión, y los ríos de sangre enfriándose, y era horrible el hedor, pero la victoria parecía un dulce sacrificio, y se ofrecieron plegarias a Dios, que tan maravillosamente se había portado con ellos”.

La violencia puede ser una necesidad para defendernos a nosotros mismos, a los más cercanos, a nuestro grupo o a otros individuos que consideremos débiles y oprimidos. Si eliminamos la violencia, algunos opinan que dejamos de lado nuestros mecanismos de defensa contra aquellos que clasificamos como criminales, opresores o genocidas. Siempre hay quien está dispuesto a atacar a los buenos, a los débiles, a los pacíficos, en otra de las conductas humanas típicas y habituales. Incluso si se controla la violencia, siempre habrá violentos que deban controlarla y, antes o después, volverán esa violencia contra quienes dicen que defienden. Así, desde la evolución ganarán pues tendrán más recursos para sobrevivir y para reproducirse. Opino que, como ven, solo hay dos alternativas: o eliminamos la violencia o no hacemos nada. Y todavía, ni como especie ni como cultura, hemos encontrado un camino aceptable contra la violencia entre humanos.

Rebelión en La Vendée, 1793-1796

Nos lo cuenta Karen Armstrong:

Atravesad con las bayonetas a todos los que encontréis en vuestro camino. Sé que puede haber algunos patriotas en la región: no importa, hemos de sacrificarlos a todos”. “Todos los bandidos en posesión de armas o sospechosos de haberlas poseído serán pasados por la bayoneta. Actuaremos igual con mujeres, muchachas y niños … no se perdonará a los sospechosos. La Vendée ya no existe. Siguiendo las órdenes que he recibido, he aplastado a niños bajo las pezuñas de nuestros caballos, y masacrado a mujeres … Los caminos están atestados de cadáveres”.

La Revolución Francesa asesinó a doscientas cincuenta mil personas.

Hay, sin embargo, un camino para atenuar la violencia, por lo menos cierto tipo de violencia. En general, en los países desarrollados hay menos violencia, menos asesinatos y menos delitos. Por lo menos en muchos países y culturas aunque, es evidente, no en todos los países ricos. No olvidemos Estados Unidos, con su escaso control de armas y la pena de muerte, Rusia en Chechenia, China y sus ejecuciones o Brasil y Filipinas y la violencia mafiosa e institucional o la destrucción de tribus en el Amazonas.

Es evidente que se ha conseguido mitigar el uso de la violencia porque la riqueza de algunos países permite que todos los miembros del grupo reciban suficientes recursos para sobrevivir y reproducirse y, por tanto, a atenuar sus impulsos evolutivos como especie. Además, en estas sociedades, más grandes y pacíficas hacia adentro, hay educación para el control de las conductas violentas, aunque, en realidad, no sea contra la violencia en sí. Por ejemplo, son estos países ricos los que tienen los ejércitos más potentes y con armamento más mortífero y personal entrenado más letal. Disminuye la violencia en el interior de sus sociedades pero, hacia el exterior, está institucionalizada y produce muchas muertes. Estos grandes estados tienen las armas nucleares y algunos todavía mantienen la pena de muerte. Lo que ocurre con la guerra, sobre todo con las guerras mundiales del siglo XX, ha provocado que algunos investigadores nieguen que la violencia haya disminuido. Es un debate todavía abierto. Quizá la tasa de muertes ha disminuido pero es indudable que, llegado el caso, son igualmente violentos los que viven en pequeños grupos como los que pertenecen a grandes estados.

Ejecución en Roma, 1844, El Conde Montecristo

Alejandro Dumas describe una ejecución en la Plaza del Popolo de Roma:

El condenado intentó levantarse, pero antes de que le diera tiempo, la maza se abatió sobre su sien izquierda; se oyó un ruido sordo y velado, el ajusticiado cayó como un buey, con la cara pegada al suelo, después de un contragolpe, se dio la vuelta sobre la espalda. Entonces el verdugo dejó caer la maza, sacó el cuchillo del cinturón, y de un solo tajo le abrió la garganta, y, subido sobre el vientre del condenado, se puso a aprisionarle con los pies. A cada presión, un surtidor de sangre salía del cuello”.

Y, para terminar, hay que corregir la idea equivocada de que unos mecanismos psicológicos evolucionados, como los que son la base de la violencia, implican, sin más, un determinismo biológico. Según Steven Pinker, cinco serían las conductas que llevan a la violencia: depredación, dominación, venganza, sadismo e ideología.

Como decía Reyes Calderón, quien mata no son los genes, son los asesinos. Nuestra especie siempre tiene capacidad de elegir, sobre todo si a los individuos se les educa para hacerlo. Los genes reaccionan cuando son estimulados por la información externa adecuada. En el caso de la violencia, utilizarla de manera habitual es enormemente costoso, tanto para quien la usa como para quien la sufre, y, desde la evolución, se ha seleccionado que solo se active con estímulos muy concretos y específicos. Y, de nuevo Steven Pinker, hay cuatro conductas que moderan la violencia: compasión, autocontrol, moralidad y razonamiento.

En el Amazonas, a principios del siglo XX.

El periodista y viajero estadounidense Fritz W. Up de Graff nos cuenta:

La victoria es para los indios del Alto Amazonas la señal para dar principio al más odioso e importante de todos sus ritos … Habiendo dejado el enemigo tras de sí los muertos y moribundos los vencedores avanzaban para apoderarse de los despojos más preciados de la batalla, las cabezas. Con hachas de piedra, machetes de madera de chonta y conchas afiladas en la arena, iban de un cadáver a otro cortando y reuniendo sus horrendos emblemas de victoria … Yo mismo tuve ocasión de presencias la suerte de una mujer huambisa que cayó al suelo herida por tres lanzas … Los aguarunas, ansiosos por cortar su cabeza, empezaron la obra cuando la infeliz estaba aún viva, aunque incapaz de defenderse. Mientras uno le retorcía la cabeza, otro la sujetaba en tierra y un tercero empezó a darle tajos en el cuello con su hacha de piedra. Por último, me llamaron para que les prestara mi machete, arma mucho más a propósito para ejecutar la operación empezada … Cualquier intervención por mi parte hubiera equivalido a un suicidio”.

No podemos justificar la violencia actual porque sirvió como adaptación y por selección natural a nuestros antepasados. Ya he mencionado que una explicación evolutiva de la violencia no implica que sea inevitable o imposible de prevenir. Comprender las causas de la violencia y de los asesinatos no implica que sea deseable, inevitable o que no deba ser erradicada. El estudio de la violencia desde una perspectiva evolutiva, analizar los contextos en que aparece, y los estímulos que la provocan puede llevarnos a conocer mejor los mecanismos que llevan a la violencia, lo que nos colocará en una posición mejor para controlar la activación de esos mecanismos.

Acabemos. Somos lo que somos y aceptamos que venimos, aunque haya todavía quien lo dude, de ancestros del grupo de los primates. Nuestros pies y el andar bípedo, nuestras manos y su capacidad de, nunca mejor dicho, manipulación, el cerebro, nuestros estómago y nuestro hígado y nuestra digestión, los riñones y el pene o la vagina, los ojos y las orejas, hasta el pelo, si algo queda, son el resultado de la selección natural y de la evolución y, todo ello, lo encontramos en los primates. Todo lo aceptamos excepto, para muchos, que nuestra psicología, el pensamiento, las emociones y las conductas tengan el mismo origen. Incluso se puede decir que aceptamos el cerebro pero en absoluto aceptamos las funciones de ese cerebro, o sea, lo que hace. Entre lo que no aceptamos es que la violencia también sea el resultado de los procesos evolutivos.

Somos unos 10 millones de especies en el planeta, y quizá muchos cientos de millones en la historia de la vida, y todas las especies, lo aceptamos, son consecuencia de la evolución. Todas menos, para muchos, nuestra mente. Es un hecho extraordinario afirmar que nuestra mente no es resultado de la evolución. Es el único caso. Y como se les exige a los que practican las pseudociencias, una afirmación extraordinaria debe ser probada con un experimento extraordinario. Es lo que debemos exigir, lo que exijo, a los que defienden la extraordinaria exclusividad de la mente humana. Adelante con ello. Mientras tanto, aprendamos de la violencia para conocernos mejor.

Foto:  Luz Fuertes / Unsplash

Ordizia, 1986: Yoyes y Kubati en la Plaza Nueva

El 10 de septiembre de ese año, Yoyes paseaba por la Plaza Nueva de su pueblo, Ordizia, con su hijo de tres años, Akaitz. Se acercan dos hombres. Uno de ellos, José Miguel Latasa, “Fermín”, la señala: “Es Yoyes”. El segundo, José Antonio López Ruiz, “Kubati”, le pregunta: “¿Eres Yoyes?”. A la respuesta afirmativa, dice “¿Sabes quién soy?”. “No”.- responde Yoyes. “Soy militante de ETA y vengo a ejecutarte”. Suenan dos tiros, Yoyes cae al suelo, y otro tiro más en la cabeza para rematarla. El hijo, Akaitz, le grita poco después a su abuela: “Abuela, dos hombres la han matado”.

El 21 de septiembre de 1994, en el diario Egin aparece una carta de Kubati:

“¡Cómo os gustaría que al que acusáis de matar a Yoyes os fuera pidiendo perdón de rodillas! No os preocupéis … que nunca pediré salir de la cárcel si antes tengo que hacerme merecedor de vuestro perdón y/o renunciar a mis ideas … Me despido de todos vosotros con desprecio y con el deseo esperanzador de que algún día, al poner la radio, oiga por ella una buena noticia que me alegre el día .. Por todo ello, y por mucho más: os odio”.

Guerra de Iraq: a principios de los noventa

Lo cuenta Tim Kelsey en el Independent on Sunday: un oficial iraquí dijo a sus padres que iban a liberar a su hijo y ”estaban llenos de alegría, cocinaron exquisiteces, y cuando oyeron que se aproximaban coches fueron a la puerta. Cuando sacaron del coche a Ahmad Quazabard, los padres vieron que le habían extirpado las orejas, la nariz y los genitales. Salió del coche con los ojos en las manos. Luego los iraquíes le dispararon, una bala de lleno en el estómago y otra en la cabeza, y dijeron a la madre que se cuidara de no mover el cadáver durante tres días”.

Bosnia, en diciembre de 1992

Lo cuentan José Antonio Marina y Javier Rambaud, según una noticia del 13 de diciembre de 1992 en el New York Times:

En Bosnia, unos soldados detienen a una muchacha con su hijo. La llevan al centro del salón. Le ordenan que se desnude. Puso el bebé en el suelo, a su lado. Cuatro chetniks la violaron. Ella miraba en silencio a su hijo, que lloraba. Cuando terminó la violación, la joven preguntó si podía amamantar al bebé. Entonces, un chetnik decapitó al niño con un cuchillo y dio la cabeza ensangrentada a la madre. La pobre mujer gritó. La sacaron del edificio y no se la volvió a ver más”.

Referencias:

Antolín, M. 2002. Mujeres de ETA. Piel de serpiente. Ed. Temas de Hoy. Madrid. 245 pp.

Ardrey, R. 1969. Génesis en África. La evolución y el origen del hombre. Ed. Hispano Europea. Barcelona. 457 pp.

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Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

El artículo Preparados para matar: a modo de conclusión se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

Entradas relacionadas:
  1. Preparados para matar: algunas ideas para el debate
  2. Preparados para matar: Guerra
  3. Preparados para una Catástrofe Ultravioleta
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Dozena erdi ariketa 2020ko udarako (2): Kartak ordenatu

Zientzia Kaiera - Mon, 2020/08/03 - 09:00
Ariketa fisikoa egitea osasungarria dela esaten digute behin eta berriro. Fisikoa bakarrik ez, buruari eragitea ere onuragarria da. Nagiak atera eta aurten ere, udako oporretan egiteko astelehenero ariketa matematiko bat izango duzu, Javier Duoandikoetxea matematikariak aukeratu ditu Zientzia Kaieran argitaratzeko. Guztira sei ariketa izango dira.

Gogoan izan ahalegina bera –bidea bilatzea– badela ariketa. Horrez gain, tontorra (emaitza) lortzen baduzu, poz handiagoa. Ahalegina egin eta emaitza gurekin partekatzera gonbidatzen zaitugu. Ariketaren emaitza –eta jarraitu duzun ebazpidea, nahi baduzu– idatzi iruzkinen atalean (artikuluaren behealdean daukazu) eta irailean emaitza zuzenaren berri emango dizugu.

Hona hemen gure bigarren ariketa: Kartak ordenatu.

2) Karta batzuetan idatzita daude bi zifrako lehen bederatzi zenbaki lehenak (11 da txikiena eta 41 da handiena). Kartak ordenatu nahi ditugu erregela hau betez: elkarren alboan dauden karten zenbakien aldea 2-ren berretura da. Zenbat modutan egin dezakegu?

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Ariketak “Calendrier Mathématique 2020. Un défi quotidien” egutegitik hartuta daude. Astelehenetik ostiralera, egun bakoitzean ariketa bat proposatzen du egutegiak. Ostiralero CNRS blogeko Défis du Calendrier Mathématiqueatalean aste horretako ariketa bat aurki daiteke.

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La barba humana

Cuaderno de Cultura Científica - Sun, 2020/08/02 - 11:59
Foto:  Logan Troxell / Unsplash

¿Se ha preguntado alguna vez acerca de la razón de ser de la cola del pavo real? Es espectacular, mucho más grande y colorida que la de la hembra. ¿Qué presión selectiva ha propiciado algo tan grande, aparatoso y lleno de color? Cuesta mantener un adorno de esas dimensiones y el coste van en detrimento de la satisfacción de otras necesidades.

La cola del pavo real, como muchos otros atributos, principalmente masculinos, se ha desarrollado en el mundo animal porque ha sido seleccionado por las parejas reproductivas, principalmente las hembras. Son rasgos que, al imponer un hándicap para la supervivencia y el potencial reproductor del macho, exigen a su poseedor un excelente estado de salud y forma física. Informarían, por ello, de su “aptitud” (fitness en términos darwinianos), de manera que las hembras se emparejarían con los machos que exhiben ese tipo de rasgos en sus versiones más exageradas. Serían los machos con “los mejores genes”, por así decir, los que mejor bagaje biológico pueden legar a su descendencia. Nada de esto es consciente, por supuesto. Se trata de mecanismos que operan de forma automática. A este proceso se le denomina selección sexual.

¿Se ha preguntado alguna vez por qué somos tan diferentes hombres y mujeres en lo relativo a la densidad del vello facial? Cuando un rasgo es muy diferente en los machos y las hembras de una especie, decimos que presenta dimorfismo sexual. Pues bien, en nuestra especie hay dimorfismo en lo relativo al vello facial. Formulemos ahora la pregunta en otros términos: ¿Se ha preguntado por qué los hombres tenemos barba y las mujeres no?

Probablemente responda que, como la cola del pavo real, la barba humana es el resultado de la selección sexual. Pensará, quizás, que las mujeres heterosexuales prefieren a los hombres barbudos como parejas. También una barba tiene sus contrapartidas: tiende a acumular restos de comida, atrae parásitos y, en algunos casos, dificulta la comunicación. Sin embargo, los hombres con barba son percibidos como más masculinos, dominantes y agresivos que los que vamos afeitados. Darwin, de hecho, pensaba que la barba era un ejemplo de selección sexual.

Seguramente no debe descartarse que la barba haya surgido en virtud de ese mecanismo. Sin embargo, hay posibilidades alternativas. La violencia física es mucho más frecuente entre hombres que entre mujeres, y cuando se pelean dos hombres, lo normal es que la cara sea el objetivo de los golpes. Le sonará eso de “le voy a partir la cara”, ¿no? De hecho, a eso se atribuye la anatomía ósea de la cara masculina, más robusta que la femenina.

Por esa razón se ha considerado la posibilidad de que la barba ofrezca protección física. Y lo que se ha observado mediante experimentos es que, efectivamente, protege los huesos de la mandíbula, que son los que con más facilidad se fracturan en las peleas entre dos individuos y cuyas consecuencias, antes de la llegada de la cirugía moderna, podían costar la vida. La protección se produce al reducir la fuerza del impacto sobre los tejidos subyacentes, gracias a la absorción y dispersión de la energía del golpe. El vello facial puede absorber hasta un 30% de la energía transferida mediante un impacto, una diferencia que puede resultar determinante de que se produzca o no la fractura de la mandíbula.

Estas conclusiones, no obstante, han de tomarse con cautela. Porque no siempre es posible deslindar el efecto de diferentes factores. Y esto es especialmente cierto si nos referimos a diferentes posibles presiones selectivas, que pudieron haber actuado a la vez, o también haberse sucedido en el tiempo.

Fuente: E A Beseris, S E Naleway, D R Carrier (2020): Impact Protection Potential of Mammalian Hair: Testing the Pugilism Hypothesis for the Evolution of Human Facial Hair Integrative Organismal Biology 2 (1) obaa005, https://doi.org/10.1093/iob/obaa005 

 

Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

El artículo La barba humana se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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Asteon zientzia begi-bistan #313

Zientzia Kaiera - Sun, 2020/08/02 - 09:00
Uxue Razkin

Medikuntza

Ba al zenekien ilea maiz garbitzeak ez duela eraginik ilearen osasunean? Artikulu honen bitartez jakin dugu xanpuek soilik ilearen itxura aldatu dezaketela baina ez haren osasuna. Dermatologia kontsultan sortzen diren ohiko zalantzak bildu ditu Ramon Grimalt medikuak. Esaterako, zein maiztasunekin garbitu behar dugu ilea? Edo zergatik erortzen zaigu hainbeste ilea? Ez galdu!

Osasuna

Pisua galtzearen harira, beti komeni da jakitea zeintzuk diren bakoitzak jarraitu behar dituen estrategiak. Ildo horri jarraiki, bost herrialdetako (Alemania, Estatu Batuak, Finlandia, Grezia eta Portugal) datuak biltzen dituzten 50 argitalpen zientifikoren emaitzak aztertu dituzte. Emaitzen arabera, pisua galtzeko eta ondoren mantentzeko gauzarik eraginkorrenak ariketa fisikoa egitea eta hartzen den energia eta koipea murriztea da.

SARS-CoV-2 birusaren kontrako txertoa bilatzeko bidean daude herrialde askotako ikertzaileak. Azken asteetan, hiru izan dira bereziki itxaropena piztu digutenak. Lehenengoa, Oxford Unibertsitatean ikertzen ari dira. Bigarrena, Txinan, eta hirugarrena, Estatu Batuetan. Txerto hautagai hauen inguruan aritu da Miren Basaras mikrobiologoa Berria egunkarian.

Biologia

Ikerketa batean ondorioztatu dutenez, hartz batek 14 urte behar ditu gizakiekin batera lurraldea partekatzen ikasi ahal izateko. Guztira, 1979-2019 urte tartean, 2.669 hartzen bizimoduak aztertu dituzte. Faktore hauek izan dituzte kontuan: heriotza tasak, mugimenduak, habitataren erabilera eta demografia.

Ingurumena

Ikerketa batek aditzera eman duenez, hartz zuriak desagertuko dira klima-aldaketaren ondorioz. Berrian irakur daitekeen moduan, 2100. urterako galduko direla ondorioztatu dute ikertzaileek. Hain zuzen ere, argitaratu duten txostenean, planetaren berotzeak Artikoko izotza murriztea eragingo duela adierazi dute eta, horrekin batera, hartz zuriak galtzea ekarriko duela.

Astrofisika

Desagertutako kumulu globular baten arrastoak aurkitu dituzte, Elhuyar aldizkariak azaldu digunez. Duela bi mila milioi urte Esne Bidearen grabitateak 62.000 argi-urtera zegoen kumulu globular bat birrindu zuen Fenix konstelazioan eta orain jakin dute egitura horrek izar-korronte baten itxura duela.

Asteon, NASAk Mars 2020 misioa abiatu du, Marten inoiz bizirik izan den aztertzeko asmoz. Perseverance ibilgailua bidali dute eta 2026. urtean itzuliko da Lurrera. Egitasmo honetan AVS euskal enpresak eta UPV/EHUk parte hartu dute. Berrian aurkituko dituzue xehetasun gehiago misio honen inguruan.

Geologia

Gaur egun oraindik glaziazioen jatorria modu egokian azaltzen duen hipotesirik ez dagoen arren, Zientzia Kaierako testu honetan historian zehar egindako ikerlanez, aurkikuntzez, eta horien atzean egon ziren geologo eta naturalistez hitz egin digute. Ez galdu!

Nekazaritza

Ikerketa batean ikusi dute nekazaritza bertikala oparoagoa izan litekeela. Bertan, hamar geruzez osatutako laborantza bertikala irudikatu dute, eta baldintza guztiak kontuan hartu dituzte: argi artifiziala, tenperatura edota CO2 maila. Kalkulatu dutenez, baldintzen arabera, hektarea bakar batean 700-1.940 tona gari hazteko moduan egongo lirateke. Elhuyar aldizkariak eman dizkigu xehetasunak.

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Asteon zientzia begi-bistan igandeetako atala da. Astean zehar sarean zientzia euskaraz jorratu duten artikuluak biltzen ditugu. Begi-bistan duguna erreparatuz, Interneteko “zientzia” antzeman, jaso eta laburbiltzea da gure helburua.

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Egileaz: Uxue Razkin (@UxueRazkin) kazetaria da.

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Juan Ignacio Cirac – P4K 2019: ¿Cómo serán los ordenadores cuánticos?

Cuaderno de Cultura Científica - Sat, 2020/08/01 - 11:59
Imagen: Michael Dziedzic / Unsplash

¿Qué es un ordenador cuántico? ¿Qué hace que sea diferente? Y, de ser posible, ¿cuándo es razonable esperar que podamos tener uno que haga cosas que no haga uno convencional? Juan Ignacio Cirac, director de la División Teórica del Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica y uno de los mayores expertos mundiales en información cuántica, responde a estas preguntas en esta excepcional conferencia.

La conferencia se impartió dentro del marco del festival Passion for Knowledge 2019 (P4K) organizado por el Donostia International Physics Center (DIPC).



Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por eitb.eus

El artículo Juan Ignacio Cirac – P4K 2019: ¿Cómo serán los ordenadores cuánticos? se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

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  1. Superordenadores del futuro, por Juan Ignacio Cirac
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