Mundos en miniatura
Para los naturalistas del siglo XIX, las fuentes de información principales son las colecciones, y para enriquecerlas se viaja hasta los últimos rincones del mundo. Los ejemplares se recogen directamente por los científicos, o por recolectores profesionales. Es tal la demanda que se desarrolla un amplio comercio especializado de compraventa.
Animales, plantas, minerales y fósiles se recolectan, se preparan para su conservación, se transportan y, finalmente, se guardan en colecciones, gabinetes y museos para ser investigados. No son trofeos ni elementos decorativos, sino instrumentos para lograr un conocimiento científico del mundo y del propio ser humano. El Real Seminario constituye una colección especialmente rica en colecciones zoológicas que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue custodiando valiosa información científica.