Cómo conseguir que la superhidrofobia dure

El CMA CGM Jules Verne puede transportar 16,000 contenedores
Los barcos, y no los automóviles y camiones, son los grandes contaminantes de nuestro planeta en lo que se refiere a transporte. Un solo barco de los grandes arroja tantas sustancias carcinogénicas a la atmósfera como 50 millones (sí has leído bien, millones) de coches. El transporte marítimo es responsable de hasta el 30 % de los óxidos de nitrógeno que los humanos emitimos.
Para cambiar eso en los laboratorios se buscan soluciones. Unas van en la dirección de cambiar el tipo de combustible que usan y otras en disminuir el consumo de combustible, sea este el que sea. Una de las vías para esto último es reducir la resistencia que el mar opone al avance del buque.
Recubrir el casco de un barco con un material fuertemente repelente al agua podría reducir la resistencia que al desplazamiento del barco ejerce el agua. Una forma conocida de este tipo de material superhidrofóbico funciona porque tiene una superficie áspera que atrapa un cojín de aire que hace de lubricante. Pero este tipo de material aún no se ha utilizado en los buques, ni tiene visos de que lo vaya a ser próximamente, ya que la capa de aire tiende a degradarse con el tiempo hasta desaparecer.
Ahora, investigadores de la Universidad de Peking (China) han identificado ciertas condiciones en el fluido que, de cumplirse, conducirían a una capa de aire más duradera. Aunque las condiciones podrían ser muy difíciles de cumplir para los buques, no dejan de tener mucho interés para otro tipo de aplicaciones.

Hoja de loto
La corta vida de la capa de aire es una dificultad muy conocida a la hora de encontrar uso comercial para los materiales superhidrofóbicos. Por ejemplo, cuando una hoja de loto, lo más de lo más en la superhidrofobia, se sumerge por debajo de 5 m de agua, la capa de aire se difunde y desaparece en menos de 2 min.
Los investigadores consideraron una superficie superhidrofóbica con un modelo termodinámico que explica la difusión del gas entre la capa de aire atrapado y el agua circundante. Encontraron que existe un estado de equilibrio en el que la cantidad total de aire en la capa no cambia, siempre que haya una cantidad suficiente de gas disuelto en el agua.
Controlar directamente la cantidad de gas disuelto en una masa de agua es complicado en el laboratorio, no digamos ya en el mar. Pero los experimentos del equipo con hojas de loto y superficies superhidrofóbicas artificiales muestran que este control se puede lograr indirectamente en sistemas sellados ajustando la presión del agua que actúa sobre la superficie. El equipo probó su idea en una hoja de loto, demostrando que podían extender la vida útil de la capa de aire a al menos cuatro horas, la duración máxima de sus experimentos.
Estos resultados indican que en la utilización de materiales hidrofóbicos habrá que tener muy presentes la presión del agua y las condiciones de flujo.
Referencia:
Yaolei Xiang et al (2017) Ultimate Stable Underwater Superhydrophobic State Phys Rev. Lett doi: 10.1103/PhysRevLett.119.134501
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Este texto es una colaboración del Cuaderno de Cultura Científica con Next
El artículo Cómo conseguir que la superhidrofobia dure se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El problema de la plantación de árboles en filas
Existen dos matemáticos por los que siento cierta admiración y de los que hemos hablado en varias ocasiones en la sección Matemoción del Cuaderno de Cultura Científica, son los ingleses Arthur Cayley (1821-1895) y James J. Sylvester (1814-1897), que además tuvieron una profunda relación científica y de amistad.

El matemático británico James J. Sylvester (1814-1897)
Sobre el primero acabo de terminar una biografía, “Cayley, el origen del álgebra moderna” para la colección Genios de las matemáticas de la editorial RBA, con cuya escritura he aprendido y disfrutado mucho. Sin embargo, en esta entrada no vamos a hablar de Arthur Cayley, sino de su colega y amigo James J. Sylvester, y de un problema que formuló en 1893, en la revista Educational Times.
Problema 11851: Demostrar que no es posible colocar cualquier número finito de puntos (en el plano) de forma que cada recta que pase por dos de ellos también pase por un tercero, salvo que todos los puntos estén contenidos en la misma recta.
Este problema, conocido en ocasiones como el problema de la línea de Sylvester o simplemente el problema de Sylvester, estaba relacionado con un problema más general, que suele recibir diferentes nombres, entre ellos, el problema de la plantación de árboles en filas, el problema del huerto o el problema de los puntos y las líneas, sobre el que estuvo trabajando Sylvester desde la década de 1860 hasta su muerte. En su versión general el problema se puede plantear así.
Problema: ¿Cómo pueden distribuirse n puntos en el plano (o quizás, n árboles en un huerto) formando filas, cada una de las cuales contiene exactamente k puntos (respectivamente, árboles), con el objetivo de obtener el mayor número de filas posibles? ¿Y cuál ese mayor número de filas posibles para cada n y k?
Sylvester había trabajado en la versión clásica en la cual las filas estaban formadas por tres árboles, es decir, el caso k = 3, como podemos observar en los problemas que planteó en Educational Times, en los años 1867 y 1886. Por ejemplo, en el problema 2473 (1867), que podéis ver en la imagen de abajo, planteó dos cuestiones: i) ¿Cómo plantar 81 árboles para que formen 800 filas con 3 árboles en cada fila?; ii) ¿Cómo plantar 10 árboles para que formen 10 filas con 3 árboles en cada fila?

“Problem 2473”, propuesto por J. J. Sylvester, en “Educational Times”, en 1867, con sus soluciones
Pero este era un problema que interesaba a más personas. Por ejemplo, como se menciona al final del problema 2473, el actuario inglés Wesley Woolhouse (1809-1893), editor de la famosa revista de matemática recreativa The Lady’s and Gentleman’s Diary, había publicado en la revista de problemas matemáticos The Mathematician que 15 puntos (árboles) podían ser colocados formando 26 filas, con 3 puntos (árboles) en cada fila.
Aunque la primera publicación en la que se mencionan problemas de plantación de árboles en filas fue el libro Rational Amusement for Winter Evenings (1821), de John Jackson, en el que se dedica todo un “capítulo” precisamente a estos problemas, “árboles plantados en filas”.

Página del libro “Rational Amusement for Winter Evenings” (1821), de John Jackson, con algunos problemas de “árboles plantados en filas”
Pero volvamos al problema de la línea de Sylvester (problema 11851 de Educational Times). Ni Sylvester, ni sus contemporáneos, consiguieron demostrar que no es posible colocar cualquier número finito de puntos en el plano de forma que cada recta que pase por dos de ellos también pase por un tercero, salvo que todos los puntos estén contenidos en la misma recta.
Cuarenta años después de la formulación del problema en Educational Times, aunque sin ser consciente de la existencia del mismo, el matemático húngaro Paul Erdös (1913-1996) conjeturó que el resultado era cierto, y lo publicó después en forma de problema en la revista American Mathematical Monthly (1943), formulado de la siguiente forma.
Problema de la línea de Sylvester (versión Erdös): Demostrar que si un conjunto finito de puntos del plano no están todos sobre la misma recta, entonces existe una recta con exactamente dos de los puntos.
La solución llegó rápidamente. En 1944 se publicaron dos demostraciones en la revista American Mathematical Monthly. Una de ellas, la del colega y amigo de Erdös, el matemático húngaro Tibor Grünwald, que posteriormente se cambiaría el nombre a Tibor Gallai, (1912-1992). Aunque no fue la primera en publicarse, parece ser que era previa a la publicación del enunciado del problema en la revista por parte de Erdös. La otra prueba era del matemático Robert Steinberg (1922-2014), por aquel entonces estudiante en la Universidad de Toronto (Canada). De esos años debía de ser también la demostración del matemático estadounidense Leroy M. Kelly (1914-2002), que es la que vamos a mostrar en esta entrada.
La demostración de Leroy M. Kelly del problema de Sylvester aparece recogida en El Libro de las demostraciones (Nivola, 2005), de los matemáticos Martin Aigner y Günter M. Ziegler, y de la que escriben que puede considerarse “simplemente la mejor”.
Recordemos que el matemático Paul Erdös solía hablar de EL LIBRO en el que Dios había escrito las demostraciones más bellas de entre todos los teoremas. Esta idea llevó a los matemáticos Martin Aigner y Günter M. Ziegler a escribir El libro de las demostraciones (Proofs from the BOOK) con el objetivo de incluir algunas de esas bellas demostraciones de las que hablaba Paul Erdös.
Dos entradas del Cuaderno de Cultura Científica en la que se recogen otras demostraciones de El libro de las demostraciones son:
A. Teorema de la galería de arte
B. Una bella demostración del Libro
Pero vayamos con la demostración de Kelly del problema de la línea de Sylvester. Es decir, vamos a demostrar que si un conjunto finito de puntos del plano no están todos sobre la misma recta, entonces existe una recta con exactamente dos de los puntos.
Demostración: Llamemos Ω al conjunto finito de los puntos del plano dados y Σ al conjunto de todas las rectas que pasan por al menos dos puntos de Ω. A continuación, consideramos todos los pares (P, r), donde P es un punto de Ω que no está en la recta r, de Σ, y todas las distancias de los puntos P a las rectas r, d(P, r), de todos esos pares. Y consideramos el par (Q, s) que nos da la distancia más pequeña de todas ellas. Ahora, llamemos R a la proyección ortogonal de Q sobre s, es decir, al punto de s más cercano a Q.
Vamos a demostrar que la recta s es la que verifica el resultado, es decir, que tiene exactamente dos puntos de Ω.
Supongamos que no es así y que la recta s tiene al menos tres puntos de Ω. Entonces existirán dos puntos P1 y P2 que están en el mismo lado de la recta s respecto de R y supongamos que P1 es el que está más cerca de R (como se muestra en la imagen), incluido el caso en el que P1 sea el propio R.
En tal caso, vamos a demostrar que la distancia del punto P1 a la recta r (que es la recta de Σ que pasa por Q y P2) es menor que la distancia de Q a s. Fijémonos en el triángulo QP1P2. Podemos afirmar que:
1. d(P1, P2) < d(Q, P2), ya que el ángulo que tiene como vértice P1 es obtuso (o recto);
2. calculando el área del triángulo desde dos puntos de vista distintos, obtenemos que
En consecuencia, de 1. y 2. se deduce que d(Q, s) = d(Q, R) > d(P1, r), como habíamos afirmado.
Que la distancia del punto P1, que pertenece a Ω, a la recta r, que pertenece a Σ, sea menor que la distancia de Q a s, es una contradicción con respecto a la elección del par (Q, s). En consecuencia, en la recta s no puede haber nada más que un punto de Ω a cada lado del punto R, es decir, hay dos puntos de Ω en total, como queríamos demostrar. QED
En una siguiente entrega de la sección Matemoción del Cuaderno de Cultura Científica abordaremos la historia de la solución del problema de la plantación de árboles en filas.
Pero vamos a terminar esta entrada con un par de problemas de ingenio del experto inglés en matemática recreativa Henry E. Dudeney (1857-1930). En sus libros, en particular, en Amusements in mathematics (1917), que fue publicado en castellano en tres partes, con el nombre conjunto de Diversiones Matemáticas (El acertijo del mandarín, Los gatos del hechicero y El misterio del muelle), también incluyó problemas de plantaciones de árboles en fila, que él llamó problemas de puntos y líneas.
En Diversiones matemáticas menciona un rompecabezas de este tipo atribuido al matemático inglés Sir Isaac Newton (1643-1727).
Rompecabezas de Newton: plantar 9 árboles de forma que formen 10 filas con 3 árboles en cada fila.
Y el segundo problema de este estilo, que incluimos aquí, lo planteó Dudeney como un problema militar, con una narrativa del problema no muy acertada en mi opinión. Es el problema Turcos y rusos (problema 213 de Amusement in Mathematics), que trasladamos aquí en la versión más simplificada de N. J. A. Sloane, que se recoge en el libro Viajes en el tiempo y otras perplejidades matemáticas, de Martin Gardner.
Turcos y rusos (versión de N. J. A. Sloane): Durante una batalla de la Primera Guerra Mundial, 11 soldados turcos fueron rodeados por 16 soldados rusos. Cada ruso disparó una vez y cada bala pasó exactamente por la cabeza de tres turcos. ¿Cómo estaban colocados los soldados turcos?

Martin Gardner (1914-2010), uno de los más grandes divulgadores de las matemáticas
Bibliografía
1.- Miodrag S. Petkovic, Famous puzzles of Great Mathematicians, AMS, 2009.
2.- James J. Sylvester, Problem 2473, Mathematical Questions from Educational Times 8, 1867, 106-107.
3.- James J. Sylvester, Problem 2572, Mathematical Questions from Educational Times 45, 1886, 133-134.
4.- James J. Sylvester, Problem 3019, Mathematical Questions from Educational Times 45, 1886, 134.
5.- James J. Sylvester, Problem 11851, Mathematical Questions from Educational Times 59, 1893, 98-99.
6.- John Jackson, Rational Amusement for Winter Evenings, Longman, Hurst, Rees, Orme and Brown, 1821.
7.- H. S. M.Coxeter, A Problem of Collinear Points, The American Mathematical Monthly, Vol. 55, No. 1, 1948, 26-28.
8.- L. M. Kelly, W. O. J. Moser, On the Number of ordinary lines determined by n points, Canad. J. Math. 10, 1958, 210-219.
9.- Martin Aigner, Günter M. Ziegler, El libro de las demostraciones, Nivola, 2005.
10.- Jiri Herman, Radan Kucera, Jaromir Simsa, Counting and Configurations, Canadian Mathematical Society, Springer, 2003.
11.- Henry E. Dudeney, El misterio del muelle (Diversiones matemáticas III), Biblioteca Desafíos Matemáticos, RBA, 2008.
12.- Martin Gardner, Viajes en el tiempo y otras perplejidades matemáticas, Biblioteca Desafíos Matemáticos, RBA, 2007.
Sobre el autor: Raúl Ibáñez es profesor del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica
El artículo El problema de la plantación de árboles en filas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Sistemas respiratorios: peces capaces de respirar en aire y anfibios

Pulmón izquierdo (“Left Lung”) de un ejemplar diseccionado de Protopterus dolloi, un sarcopterigio dipnoo (véase el texto)
Numerosos vertebrados respiran en aire. Lo hacen aves y mamíferos, la mayor parte de los reptiles y buen número de anfibios. La gran mayoría de los peces respiran en agua, si bien unos cuantos son también capaces de hacerlo en aire y unos pocos, como algunos dipnoos, solo pueden respirar en aire. Precisamente, los primeros vertebrados que respiraron en aire fueron peces, y se cree que esa capacidad la desarrollaron especies cuyos ejemplares colonizaron masas de agua que experimentaban una intensa evaporación estacional. Bajo esas circunstancias, la gran evaporación conllevaba una fuerte reducción de la concentración de oxígeno, dando lugar a condiciones de hipoxia o, directamente, a la pérdida total de la masa de agua por desecación. Tanto en condiciones de hipoxia como en ausencia de agua, la respiración a través de branquias resulta insuficiente para proveer los volúmenes de oxígeno necesarios para sostener el metabolismo mediante las vías aerobias.
Los peces que desarrollaron la capacidad para respirar en aire eran seguramente bimodales, no perdieron la respiración acuática. En la actualidad hay varias especies con respiración bimodal. Algunas anguilas, por ejemplo, son capaces de respirar en aire a través del tegumento; eso les permite, además, transitar entre cauces de agua reptando por el suelo, si este se encuentra húmedo, para desplazarse. Los cláridos tienen branquias modificadas, dotadas de una estructura -el órgano laberinto- que surge de unos arcos branquiales reforzados de manera que evitan su colapso cuando se encuentran expuestos al aire; los llamados bagres andarines son capaces de realizar cortos desplazamientos en tierra gracias a esa modificación branquial. Otras especies recurren al intercambio gaseoso a través de ciertas partes del aparato digestivo, como la pared de la boca, la faringe o el estómago. Y otras, finalmente, presentan sacos aéreos independientes, o sea, verdaderos pulmones, como los de los dipnoos.
Las especies de la familia Chaniidae están obligadas a respirar en aire, y lo hacen a través de un órgano laberinto primitivo. Y lo mismo ocurre con algunos dipnoos, aunque estos respiran a través de pulmones.
Los primeros pulmones surgieron en los peces a partir de la faringe. En algunos el saco aéreo original se duplicó y los dos pulmones adoptaron una disposición ventral. Ese es el origen de los pulmones de anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Los anfibios fueron la primera clase de vertebrados que surgió de peces pulmonados, en concreto de peces sarcopterigios. En los anfibios se combinan de formas diversas la respiración a través de la piel, las branquias y los pulmones. La salamandra Siren lacertina, por ejemplo, combina las tres modalidades, y si se considera el ciclo de vida completo, casi todos los anfibios también lo hacen: en la fase larvaria respiran a través de las branquias y tras sufrir la metamorfosis pasan a combinar la respiración cutánea y la pulmonar.
No obstante, hay excepciones. El ajolote retiene las branquias propias de la fase larvaria durante toda su vida y respira a través de ellas. Otras salamandras, sin embargo, carecen de branquias y de pulmones; respiran solo por la piel gracias a que se encuentra muy vascularizada y a que viven en cauces de agua muy oxigenada. No son los únicos anfibios con respiración exclusivamente cutánea: la rana del lago Titicaca y la rana de cabeza aplanada también son acuáticas y solo respiran por la piel. Hay también unas salamandras terrestres de muy pequeño tamaño que carecen de pulmones y solo respiran a través de la piel.
Sin embargo, como ya se ha señalado, la mayor parte de los anfibios respiran a través de las branquias durante la fase larvaria acuática y tras la metamorfosis pasan a respirar a través de los pulmones y de la piel. Los pulmones de los anfibios son muy primitivos. Comparados con los de los amniotas (reptiles, aves y mamíferos) tienen pocos septos y grandes alveolos, por lo que cuentan con una superficie para el intercambio de gases relativamente pequeña. La tasa difusión es, por ello, baja. La excepción la constituyen las cecilias, un grupo de anfibios tropicales que viven dentro del suelo o de la hojarasca y cuyas especies carecen de extremidades. Tienen un único pulmón muy largo (recorre el 70% de la longitud corporal) con un alto grado de compartimentación y, por lo tanto, con numerosos alveolos.
En la mayoría de las especies con respiración pulmonar la ventilación se realiza bombeando aire desde la boca a los pulmones. El animal inspira el aire a través de los orificios nasales y lo alberga en su cavidad bucal, a continuación cierra los orificios nasales, abre la glotis y eleva el suelo de la boca, impulsando el aire hacia los pulmones; debe repetir esta operación varias veces para llenar los pulmones. Y a continuación expulsa en aire contrayendo los músculos de la pared corporal próximos a los pulmones de manera que el volumen de estos se reduce. Normalmente el aire utilizado es expulsado de una sola vez.
Como hemos podido ver aquí, la ocupación parcial del medio terrestre por parte de ciertos grupos de peces, así como la diversidad de situaciones en que se pueden encontrar los anfibios ha propiciado una variedad de dispositivos y comportamientos respiratorios en estos grupos. No son muchas especies, pero su anatomía y fisiología respiratoria reviste interés por tratarse de los grupos de vertebrados que protagonizaron la colonización del medio terrestre y por ello, la adaptación a un nuevo medio respiratorio.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
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La naturaleza estadística de la segunda ley de la termodinámica

Si te preguntas qué pinta aquí un encéfalo en la mitad del espacio interestelar, lee el artículo completo y la nota final.
El físico austríaco Ludwig Boltzmann, dándole vueltas al concepto de fenómeno “irreversible”, detectó una escapatoria a la imagen fatalista de un Universo que se agota a medida que aumenta la entropía. Concluyó que la tendencia hacia la disipación de la energía no es una ley absoluta de la física que aplique en cualquier situación. Por el contrario, cuando se refiere al comportamiento de muchas partículas, es solo una ley estadística. Esta idea, que le apartaba del determinismo newtoniano, le costó hacerse muchos enemigos.
Piensa en un globo lleno de aire que contiene billones de moléculas. Boltzmann diría que, de todos las disposiciones concebibles de las moléculas de gas en un instante dado, su movimiento casi siempre estaría completamente “desordenado”, en el sentido que definíamos anteriormente. Sin embargo, es igualmente concebible que en algún momento ocurra que la mayoría de las moléculas, por casualidad, se muevan en la misma dirección. En cualquier disposición al azar habrá fluctuaciones del desorden completo o, dicho de otra manera, si llamamos homogeneidad a este desorden completo, habrá momentos en los que existan heterogeneidades. Pero cuanto mayor es la fluctuación hacia el orden, menos probable es que ocurra. Para colecciones de partículas tan grandes como el número de Avogadro, la posibilidad de que una fluctuación sea lo suficientemente grande como para ser mensurable es extremadamente pequeña, pero no nula.
Con el mismo argumento, es por tanto concebible que una olla con agua fría se caliente por sí sola después de que la golpeen solo las moléculas más energéticas del aire circundante. También es concebible que, por un breve momento, las moléculas de aire “se agrupen” y golpeen solo un lado de una piedra, empujándola cuesta arriba. Estos acontecimientos son concebibles, técnicamente no imposibles pero absolutamente improbables.
Para pequeñas colecciones de partículas, sin embargo, es una historia diferente. Así como es bastante probable que la altura promedio de las personas en un autobús en concreto sea considerablemente mayor (si viaja la selección absoluta de baloncesto) o menor (si lleva de excursión a niños de primaria) que el promedio del país, es probable de la misma manera que más moléculas golpeen un lado que otro de una partícula microscópica. Eso es precisamente lo que causa el movimiento browniano observable de partículas microscópicas en un gas o líquido. Las fluctuaciones, prácticamente indetectables para cualquier colección de moléculas grandes que nos encontramos diariamente en nuestra vida cotidiana, como ollas o piedras, son un aspecto importante del mundo de las partículas muy pequeñas.
Una consecuencia de estas consideraciones es que la segunda ley de la termodinámica tiene un carácter diferente a todas las otras leyes fundamentales de la física conocidas a finales del siglo XIX. La diferencia estriba en que trata con probabilidades, no con certezas. Por ejemplo, dice que es muy probable que cuando se mete un cubito de hielo en agua caliente, la estructura ordenada del cubito se rompa y se derrita, formando agua. Pero esta ley no descarta la posibilidad extremadamente improbable de que las moléculas más lentas de agua caliente se unan por un instante para formar un cubo de hielo*. Una cosa así o se ha observado nunca, y probablemente nunca lo será, pero en principio es posible.
La segunda ley es, por lo tanto, una ley estadística, que da el resultado estadístico de un gran número de eventos individuales (colisiones de moléculas).
Nota:
*O, ya puestos, que surja en medio del espacio un ente autoconsciente. Esto se conoce como paradoja del cerebro de Boltzmann.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
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Sobre igualdad, excelencia, ejemplaridad y responsabilidad en los premios Nobel
Mikel Mancisidor
 

Según datos proporcionados por nobelprize.org el premio Nobel se ha concedido (entre 1901 y 2016) 579 veces. De esas, 48 veces a mujeres, un 8,3 %. Los números incluyen cualquier modalidad del premio, no solo las científicas. En la imagen, número de mujeres galardonadas por períodos de 15 años.
Ya se han anunciado todos los Premios Nobel de este año 2017.
El Premio Nobel de Física ha ido a parar a tres norteamericanos. El Premio Nobel de Medicina ha sido otorgado a otros tres norteamericanos. Por fin, lo ganadores del Premio Nobel de Química han sido un suizo, un escocés y un norteamericano de origen alemán. Son 9 hombres y cero mujeres.
Si sumamos el Nobel de Literatura para Kazuo Ishiguro (británico que escribe en inglés), el de la Paz para la red ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares) y el de Economía para el norteamericano Richard Thaler, son 11 hombres, una institución y cero mujeres. 10 norteamericanos o británicos.
El año pasado sucedió lo mismo. Se otorgó el Nobel de Física a tres físicos; el de Química a tres químicos; el de Medicina a un biólogo; el de Economía a dos economistas; el de la Paz a un político y el de Literatura a un cantante. Todos hombres. El mismo resultado: 11 a 0.
De modo que por dos años consecutivos la imagen mundial de la máxima excelencia científica, intelectual, investigadora y creativa corresponderá a un pleno de hombres, quizá ligeramente disimulado si ICAN opta por una mujer para recoger el galardón.
Creo que se trata de un error muy grave, de lamentables consecuencias y que lo sadministradores del Premio demuestran no sólo falta de sensibilidad, sino incluso me atrevo a decir que falta de responsabilidad.
Sí, ya sé que muchos de quienes han tenido la amabilidad de leerme hasta aquí estarán pensando que antepongo mis deseos políticamente correctos a la realidad. Tal vez piensen ustedes que olvido que los Premios Nobel son un reconocimientos a los mayores logros de la humanidad, vengan de donde vengan, sin atender a su nacionalidad, raza, lengua o género. Que no puede haber cuotas ni porcentajes. Que sólo se puede atender a los méritos más objetivos tras un estudio neutro sin prejuicios ni ideas preconcebidas. ¿Saben qué? Estoy de acuerdo con todo ello. Pero precisamente por eso creo que los Premios Nobel se equivocan y se traicionan.
Alfed Nobel buscó reconocer los mayores logros para toda humanidad, quiso premiarlos y de esa forma ponerlos en valor, hacerlos visibles, fomentar en la sociedad su aprecio y generalizar el espíritu de emulación. A todo ello deberían hoy deberse estos premios. Explícitamente dejó constancia Alfred Nobel de su deseo de universalidad, si bien en aquel momento histórico la universalidad se formulaba de un forma un tanto estrecha: “es mi expreso deseo que, al otorgar estos premios, no se tenga en consideración la nacionalidad de los candidatos, sino que sean los más merecedores los que reciban el premio, sean escandinavos o no.”
Es obvio que los méritos científicos, como los literarios o cualquiera otros del ámbito del conocimiento y la cultura, no se pueden medir en una clasificación indisputable de puntos objetivos como podría hacerse en una prueba tipo test para las oposiciones de una administración pública (afortunadamente), ni como en la clasificación de una liga deportiva donde a fin de temporada un equipo tiene 67 puntos y otro 66 y por lo tanto el primero se lleva la copa. Los méritos científicos están sometidos a una valoración que incluye muchos elementos intangibles o cualitativos de imposible cuantificación. Se incluye el mérito, la originalidad, el impacto, la espectacularidad, la belleza, la contribución a la mejora de la vida de las personas y otros mil factores en los que además hay que decidir, cada año de forma distinta, cómo equilibrar los juicios de corto con los de largo plazo. La combinación de estos factores, dependiendo de cada momento puede variar y se pueden dar distintos resultados de equivalente mérito e igual legitimidad. Es ahí donde hay que decidir por un modelo de premio entre distintas opciones igualmente excelentes.
Con esto quiero decir que el premio Nobel de Química de un año no corresponde necesaria o indiscutiblemente al mejor químico de ese año, si tal calificación pudiera existir, sino una persona eminente que está entre los mejores de su especialidad, en una minoría de excelencia mundial junto a otras pocas docenas de personas, quizá, si ustedes quieren, por poner una cifra, un centenar. La selección final de entre ese grupo de potenciales merecedores del Premio está sometida a factores que incluyen la oportunidad, la comunicación y que deben incorporar la ejemplaridad y el efecto social.
No dudo de los méritos de cada premiado por separado (carezco de conocimientos para juzgarlo: simplemente me fío plenamente del tribunal), pero sí puedo afirmar que en su conjunto el resultado está desequilibrado y da una imagen distorsionada de la excelencia global. No es cierto que la excelencia científica en el mundo esté en una relación de 8 a 0 (año 2016) o 9 a 0 (2017) entre hombres y mujeres. No es cierto que la excelencia cultural esté en una relación de 11 a 0 en ambos años. De la misma forma que no es cierto que más del 80% de la excelencia global tenga el inglés como lengua materna.
Que los premios Nobel nos regalen una imagen falsa de la ciencia y la cultura en el siglo XXI no sólo es producto de esos prejuicios que pretende no tener. Eso no sería lo peor. Esta decisión tiene además graves efectos en perpetuar esos mismos prejuicios y estereotipos, que todavía limitan hoy que el acceso y participación de las mujeres en determinadas especialidades científicas en todo el mundo o dificultan su desarrollo y éxito profesional. No hace falta más que ver las cifras de la UNESCO al respecto.
Es cierto, digámoslo por ser justos, que los Premios Nobel van incrementando -poco a poco, década a década- el reconocimiento de la labor de las mujeres en la sociedad en general y en la ciencia en particular. O lo que es casi lo mismo, pero mucho más positivo: los premios dejan traslucir un mundo en que cada vez la mujer tiene más presencia en la ciencia, en la política y en la vida cultural pública. Pero lo cierto es que este progreso es lento y que por segundo año en Estocolmo han hecho un innecesario paréntesis en ese camino por la igualdad.
No, no quiero cuotas. No pido porcentajes. Me conformo con que Estocolomo reconozca la pluralidad de los aportes a la humanidad en nuestro mundo contemporáneo y así, reconociéndolos, haciéndolos visibles con equidad y sin prejuicios, promueva la igualdad de oportunidades. Estoy seguro de que es ésta la interpretación a día de hoy leal con aquel deseo de Alfred Nobel en su contexto histórico: cuando quiso incluir no solo escandinavos, podría entenderse hoy como incluyendo no sólo blancos, no sólo hombres, no sólo angloparlantes.
Tengo una hija de 12 años. El año pasado no le quise enseñar una foto de 11 hombres como ejemplo de excelencia universal, como lo más elevado del conocimiento, de la creatividad, de la cultura y de los valores a los que ella debería aspirar. Difícilmente podría verse llamada por ese camino, reconocida en esa aspiración, si comprueba que está absolutamente copada por hombres. Este año creo que le enseñaré esa foto, pero tendremos que debatir, por desgracia, otras cosas que también tiene que aprender: que no se deje nunca limitar por quienes le digan que la excelencia es sólo masculina, sea cuando lo escucha en el patio de un colegio, en un machista comentario de bar, en un tonto programa de la tele o sea, y esto es mucho más grave, en los fallos de unos sabios en Estocolmo que deberían por el contrario estimularnos a todos y a todas.
Sobre el autor: Mikel Mancisidor (@MMancisidor) es miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU y Adjunct Professor of International Human Rights Law, Washington College of Law, American University (Washington D. C.)
El artículo Sobre igualdad, excelencia, ejemplaridad y responsabilidad en los premios Nobel se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El planeta enano Haumea tiene anillo
“Predijimos que Haumea pasaría delante de una estrella el 21 de enero del 2017, y doce telescopios de diez observatorios europeos observaron el fenómeno. Gracias a este despliegue de medios hemos podido reconstruir con mucha precisión la forma y tamaño del planeta enano Haumea, con el sorprendente resultado de que es bastante más grande y menos reflectante de lo que se pensaba. También es mucho menos denso de lo que se creía con anterioridad y esto soluciona algunas incógnitas que estaban pendientes de resolver para este objeto”. José Luis Ortiz, Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC)
En los confines del Sistema Solar, más allá de la órbita de Neptuno, existe un cinturón de objetos compuestos de hielos y rocas entre los que destacan cuatro planetas enanos: Plutón, Eris, Makemake y Haumea. Este último, el más desconocido de todos, ha sido objeto de una campaña internacional de observación que ha permitido determinar sus principales características físicas. El estudio, encabezado por astrónomos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y en el que colaboran investigadores de la UPV/EHU, desvela la presencia de un anillo en torno al planeta enano Haumea.
Los objetos transneptunianos resultan muy difíciles de estudiar debido a su reducido tamaño, a su bajo brillo y a las enormes distancias que nos separan de ellos. Un método muy eficaz pero complejo reside en estudiar las ocultaciones estelares, que consisten en la observación del paso de estos objetos por delante de las estrellas de fondo (una especie de pequeño eclipse). Este método permite determinar sus características físicas principales (tamaño, forma, densidad) y ha sido también empleado con los planetas enanos Eris y Makemake con excelentes resultados.
Haumea es un objeto curioso: gira alrededor del Sol en una órbita elíptica que tarda 248 años en completar (en la actualidad se halla a unas cincuenta veces la distancia entre la Tierra y el Sol de nosotros), y su velocidad de rotación es de 3.9 horas, mucho más rápido que cualquier otro cuerpo de más de cien kilómetros de todo el Sistema Solar. Esta velocidad provoca que Haumea se deforme, adquiriendo una forma elipsoidal similar a un balón de rugby. Gracias a los datos recién publicados, se conoce que Haumea mide unos 2.320 kilómetros en su lado más largo, casi igual que Plutón, pero que carece de una atmósfera global similar a la de Plutón.
“Uno de los hallazgos más interesantes e inesperados ha sido el descubrimiento de un anillo alrededor de Haumea. Hasta hace apenas unos años solo conocíamos la existencia de anillos alrededor de los planetas gigantes y, hace muy poco tiempo, nuestro equipo también descubrió que dos pequeños cuerpos situados entre Júpiter y Neptuno, pertenecientes a la familia de objetos denominados centauros, tienen anillos densos, lo que fue una gran sorpresa.
Según los datos obtenidos de la ocultación de Haumea, el anillo se halla en el plano ecuatorial del planeta enano, al igual que su satélite más grande, Hi’iaka, y muestra una resonancia 3:1 con respecto a la rotación de Haumea, lo que significa que las partículas heladas que componen el anillo completan un giro en torno al planeta en el tiempo en que este rota tres veces.
“Hay varias explicaciones posibles para la formación del anillo, por ejemplo, pudo haberse originado tras una colisión con otro objeto, o por la liberación de parte del material superficial debido a la rápida rotación de Haumea”, apunta Ortiz (IAA-CSIC). Se trata del primer hallazgo de un anillo alrededor de un objeto transneptuniano, y muestra que la presencia de anillos podría ser mucho más común de lo que se creía, tanto en nuestro Sistema Solar como en otros sistemas planetarios.
En esta investigación han participado Agustín Sánchez Lavega, Ricardo Hueso y Santiago Pérez Hoyos del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU. La colaboración se centra en el uso de la instrumentación del grupo (telescopios del Aula EspaZio Gela y cámara PlanetCam montada en los telescopios del Observatorio de Calar Alto) para el seguimiento y observación de ocultaciones de estrellas por los cuerpos del sistema solar con el fin de deducir sus propiedades físicas.
Referencia:
J. L. Ortiz et al. (2017) The size, shape, density and ring of the dwarf planet Haumea from a stellar occultation” Nature DOI: 10.1038/nature24051.
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa
El artículo El planeta enano Haumea tiene anillo se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Mujeres que hablan de Ciencia, mujeres que hablan de Arte
La luz sobre cuya naturaleza Newton y Huygens contrapusieron teorías, la misma con la que Caravaggio elevó el claroscuro a su máximo exponente. La luz de la dualidad onda-partícula de Einstein y de Broglie que Turner y Sorolla tan magníficamente plasmaron en sus cuadros. Esa luz es la protagonista de la segunda entrega de los episodios “Arte y Ciencia” de La Aventura del Saber (TVE2), una iniciativa del FECYT en la que algunas de las personas más relevantes del panorama científico estatal explican de modo ameno su labor investigadora valiéndose de obras del Museo del Prado.
Al igual que el año pasado, arrancamos este curso de #KimikArte con un repaso a dicha iniciativa, dedicada por completo al año de la luz, celebrado en 2015. En esta ocasión, como modo de visualizar el papel de la mujer en el ámbito científico, el programa está protagonizado en su totalidad por investigadoras. Veamos a continuación que obra del Prado ha elegido cada una de ellas. Y cuando acabéis, os propongo un pequeño juego, si os dedicáis a la investigación contad en twitter con que obra de arte asociaríais vuestro trabajo.
Caterina Biscari: “La Anunciación”, de Fra Angelico
“La luz de sincrotrón es como un verdadero pintor de la materia que busca el detalle y la minuciosidad para alcanzar los puntos que nuestros ojos no pueden ver. Hay un paralelismo entre el sincrotrón ALBA y el cuadro de Fra Angelico”
Caterina Biscari, doctora en física, es la directora del Sincrotrón ALBA, una de las instalaciones científicas más punteras de Europa. Ahí, en un anillo de 270 metros de perímetro, se aceleran electrones a una velocidad cercana a la de la luz que, al pasar por campos magnéticos, producen finísimos haces de rayos X. Esa idea del haz de luz es la que emplea Caterina para elegir su obra: La Anunciación de Fra Angelico, donde la luz se manifiesta como un personaje más de la composición, atravesando la escena desde la esquina superior izquierda hasta alcanzar el cuerpo de la Virgen María.

Imagen 1. La Anunciación (194×194 cm), de Fra Angelico (1425-28).
La científica nos explica que la luz de sincrotrón permite estudiar la materia de forma excepcional, bien sea para explorar el interior de una célula, investigar el comportamiento de los fármacos o, incluso, mejorar la calidad de pigmentos sintéticos como el azul ultramar, cuya versión natural empleó el artista en el manto de la Virgen de la obra que nos ocupa.
Y ahora, permitidme que me recree un momento con la interpretación iconográfica de la Anunciación. A la izquierda de la composición podemos observar a Adán y Eva, ya vestidos, lo que significa que han cometido el pecado original y de ahí que un arcángel les invite “amablemente” a dejar el paraíso que, por cierto, es un auténtico compendio de botánica. Esta escena no es elegida por casualidad, sino como contrapunto a la escena principal. Por una parte, la mujer que trajo el pecado al mundo y, por otro, la que había de redimir a la humanidad. María recibe la noticia del arcángel Gabriel mientras se consuma el “acto”: el Espíritu Santo, en forma de paloma (entre el arcángel y la columna), viaja en el haz de luz que sale de las manos de Dios Padre para entrar por el oído de la Virgen. Aclaremos, llegado a este punto, que Fra Angelico era monje dominico y que creó esta obra hacia 1425 para el convento de Santo Domingo de Fiesole. Quizás por eso incluyó una golondrina, con la que estos monjes compartían el color de sus hábitos. La obra es de carácter renacentista, como apreciamos en el pórtico y en el uso de la perspectiva, que encuentra el punto de fuga en ese vano abierto por el que se ve una habitación con un banco y un ventanuco. En cualquier caso, al tratarse de una época de transición, todavía se aprecian reminiscencias del gótico, véase el abundante uso de los dorados y las bóvedas de crucería. Y, dentro del estilo artístico, no podemos dejar de destacar el delicioso uso de los colores pastel en las túnicas de San Gabriel y de la Virgen, que contrastan con el ya mencionado azul ultramarino del manto.
Y, antes de dejar paso a la siguiente científica, me gustaría destacar una parte de la obra que suele pasar desapercibida: la prevela. Esa parte inferior con 5 imágenes. En el credo cristiano el mayor mérito de María es ser la madre de Cristo y, como tal, la representación más habitual es la de La Anunciación. Según parece, el dominico quiso dedicarle una parte de la pintura en la que fuese protagonista absoluta y aprovecha esa parte inferior para contarnos su vida, desde su nacimiento (recordemos que es sin pecado concebida) hasta su tránsito (que no muerte), pasando por los desposorios, la visitación a Santa Isabel, la Epifanía y la visita al templo.
Belén Mate: “El Invierno”, de Goya
“La combinación de observaciones astrofísicas con experimentos de laboratorio permite conocer, por ejemplo, la composición de los mantos de hielo de las nubes densas del medio interestelar, tan gélidos como este invierno de Goya”
Belén Mate es la directora del laboratorio de Hielos de Interés Atmosférico y Astrofísico del Instituto de la Estructura de la Materia (CSIC). Sí, eso existe. Y la verdad es que en boca de la protagonista resulta un área fascinante, ya que el estudio de las moléculas interestelares no sólo permite explorar la riqueza del Universo, sino su relación con el origen de la vida en nuestro planeta. Ahí es nada. En el cuadro elegido no podía faltar, obviamente, el hielo. Hablamos de El Invierno, de Goya.

Imagen 2. El Invierno (275×293 cm), de Goya (1786).
También conocida como La Nevada, esta obra es parte de una serie de cartones que incluye El Verano, La Primavera y El Otoño, además de otras escenas campestres. Y, cuando decimos cartón, no nos referimos a que ese sea el material empleado. Su nombre proviene de su función, que no era otra que servir de modelo para elaborar tapices en La Real Fábrica, en este caso para el palacio del Pardo. El que nos ocupa es un ejemplo de cómo el arte puede incluso cambiar la sensación ambiental. La nieve, la ventisca, los árboles combados y los personajes abrigados nos hacen sentir la crudeza del invierno, en una escena que, al parecer, refleja la detención de tres hombres que pretendían meter un cerdo en Madrid sin pasar impuestos. Pero Belén Mate no se centra en la nieve y apunta más allá. A ese cielo que se ve blanco por la interacción de la luz con la materia. Así nos explica la dispersión, el efecto Rayleigh y el porqué de los colores. Ah, y que la sombra del perro nos dice que es mediodía. Es esta interacción de la luz con la materia la que, mediante técnicas espectroscópicas, nos permite saber la composición química de objetos increíblemente distantes. Belén Mate y su grupo tratan de obtener la huella dactilar de diferentes hielos espaciales, en las condiciones adecuadas, unos -250 °C y una cienmilmillonesima de atmósfera. Es decir, mucho frío y muy poca presión. Todo ello para comprender mejor la composición del basto espacio que nos rodea y, quién sabe, si alguna vez descubrir cómo surgió la vida en este punto azul pálido.
Mònica López: “Recuerdos de Granada”, de Antonio Muñoz Degrain
“Encontrarnos con días de tormenta en Granada como la que vemos en el cuadro de Muñoz Degrain resultará cada vez más extraño”
Mònica López, licenciada en Física con la especialidad de Tierra y Cosmos, a la que posiblemente conozcáis por ser presentadora de “El tiempo” en la edición noche de TVE1, espacio que dirige desde 2008. Lleva casi 20 años comunicando información meteorológica y le presta atención a las condiciones climáticas severas, así que, si alguien esperaba un panorama soleado va por mal camino. A los del Norte no nos dan ese placer ni en el arte. La obra elegida es Recuerdos de Granada, de Muñoz Degrain.

Imagen 3. Recuerdos de Granada (97×144 cm), de Antonio Muñoz Degrain (1881)
Menos mal que se trata de un paisaje hermoso pese a las inclemencias del tiempo. Como la propia meteoróloga explica, se trata de una desapacible tarde de tormenta, sin un alma en la calle y con ramas que se retuercen. Especial mención para el agua que cae por los canalones azotada por el viento y la cortina de lluvia que cuelga de las nubes. Pensamos que es una tarde de primavera o verano por la luz amarillenta y los claros que se abren en el cielo. Y es que el artista cuidó hasta el más mínimo detalle: desde las salpicaduras hasta el pequeño farolillo en el callejón. Ahora bien, que nadie intente buscar ese rincón, porque es una recreación transformada fruto de la imaginación de Muñoz Degrain, quien gustaba de evocar su pasado nazarí. Su otro gran amor era Venecia, así que no sale mal parada la ciudad andaluza.
La obra, también conocida como Chubasco en Granada, le sirve a Mònica López para llamar la atención sobre el calentamiento global, del que la ciudad en cuestión es buena prueba. En 2015 se alcanzaron los 43,1 ºC y se calcula que en 2050 en una ola de calor se alcanzarían los 47 ºC. Una obra llena de melancolía la de Muñoz Degrain que, por desgracia, nos tendremos que acostumbrar a ver en cuadro porque cada vez será menos habitual.
Susana Marcos: “San Jerónimo leyendo una carta”, de Georges De la Tour
“Entender cómo vemos ha fascinado al hombre desde la antigüedad que también ha intentado plasmar lo que vemos mediante la pintura”
Susana Marcos, directora del Laboratorio de Óptica Visual y Biofotónica del CSIC, explica cómo se dedica a desarrollar nuevas tecnologías para el diagnóstico y corrección de la visión y a investigar la estructura y la calidad óptica de la córnea y del cristalino, así como su impacto en la percepción neuronal. Los avances que su grupo ha conseguido ya están llegando a los oftalmólogos, contribuyendo al aumento de la calidad de vida de la población. Y, si de corregir la visión se trata, no podía faltar un cuadro con gafas, o algo parecido: San Jerónimo leyendo una carta, de George de La Tour.

Imagen 4. San Jerónimo leyendo una carta (79×65 cm) de George de La Tour (1620).
Artísticamente es una obra con una gran cantidad de cosas que comentar. Guarda una verticalidad muy llamativa que arranca de la cabeza del santo, pasa por los botones del hábito y continua en el pliegue central de la carta para acabar de nuevo en los botones, esta vez sin abrochar. Como gran maestro de la iluminación, de La Tour usa un foco de luz que crea sombras en la carta, cuidada al detalle, con su sello y el texto que se transparenta. Ese anciano ensimismado es, obviamente, San Jerónimo, quien según la leyenda arrancó una astilla de la pata de un león y que acostumbramos a ver acompañado de una calavera o leyendo (es uno de los doctores de la iglesia y por lo tanto se le supone un sabio). En la obra destaca el rojo bermellón por encima de cualquier otro color, pese a que el cargo de cardenal que se le suele atribuir es un anacronismo, ya que a su muerte (420 E.C.) todavía no existía el cardenalato.
Por último, y como hace Susana Marcos, fijémonos en las lentes que sujeta en la mano: unos quevedos para poder leer la carta. En ellos el artista aplica conocimientos de óptica y aumenta el tamaño del botón que observa el espectador. Queda claro que el protagonista sufría presbicia (vista cansada), defecto en la visión por la que el cristalino pierde su capacidad para enfocar objetos. Según nos explica la física, este problema visual aparece en los mayores de 45 años, aunque, afortunadamente, se puede corregir. Tradicionalmente se ha logrado con gafas “de cerca” (como los quevedos) o lentes progresivas pero, gracias a la investigación, van apareciendo nuevas soluciones como lentes multifocales o la monovisión (un ojo para ver de cerca y otro de lejos). En el futuro se espera que las lentes devuelvan la capacidad al cristalino natural joven para cambiar dinámicamente entre objetos cercanos y lejanos.
Dicho todo esto, lo más fascinante de este óleo no es el manejo de la luz, los pliegues o la óptica, sino su intrahistoria. Este San Jerónimo descansó en el despacho del administrador del Instituto Cervantes durante años sin que nadie sospechase quien era su ilustre creador.
Josefa Yzuel: “La vista”, de Jan Brueghel el Viejo y Rubens
“El año internacional de la luz ha sido una iniciativa global para comunicar a la sociedad la importancia de la luz y de las tecnologías basadas en la luz en campos como la energía, las comunicaciones, el arte y la educación”
María Josefa Yzuel tiene el gran mérito de ser la primera mujer en lograr el puesto de Profesor(a) agregado en física (1971) del estado. Estudió física porque esta disciplina le permitía explicar la naturaleza aplicando las matemáticas que tanto le apasionaban. Y lo hizo en una época en la que no era una “carrera de mujeres” (a decir verdad, lo sigue sin ser: quien les escribe apenas tiene un tercio de alumnas en el grado de Física mientras que en la totalidad de la Facultad el número de alumnas y alumnos se iguala). Josefa Yzuel también fue pionera en realizar estudios postdoctorales en el extranjero y ha impartido clase en tres universidades españolas. A día de hoy es catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona y ostenta numerosos cargos nacionales e internacionales. Entre ellos uno que debemos destacar por su relación con este artículo: fue la presidenta del Comité Español del Año Internacional de la luz. Sus investigaciones se centran en estudios de calidad de imagen y, por esa razón, su obra escogida ha sido un hermosa alegoría: La vista, de Brueghel y Rubens, porque el arte, como la ciencia, también puede ser colaborativo. El primero se encargó de dibujar el exuberante escenario y el segundo de dar vida a los personajes. Y no solo lo hicieron para este cuadro sino para toda una serie sobre los cinco sentidos.

Imagen 5. La vista (65x110cm), de Brueghel el viejo y Rubens (1617).
En La vista observamos una cámara de las maravillas (una especie de museo privado) en la que aparecen conocidas obras artísticas de la época. Pero llamemos la atención sobre la cantidad de objetos científicos que se pueden observar, en especial relacionados con la visión: anteojos (buscad a un simpático monito), lupas y hasta un telescopio. Esto demuestra el aprecio por la ciencia de los mecenas, los gobernadores de Flandes, retratados en el cuadro que descansa sobre la mesa y cuyo palacio vemos al fondo. Las dos figuras centrales son Venus y su hijo Cupido, quien sujeta un cuadro relacionado con la visión: el milagro de la curación de un ciego.
Nos cuenta Josefa Yzuel que percibimos el 75% de la información por la vista, de ahí que sea sumamente importante que esta información sea correcta. Cuando se usan instrumentos ópticos las imágenes sufren defectos debido al paso de la luz por las lentes, la reflexión en los espejos o por fenómenos de difracción asociados a su naturaleza ondulatoria. La corrección de esas aberraciones ha ocupado la trayectoria investigadora de esta científica que ha visto como la óptica ha contribuido al avance de infinidad de campos. Gracias a trabajos como éste, hoy somos capaces de emplear microscopios con una resolución del orden del nanómetro y telescopios de una potencia hace poco inimaginable.
Teresa Rodrigo: “Los tres viajeros aéreos favoritos”, de John-Francis Rigaud
“La invención del globo aerostático, a la que se hacer referencia en esta obra, no solo sirvió como una atracción o un medio de transporte, sino que abrió una nueva ventana al conocimiento científico”
[El video se corta en el minuto 2:51, en cuanto esté la grabación completa, la cambiaremos. Puede verse el video completo en el programa La aventura del saber (10 de octubre de 2016) a partir del minuto 48.]
Teresa Rodrigo, la última protagonista de la serie, es, al igual que la primera, especialista en física de las partículas. Catedrática de la Universidad de Cantabria y directora del instituto de Física de esa comunidad es, además, miembro del comité científico del CERN. Como veis, los aceleradores de partículas están en la cresta de la ola. La obra que ha elegido es realmente curiosa, ya que a priori es difícil encontrarle una relación con su área de investigación. Se trata de los tres viajeros aéreos favoritos, de John-Francis Rigaud. Veamos que tiene que ver un globo con la física de partículas.

Imagen 6. Los tres viajeros aéreos favoritos (50×36 cm), de John-Francis Rigaud (1785)]
La obra que nos ocupa es un óleo sobre lámina de cobre con una peculiar forma ovalada. En él se recoge un momento histórico: el segundo vuelo aerostático realizado en Inglaterra, el 29 de junio de 1785. El primero lo había organizado el año anterior Vicenzo Lunardi, el mismo diplomático italiano que en esta obra vemos con una casaca roja. El otro caballero es su ayudante, George Biggin, que es el único hombre que finalmente se subió en ese globo, ya que por exceso de peso Lunardi tuvo que quedarse en tierra. Vemos pues que el artista se tomó una licencia al hacer su crónica pictórica. La que sí fue en ese vuelo fue Leticia Sage, actriz de la alta sociedad, que se convirtió así en la primera mujer en montar en globo.
Teresa Rodrigo hace referencia al importante motor que es la curiosidad para lograr el conocimiento y compara aquel viaje en plena Ilustración con la investigación de hoy en día. Pero no acaba ahí la cosa. Nos habla de Victor Hess, un científico que en 1912 ascendió hasta los 5300 metros de altitud equipado con un rudimentario medidor de radiación. Observó que la radiación aumentaba cuanto más alto volaba y dedujo que debía haber una forma de energía que entraba por la atmosfera. Había descubierto los rayos cósmicos, lo que le valió el Nobel en 1936. Gracias a su descubrimiento se abrió una nueva ventana para el estudio de la materia y, de hecho, también de la antimateria, ya que el positrón fue descubierto en 1932 al fotografiar rayos cósmicos (había sido predicho con anterioridad).
Hoy en día sabemos que la materia visible se forma de 12 partículas elementales (quarks y leptones) y sus correspondientes antipartículas. Del mismo modo también conocemos la existencia de los bosones (seguro que os suena el de Higgs). Todo ello es posible gracias a los aceleradores de partículas que aparecieron en los años 50, pero no debemos olvidar que antes fueron los rayos cósmicos los que nos ofrecieron información sobre la materia y su interacción.
Sobre el autor: Oskar González es profesor en la facultad de Ciencia y Tecnología y en la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU.
N. del A. No hace falta decir que cada uno de estos vídeos ha aparecido ya en el blog “hermano”, Mujeres con Ciencia, editado por Marta Macho Stadler.
El artículo Mujeres que hablan de Ciencia, mujeres que hablan de Arte se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Naukas Pro 2017: Leni Bascones y los superconductores
El pasado 14 de septiembre de 2017 se celebró la primera edición de Naukas Pro, en el que Centros de Investigación, Laboratorios, científicos de renombre o equipos de trabajo contaron con 20 minutos para explicar a un público general en qué consiste su trabajo.
2ª Conferencia: Elena “Leni” Bascones, investigadora del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC)
Leni Bascones presebnta una charla sobre la materia de superconductores.Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por eitb.eus
El artículo Naukas Pro 2017: Leni Bascones y los superconductores se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Meridianas

Meridiana de Cassini en la basílica de San Petronio de Bolonia. Fotografía: Paco Bellido
A pesar de la idea extendida de que la Iglesia Católica impidió el avance de la Astronomía durante buena parte de los siglos anteriores a la Ilustración, lo cierto es que pocas instituciones invirtieron tanto en el estudio de los movimientos del Sol. El objetivo era eminentemente práctico, la determinación de la fecha de Pascua con varios años de antelación demostró ser un problema complejo debido a las particularidades de los movimientos de los cuerpos celestes. En el primer concilio de Nicea (año 325) se estableció que la Pascua de Resurrección, fiesta central del cristianismo, tendría lugar el primer domingo posterior a la primera Luna llena ocurrida después del equinoccio de primavera. Por tanto, determinar la correcta fecha de los equinoccios revestía una importancia crucial para el culto.
La meridiana es un sencillo instrumento que consta de un agujero (foro gnomónico) situado en el techo o en la pared de un edificio por donde entra la luz del Sol y una línea marcada en el suelo y orientada en dirección N-S donde se puede medir la altura del Sol al mediodía local, lo que permite determinar la época del año. En varias catedrales europeas se conservan meridianas astronómicas que desempeñaron un importante papel en el avance del conocimiento astronómico, en particular en el cálculo preciso de la duración del año trópico, el que transcurre desde un equinoccio vernal al siguiente.
La primera meridiana instalada en una iglesia fue obra de Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien en 1468 desarrolló un sencillo instrumento que registraba el momento del solsticio de verano en el suelo de la catedral de Florencia. Algunos autores consideran que dicho gnomon ha sido uno de los mayores instrumentos solares de la época moderna hasta la construcción del telescopio McMath del observatorio de Kitt Peak en Arizona.
La primera meridiana monumental instalada en una basílica fue la que Giovanni Domenico Cassini diseñó e instaló en San Petronio (Bolonia) en 1655. Con sus 66,8 metros de longitud se trata de la meridiana más larga del mundo. Cassini pretendía medir con este instrumento, al que llamó “heliómetro”, la duración del año solar y, de esta manera, verificar la exactitud de la reforma gregoriana del calendario.

Meridiana de Piazzi en la catedral de Palermo. Fotografía: Paco Bellido
Otro de los objetivos de Cassini era solucionar la controversia entre los modelos geocéntrico y heliocéntrico. El Sol parece moverse en el cielo más lentamente en verano que en invierno. Para los antiguos este fenómeno obedecía a que en verano el Sol está más lejos de la Tierra y por tanto parece moverse más despacio. No obstante, la segunda ley de Kepler, demostrada a finales del siglo XVII por Newton, establece que la Tierra tiene una velocidad mayor cuando está más cerca del Sol y se mueve más lentamente cuando está más lejos del astro rey, es decir, que la línea que une el planeta y el Sol describe áreas iguales en períodos iguales.
Cassini logró comprobar con su meridiana que el diámetro del Sol no se reducía en el transcurso del año en la misma proporción en la que lo hacía su velocidad. Por tanto la disminución de velocidad del Sol no era aparente como pensaban los antiguos, sino real. Este hecho fue la primera confirmación de la segunda ley de Kepler obtenida mediante la observación.
Cassini también midió la inclinación de la eclíptica con una exactitud sin precedentes, gracias a la precisa corrección que aplicó para la refracción atmosférica.

Meridiana de Santa María de los Ángeles y Mártires (Roma). Fotografía: Wikimedia Commons
La catedral de Milán también cuenta con una meridiana. El instrumento fue construido en 1786 por los astrónomos del observatorio de Brera, Giovanni Cesaris y Francesco Reggio, que acometieron el montaje de la meridiana siguiendo los consejos del prestigioso astrónomo jesuita Roger Boscovich. La catedral de Milán tiene su eje principal orientado perfectamente en la dirección este-oeste, así que en este caso la meridiana se sitúa paralelamente a la fachada.
El 1976 una comisión formada por arquitectos y astrónomos de Brera determinó que el error máximo en azimut de la meridiana de Cesaris es de 7 milímetros, con lo que el error de determinación del mediodía local sólo era de apenas un segundo.

Órbita de la estrella Polar en la meridiana de Santa María de los Ángeles y Mártires (Roma). Fotografía: Paco Bellido
Pero el uso de las meridianas no siempre ha sido el de estudiar los movimientos del Sol, en ocasiones las meridianas tenían como objetivo servir de guía para poner en hora los relojes, como fue el caso de las dos líneas meridianas iguales construidas por el jesuita bohemio Johan Wendlingen, Profesor de la Cátedra de Matemáticas del Colegio Imperial, en el Monasterio de El Escorial a petición del rey y hoy tristemente cegadas. O la ideada por Giuseppe Piazzi, descubridor del primer asteroide, para la Catedral de Palermo a fin de racionalizar la medida del tiempo en Sicilia que hasta bien entrado el siglo XIX se regía por la hora itálica.
En la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires de Roma encontramos otra de las grandes meridianas monumentales. Fue un encargo del papa Clemente XI al polifacético matemático Francesco Bianchini. La meridiana, completada en 1702, tenía un triple objetivo: comprobar la exactitud de la reforma gregoriana del calendario, disponer de una herramienta fiable para la determinación de la Pascua y finalmente, no menos importante, que Roma dispusiera de una meridiana tan importante como la que Cassini había construido en Bolonia con el detalle adicional de que la meridiana se encuentra sobre los baños de Diocleciano y transmite el mensaje simbólico del triunfo del calendario cristiano (gregoriano) sobre el romano (juliano).

Placa solsticial de la meridiana de San Sulpicio de París. Fotografía: Paco Bellido
En la iglesia de San Sulpicio de París se encuentra una meridiana solar instalada en 1743 por el relojero inglés Henry de Sully a petición del párroco Jean-Baptiste Languet de Gergy. El cura deseaba un instrumento preciso para hacer sonar las campanas a la hora exacta, pero Sully falleció antes de terminar el proyecto y finalmente fueron astrónomos del Observatorio de París quienes se encargaron de la instalación de la meridiana.
Las meridianas monumentales son lugar de visita obligada para cualquier interesado en la Ciencia y conviene recordar que forman parte del patrimonio científico de los países y, por ello, merece la pena conservarlas en buen estado.
Este post ha sido realizado por Paco Bellido (@ElBesoenlaLuna) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
El artículo Meridianas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El Universo y los límites
En las últimas décadas una plaga se ha extendido por los pasillos de departamentos y centros de investigación; un término que es ya casi ubicuo en proyectos, solicitudes de becas e incluso nombres de instituciones: pluridisciplinariedad, o multidisciplinariedad, da igual. Como cualquier moda nadie sabe muy bien cómo ha aparecido, pero su progresión ha sido rápida y extensa hasta colonizar todos los rincones de la investigación científica. Hoy sin un atisbo de multidisciplinariedad ningún proyecto tiene posibilidades de progresar o recibir financiación, hasta tal punto que para algunos tipos de solicitudes es directamente obligatorio incluirlo. Y aunque pueda parecer que como cualquier concepto de moda su esencia es pasar de moda y por tanto acabará por desaparecer, lo cierto es que su aparición se debe a un accidente de la historia de las ciencias y refleja una realidad que no va a desaparecer: el universo mismo no tiene límites entre disciplinas y es, por tanto, esencialmente multidisciplinar. Es la ciencia la que no lo es.
Dividimos el estudio del Cosmos en diferentes campos, que tienen metodologías, paradigmas, libros de texto y facultades diferentes. Quienes estudian el universo son químicos, físicos, astrónomos, biólogos o matemáticos; sus titulaciones y carreras profesionales son diferentes, así como su forma de trabajar, su tradición intelectual y los puestos de trabajo a los que pueden aspirar. Incluso su lugar físico de trabajo está determinado por el campo de estudio que han escogido, al igual que la reputación e imagen social de que disfrutan (o padecen). Algunas áreas del conocimiento, como la filosofía, pertenecen incluso a regiones culturales consideradas diferentes e incluso incompatibles al otro lado de la famosa frontera ciencias/letras. Y sin embargo la realidad es tozuda y no reconoce campos separados de estudio. El universo carece de límites entre disciplinas, de modo que la multidisciplinariedad es una característica esencial del conocimiento.
Sin matemáticas la física de lo ingente y lo pequeño no puede ser estudiada. La biología a escalas lo suficientemente reducidas se convierte en química, que no es más que la física de los elementos y compuestos. La geología entiende de minerales y rocas, pero linda con la astronomía cuando se trata de otros cuerpos celestes y con la química y la física cuando quiere entender sus propiedades. La radioastronomía necesita la física nuclear al mismo tiempo que la mecánica clásica y relativista para trabajar con galaxias y cúmulos de ellas, y de la química para entender las nubes moleculares. Y por si fuera poco no hay hoy un solo campo de conocimiento que pueda avanzar sin usar sofisticadas herramientas tecnológicas. Ya no hay ‘ciencias puras’, y en rigor jamás las ha habido. Las divisiones entre las disciplinas no son más que artefactos del pasado; accidentes que tienen más que ver con las sociedades del siglo XVIII y sus particularidades que con ninguna división racional de ‘espacios de conocimiento’.
En el universo los límites no existen, y una buena parte de nuestros mayores avances en su comprensión han venido precisamente cuando nos hemos saltado esas fronteras artificiales aplicando ideas, métodos y conocimientos de una ciencia para resolver los problemas de otra. Para entender las reacciones químicas en detalle o para explicar el funcionamiento de las biomoléculas es necesario usar la mecánica cuántica, como hace falta la química si se aspira a comprender los mecanismos que hacen brillar a una estrella o crean un sistema solar a partir de polvo estelar. Las propiedades mecánicas de los minerales que forman las placas tectónicas dependen de su estructura cristalográfica, que viene determinada por las propiedades químicas y físicas de los compuestos que los forman y su historia. La evolución de los seres vivos está decisivamente influenciada por los límites de la mutación, a su vez intrínsecamente ligados a las propiedades químicas del ADN y del interior de la célula. Nada está separado: el cosmos es un gran sistema integrado. Y si queremos aspirar a conocerlo tendremos que estudiarlo sin límites entre disciplinas.
Sobre el autor: José Cervera (@Retiario) es periodista especializado en ciencia y tecnología y da clases de periodismo digital.
El artículo El Universo y los límites se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Cómo detectar un defecto en el ADN viendo cómo se retuerce

Imagen: E. Tyler/NIH
Toma el extremo de una cuerda y empieza a darle vueltas como si le estuvieras dando cuerda a un reloj. Llega un momento, más allá de cierto límite de vueltas, en el que se deformará, retorciéndose sobre sí misma hasta formar un bucle enrollado. El mismo tipo de deformación ocurre cuando se pasa de vueltas el ADN (al fin y al cabo es una cuerda biológica). Ahora, un grupo de investigadores ha demostrado que este comportamiento puede usarse para localizar con precisión una sola base desemparejada en la hebra de ADN. Especulan además con que este proceso podría estar ocurriendo en el interior de las células.
Los investigadores dieron vueltas a hebras de ADN con una técnica muy conocida para manipular biomoléculas. Es tan simple, dentro de lo simple que puede ser manejar una sola macromolécula, como sujetar un extremo de la hebra de ADN a una superficie sólida, mientras que el otro extremo se “amarra” a una canica magnética. En estas condiciones la aplicación de campos magnéticos adecuados hace girar la canica sobre sí misma haciendo que el ADN gire sobre sí mismo. Con el tiempo el ADN llega a un punto en el que se retuerce haciendo que la distancia que separa inicialmente la pared y la canica disminuya.
Para comprobar la eficacia de la técnica para localizar los puntos en los que había un defecto de pares de bases, el equipo diseñó una serie de cadenas de ADN con errores colocados con precisión. El número de errores podía ir de 1 a 16 bases adyacentes.
Al realizar los experimentos el ADN se retorcía dos veces. Primero, se doblaba y formaba un bucle en el defecto, lo que tenía como consecuencia una caída repentina de la longitud de la hebra. A partir de ahí la hebra continuaba acortándose conforme cada vez más parte de ella pasaba a formar parte del bucle, mientras que el bucle se desplazaba hacia la superficie sólida. Finalmente, una vez que el bucle tocaba la superficie, se doblaba una segunda vez y aparecía un nuevo bucle.
Los investigadores comprobaron que la disminución de la longitud del ADN entre la formación del primer y el segundo bucle se correspondía con la distancia original entre las bases desemparejadas y la superficie. Demostraron que, incluso en el caso de un único defecto, su técnica podía localizar siempre la posición del defecto.
Este descubrimiento permite descubrir la localización de defectos por medios físicos, sin necesidad de atacar químicamente la molécula de ADN, lo uq epodría ser muy útil para buscar daños en el ADN in vivo.
Referencia:
Andrew Dittmore, Sumitabha Brahmachari, Yasuharu Takagi, John F. Marko, and Keir C. Neuman (2017) Supercoiling DNA Locates Mismatches Phys. Rev. Lett. doi: 10.1103/PhysRevLett.119.147801
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Este texto es una colaboración del Cuaderno de Cultura Científica con Next
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Algunas observaciones someras relativas a las propiedades aerodinámicas de la suma
No es la primera vez que hablamos en este blog de alguna de las propuestas del magnífico escritor Raymond Queneau. Creador del grupo OuLiPo –Ouvroir de Littérature Potentielle, Obrador de Literatura Potencial– junto al ingeniero François Le Lionnais, jugó en muchos de sus escritos, de manera más o menos evidente, con las matemáticas.
El libro Cuentos y declaraciones recoge diferentes textos de este autor, todos ellos marcados con un toque de ‘absurdidad’. Debajo reproduzco uno de ellos, bellísimo, en el que es posible percibir que a nuestras profesoras y profesores se les olvidó enseñarnos algunas de las propiedades más importantes de la suma…
En la traducción del texto (del original en francés) he intentado conservar –¡qué atrevida!– el estilo de Queneau, a veces coloquial, a veces burlón,…
Algunas observaciones someras relativas a las propiedades aerodinámicas de la suma (Quelques remarques sommaires relatives aux propriétés aérodynamiques de l’addition, 1950)
En todos los intentos realizados hasta nuestros días para demostrar que 2 + 2 = 4, nunca se ha tenido en cuenta la velocidad del viento.
La suma de números enteros no es, en efecto, posible más que con un tiempo bastante tranquilo para que, una vez puesto el primer 2, se quede en su sitio hasta que se pueda poner la pequeña cruz, después el segundo 2, y después el pequeño muro sobre el que sentarse para reflexionar y por fin el resultado. El viento puede soplar después: dos y dos son cuatro.
Si el viento empieza a elevarse, he aquí el primer número que cae. Si continúa, ocurre lo mismo con el segundo. ¿Cuál es entonces el valor de ? Las matemáticas actuales no están en la medida de respondernos.
Si el viento sopla fuerte, entonces la primera cifra sale volando, después la crucecita, y así sucesivamente. Pero supongamos que cae tras la desaparición de la cruz, entonces podríamos estar abocados a escribir la absurdidad 2 = 4.
El viento no sólo lleva, también trae. La unidad, número particularmente ligero y que una simple brisa basta para desplazar, puede caer en una suma donde no tiene nada que hacer, a espaldas incluso del calculador. Es esta la intuición que había tenido el matemático ruso Dostoievski cuando osó declarar que tenía una debilidad por 2 + 2 = 5.
Las reglas de la numeración decimal prueban igualmente que los hindúes han debido probablemente formular más o menos de modo inconsciente nuestro axioma. El cero rueda con facilidad, es sensible al mínimo soplido. Tampoco se le tiene en cuenta cuando está situado a la izquierda de un número: 02 = 2, ya que el cero ‘se larga’ siempre antes del final de la operación. No es significativo más que a la derecha, pues entonces las cifras precedentes pueden también retenerlo e impedirle salir volando. También se tiene 20 ≠ 2, mientras el viento no supere algunos metros por segundo.
Deduciremos ahora algunas consecuencias prácticas de estas consideraciones; en cuanto se pronostican perturbaciones atmosféricas, es bueno dar a la suma una forma aerodinámica. También se aconseja escribir de derecha a izquierda y comenzar lo más cerca posible del borde de la hoja de papel. Si el viento hace deslizar la operación en curso se puede, casi siempre, recogerla antes de que llegue al margen. Se obtendrá así, aún con una tormenta de equinoccio, resultados como éste:
= 5.
Referencias
Raymond Queneau, Contes et propos, Gallimard, 1981
Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad.
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Sistemas respiratorios: invertebrados terrestres

Sistema de tráqueas en una cucaracha “Nauphoeta cinerea” (disección)
Aunque el medio respiratorio de los animales terrestres es aire, todos los epitelios respiratorios están recubiertos por una fina película de agua, razón por la cual el intercambio de gases siempre se produce a su través. Los animales terrestres, por ello, han de mantener húmedas las superficies respiratorias. En algunos casos ello obliga a permanecer en medios húmedos, como ocurre con algunos anélidos. Aunque en la mayoría de las especies, la solución ha consistido en disponer de superficies respiratorias internas o cubiertas por alguna estructura protectora, a la vez que el epitelio se mantiene húmedo por medio de alguna secreción. Los principales órganos respiratorios de animales terrestres son (1) el sistema de tubos aéreos internos denominados tráqueas, característicos de insectos y de algunas arañas, (2) los pulmones en libro, que se asemejan a branquias, de escorpiones y algunas arañas, (3) la cavidad del manto de algunos gasterópodos, y (4) los pulmones, que son sacos internos muy vascularizados, propios de algunos caracoles y de los vertebrados.
Gasterópodos terrestres
Los bivalvos y los cefalópodos son animales casi exclusivamente acuáticos. Si acaso, de los bivalvos intermareales podría decirse que tienen un modo de vida anfibio, pues algunos llegan a permanecer durante largos periodos de tiempo expuestos al aire en la bajamar. Lo normal es que en ese periodo cierren sus valvas y se aíslen del exterior para evitar la desecación, por lo que pueden verse obligados a recurrir a vías anaerobias del metabolismo. Los gasterópodos, sin embargo, tienen numerosos representantes terrestres. Nos referimos a caracoles y babosas.
Las babosas intercambian los gases a través del tegumento, razón por la cual lo mantienen húmedo de forma permanente. Ese factor condiciona su modo de vida, ya que necesitan ambientes húmedos. Algunos caracoles terrestres –los prosobranquios- utilizan el manto que recubre la concha por su interior para intercambiar los gases respiratorios. Otros –los pulmonados- han desarrollado verdaderos pulmones a partir de la cavidad del manto, con un pequeño orificio que conecta al pulmón con el exterior.
Insectos y miriápodos
Estos animales utilizan tráqueas para respirar. Se trata de tubos llenos de aire que se abren al exterior a través de unos orificios en el exoesqueleto denominados espiráculos y que se ramifican hacia el interior de manera que las proyecciones de una misma tráquea –las traqueolas, de unos 0,2 µm de diámetro- alcanzan varios puntos en el tejido. Los tubos están llenos de aire salvo al final de las traqueolas, donde mantienen un fluido. Muchas tráqueas están reforzadas con quitina, por lo que son estructuras con una cierta rigidez. Las tráqueas pueden disponer de un mecanismo de cierre, al que recurren para evitar una excesiva pérdida de agua por evaporación del fluido de las traqueolas. El tejido nervioso y el muscular son los que reciben un mayor número de traqueolas, debido a su alta actividad metabólica.
Es importante reparar en el hecho de que el aparato circulatorio de los animales con un sistema traqueal no tiene la función de transportar gases respiratorios, pues estos van directamente del exterior a las células (O2) y de las células al exterior (CO2); de hecho, la apertura de las tráqueas se produce en respuesta a una disminución de la concentración de O2 en las células o a un aumento de la concentración de CO2. El sistema circulatorio transporta muchas otras sustancias, principalemene alimenticias, pero no cumple funciones respiratorias.
Los insectos sedentarios y los muy pequeños intercambian gases por pura difusión, pero los activos, especialmente los voladores impulsan los gases a través del sistema traqueal, para lo que disponen de sacos aéreos, que son regiones expandidas de las tráqueas, que se abren y cierran por la acción de músculos ad hoc o por efecto de la contracción de otros músculos.
Dado el enorme número de especies de insectos y miriápodos, así como el gran número de ejemplares de algunas especies, especialmente de insectos sociales, el sistema traqueal es, con diferencia, en sistema respiratorio más abundante en metazoos.
Arácnidos
Aunque algunas arañas tienen tráqueas para respirar, el órgano respiratorio de los escorpiones y las arañas más primitivas es el pulmón en libro. Se trata de una estructura similar a una branquia, en la que un conjunto de lamelas (láminas) apiladas penetran desde la cutícula hacia el interior del abdomen.
Las arañas de aparición más recuente han desarrollado un sistema de tubos –o sea, de tráqueas- que, curiosamente, es independiente del de los insectos.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
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La teoría cinética y la segunda ley de la termodinámica
El modelo de la teoría cinética puede explicar el comportamiento de un gas cuando es comprimido o expandido, calentado o enfriado. A finales del siglo XIX, el modelo fue refinado para tener en cuenta muchos efectos que no vamos a discutir. Eso sí, también se descubrieron límites más allá de los cuales el modelo se descompone. Un ejemplo sencillo y evidente: el que el calor llegue del Sol a través del vacío del espacio no es explicable en términos del movimiento térmico de partículas; este fenómeno en todo caso es prueba de algo muy diferente, a saber, que ese calor es una forma de onda electromagnética. Pero en la mayoría de los casos el modelo funcionó espléndidamente, explicando el fenómeno del calor en términos de movimientos ordinarios de partículas submicroscópicas. Cumplió en buena medida con la esperanza que Newton había expresado en los Principia y en Opticks de que todos los fenómenos de la naturaleza podían explicarse en términos del movimiento de las pequeñas partes que constituyen la materia (átomos).
Para mediados del siglo XIX, con las leyes de conservación para momento y energía bien establecidas, el concepto de irreversibilidad de los procesos adquiere cada vez mayor importancia. Vimos el origen de esta preocupación cuando repasamos los límites de eficiencia de las máquinas de vapor y el concepto de irreversibilidad se materializó en la segunda ley de la termodinámica. Esta ley se puede expresar de distintas formas equivalentes:
-
El calor no fluye por sí mismo desde un cuerpo a menor temperatura a otro a mayor temperatura
-
Es imposible convertir completamente en trabajo una cantidad de calor determinada.
-
La entropía de un sistema aislado, y por tanto del universo, aumenta siempre.
El hecho de que el calor no sea otra cosa que movimientos ordinarios de partículas submicroscópicas nos permite alcanzar, intuitivamente otro forma de expresar la segunda ley. Veamos.
Los procesos de batir un huevo, de mezclar humo y aire, o de desgastar una pieza de maquinaria, no parecen, a primera vista, obedecer las mismas leyes que los motores térmicos. Sin embargo, estos procesos también se rigen por la segunda ley. El calor, se infiere de nuestro modelo, no es más que los movimientos desordenados, aleatorios,de átomos y moléculas. Por lo tanto la conversión de trabajo mecánico ordenado en calor (por ejemplo, el empuje de un pistón en un cilindro lleno de gas), produce un aumento de su tempertaura o, lo que es lo mismo, un incremento del movimiento desordenado de las moléculas del gas. Vemos así que la entropía es una medida del desorden de un sistema [1][2].
Por tanto, los procesos irreversibles son procesos en los que la entropía se incrementa, y este incremento de la entropía es un incremento en el desorden de los átomos, moléculas o cualquier tipo de partículas que formen el sistema. Llegamos así a una nueva expresión de la segunda ley:
En un sistema aislado [3] en el que tenga lugar un proceso irreversible, Universo incluido, el desorden aumenta siempre.
Notas:
[1] El que la entropía se pueda definir en términos de desorden es algo demostrable matemáticamente, pero no es este el lugar para hacerlo.
[2] Un error habitual es igualar entropía con cualquier tipo de desorden. Vemos de forma muy sencilla a qué tipo de desorden nos referimos.
[3] Por la lógica que seguimos en esta serie limitamos nuestras afirmaciones a sistemas aislados. La segunda ley también se aplica a sistemas no cerrados. Pero esto se escapa del ámbito de la serie.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
El artículo La teoría cinética y la segunda ley de la termodinámica se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Nuestros ancestros asesinos
Las proporciones y forma de la mano de los homínidos se seleccionaron, entre otras razones no excluyentes entre sí, para convertirla en un arma peligrosa para golpear al rival en las peleas, y hacerlo preferentemente en la cara, según la hipótesis de David Carrier, de la Universidad de Utah. Golpear con los puños es, seguro, uno de los métodos de violencia más antiguo de nuestra especie. Si la mano, nuestro signo de ser Homo, es, demás, un arma, es razonable plantear la hipótesis de que el rostro, el blanco principal para los golpes, también ha evolucionado para resistirlos. Así, las manos y el rostro de nuestra especie ha evolucionado para participar en peleas, hacer daño y protegerse del daño que nos inflijan.
Virginia Hill: El puño como sistema de convivencia
Nunca mató a nadie, pero vivió rodeada y mantenida por los tipos más duros de la Mafia americana de la posguerra. Disfrutó de una vida desmesurada e intensa y murió cómo y cuándo quiso: se suicidó a los 49 años en Salzburgo, Austria. La edad le robó sus encantos y la que, en un tiempo, fue conocida como Reina de los Gangsters decidió que no podía vivir así. Hay quien afirma que no se suicidó, que la asesinaron. Poco antes de su muerte había recibido la visita de uno de sus antiguos amantes, el boss de la familia Genovese de Nueva York, Joe Adonis, que declaró que había acompañado, junto con sus guardaespaldas, a Virginia hasta la puerta de su casa. Ya ha pasado el tiempo suficiente como para que sepamos que el enigma de su muerte no se va a aclarar, y para siempre quedará como un suicidio.
Virginia Hill nació en Bessemer, Alabama, en 1917, en una familia con diez hermanos. Después de trasladarse a Marietta, Georgia, su madre la echó de casa y, con 17 años, marchó a Chicago donde esperaba encontrar trabajo durante la celebración de la Feria Mundial de 1933. Ella declaró que, hasta esa edad, nunca había llevado zapatos. Acabó empleada de camarera y prostituta ocasional, y así conoció al gangster Joe Epstein,contable y experto en evasión de impuestos, de la banda de Jack Guzik, político corrupto del grupo de Al Capone. La hizo su amante y, también, su correo para mover fondos, incluso con viajes a Suiza para depositar dinero en cuentas secretas. Años más tarde declaró que “cuando esta chica se mete bajo tu piel es como el cáncer, es incurable”. En esa época, Virginia le compró una casa a su familia en Marietta y pagó los 11000 dólares del precio al contado, sacando uno a uno los billetes de cien, arrugados, de su bolso. Y fue por entonces, en sus viajes como correo del dinero de la Mafia, cuando conoció y fue amante de destacados mafiosos como Frank Costello, Frank Nitti, Charles Fischetti o Joe Adonis.
También transportaba dinero de las apuestas de las carreras de caballos, casi siempre amañadas, lo que le permitía tener buenos “soplos” y ganar un buen dinero apostando por su cuenta. Cuando marchó a Nueva York, se presentó como la heredera de un imperio petrolífero en Georgia y daba las fiestas más espectaculares de la ciudad. Apareció en la prensa como la “chica glamurosa de Manhattan” y declaraba, con orgullo, que era la mujer con más abrigos de piel del país. Esto ocurría en 1941 y, quizá en otro mundo, se luchaba en la Segunda Guerra Mundial.
También conoció a Bugsy Siegel, uno de los jefes de la banda de Nueva York conocida como Bugsy & Meyer, este último por Meyer Lansky, ambos gangsters judíos, amigos desde niños y compañeros de fechorías de Lucky Luciano. Asesino, psicópata, guapo e insaciable en el sexo, Siegel y Virginia basaban su relación en tremendas peleas a puñetazos, con intentos de suicidio incluidos, pero en los que ella devolvía golpe por golpe y que acababan siempre en más sexo salvaje. En 1937, Virginia Hill y Bugsy Siegel comenzaron sus viajes a California, con el encargo para Siegel de organizar la extorsión, el tráfico de drogas y demás actividades para conseguir dinero en torno a la cada vez más poderosa y rica industria del cine en Hollywood.
“Bugsy” Siegel, llamado al nacer Benjamin Siegelbaum, procedía de una familia judía pobre que venía de Letychiv, en la actual Ucrania. Benjamin había nacido en Brooklyn el 28 de febrero de 1906. Con 14 años organizó una banda de “protección” de los comerciantes del barrio que pronto se unió a la de otro joven judío, Meyer Lansky, y ampliaron el negocio al juego y al robo de coches. En la banda, Lansky era la cabeza y Siegel el tipo duro. A los 21 años ya era culpable de secuestro, robo, asalto, tráfico de drogas, trata de blancas, violación, evasión de impuestos, juego, extorsión y numerosos asesinatos. No era de los que ordenaba un asesinato; era de los que participaba en el asesinato.
En 1929 se casó con Esta Krakower, su novia desde niños y hermana de otro de los tipos duros de la banda, Whitey Krakower. Tanto Siegel como Krakower fueron miembros de Crimen, S.A., el grupo de asesinos volante que mataba, por todo el país, a quien les ordenaban los jefes de la Mafia. Por cierto, ya en California, Whitey intervino, con Siegel, en el asesinato de un confidente y fue, a su vez, asesinado por su cuñado para que no declarase en contra.
En 1930, la banda Bugs & Meyer se une al futuro de la moderna Mafia de Lucky Luciano, Frank Costello o Albert Anastasia. Varios de ellos serían amantes de Virginia Hill. Es el nacimiento del crimen organizado a nivel continental, con ramificaciones en Europa y en el Caribe.
Bugsy Siegel era un mujeriego sin remedio. Convirtió a Virginia en su amante permanente, a pesar de que nunca se divorció de su mujer de siempre. Siegel, que vivía en California con las dos hijas del matrimonio, se empeñaba en llevar a la cama a todas las aspirantes a actriz que conocía, y eran muchas. Se llegó a decir que se había casado con Virginia en 1947 en México. En aquella época, comenzó a llamar a Virginia The Flamingo, el Flamenco, por sus largas piernas. Años más tarde, este apodo sería la causa de su muerte.
Virginia, con dinero abundante y una gran mansión en Hollywood, seguía ingresando dinero de las bandas con su labor como correo y, además, organizaba suntuosas fiestas que, a su vez, le proporcionaban información valiosa para chantajear a las estrellas de Hollywood con secretos inconfesables de su vida privada.
La buena vida y la fortuna de Siegel le llevaron a su proyecto más ambicioso, y el futuro demostraría que era el sueño de un visionario genial. Siegel fue uno de los creadores de Las Vegas. Vio la cercanía entre el dinero de California, sobre todo de Hollywood, y el Estado de Nevada, uno de los pocos en que el juego era legal. Y eligió un pueblo, Las Vegas, para construir el casino más lujoso de América. Le llamó The Flamingo, en honor de su amante Virginia Hill. El dinero vino, sobre todo, de Nueva York, de la familia Genovese y de Meyer Lansky, la otra mitad de la banda Bug & Meyer. Pero el asunto se complicó y el casino se convirtió en un pozo sin fondo donde desaparecían millones de dólares de la Mafia, de unos inversores que no eran precisamente famosos por su paciencia con los morosos.
Es posible que parte del dinero fuera a parar a los bolsillos de Siegel, y que Virginia fuera el correo que lo llevaba a Suiza en sus frecuentes viajes a Europa. El 10 de junio de 1947 viajó a París, se dijo que para recuperarse de una paliza particularmente brutal. Diez días después, Siegel fue asesinado con una carabina .30-.30 en la sala de la mansión que Virginia tenía en Hollywood. Le dispararon nueve tiros; dos le alcanzaron en la cabeza y otros dos en el pecho. La muerte fue instantánea. Virginia volvió de París inmediatamente, horrorizada y asustada; o, por lo menos, eso parecía. Ante la policía negó que fuera amante de Siegel y aseguró que desconocía su relación con los Genovese de Nueva York. Pero las continuas palizas a Virginia que, no hay que olvidar, era o fue la amante de los más importantes capos de la Mafia, más el dinero que desaparecía en The Flamingo quizá fueron las razones para ordenar la muerte de Siegel. Nunca se ha sabido con certeza, y nadie fue juzgado por ello. No conocemos quién, por qué y por orden de quien fue asesinado Benjamin “Bugsy” Siegel.
Otro dato a añadir a lo escrito más arriba es que, después de la muerte de Siegel, su amigo Lansky se entrevistó con Virginia y le pidió el dinero que había llevado, por encargo del asesinado, a las cuentas secretas de Suiza. Virginia lo devolvió y la cúpula de la Mafia quedó tranquila. Hasta su muerte, Virginia hablaría con cariño de Bugsy pero, siempre, sin criticar a los gangsters que había amado en otra época. Por cierto, Meyer Lansky, el gran colega y socio, desde niños, de Siegel, murió en su cama, en su mansión de Florida, en 1983, a los 81 años.
En realidad, Bugs Siegel era capaz de convertir el día más tranquilo en un lío parecido, a veces, a las películas de los Hermanos Marx. En cierta ocasión, se alojaron a la vez en el Flamingo cuatro de sus amantes: Virginia, que le daba sexo y broncas a tope; la actriz de cine británica Wendy Barrie, que era el glamour; la italiana Dorothy Taylor, Condesa DiFrazzo, que aportaba la clase; y otra actriz, Mary McDonald, a la que apodaban The Body. Y claro, así como por casualidad, Hill y Barrie se cruzaron por los pasillos del lujoso casino; la actriz británica salió del encuentro con la mandíbula casi desencajada.
En otra ocasión, en 1939, Bugs viajó a Italia con la Condesa DiFrazzo con la intención de vender explosivos para el ejército de Mussolini. Mientras negociaba con el gobierno fascista, se alojaba en el palazzo de su amante. Y allí recibieron la visita de jerarcas nazis como Hermann Goering o Jospeh Goebbels. El pobre judío de Nueva York conoce a los antisemitas nazis por medio de una condesa fascista. Conociendo el temperamento de Bugsy, no es difícil suponer que de inmediato quisiera matarlos. Su querida Condesa le disuadió y la historia pudo seguir su curso.
En 1950, el Senado de los Estados Unidos decidió organizar una Comisión Especial de Investigación sobre el Crimen y, para presidirla, se eligió al senador por Tennessee, Estes Kefauver. Ocupó el puesto desde el 10 de mayo de 1950 hasta el 1 de mayo de 1951. Además, formaron parte de la Comisión Herbert O’Connor, de Maryland; Lester Hunt, de Wyoming; Alexander Wiley, de Wisconsin; y Charles Tobey, de New Hampshire. En marzo de 1951, la Comisión tuvo ocho días de audiencias en Nueva York y, a una de las sesiones, fue llamada a declarar Virginia Hill.
Ya tenía 35 años, una vida muy agitada y un hijo de su matrimonio con Hans Hauser, un instructor de esquí al que había conocido durante unas vacaciones en Sun Valley. Era su cuarto marido; de los otros tres, destaca un bailador de rumbas mejicano.
Virginia había intentado ser actriz en Hollywood, pero nunca le dieron un buen papel (que sepamos, solo participó en una película, Alta tensión, en 1941, y ni siquiera aparecía su nombre en los créditos). Aunque su tren de vida todavía era lujoso, había disminuido desde que parecía haber perdido el contacto con sus antiguos amigos gangsters. Además, la había investigado el Departamento del Tesoro que, a partir de un cálculo de sus gastos, valoró que no había pagado impuestos para unos ingresos de unos 500000 dólares. Fue entonces cuando se casó con Hauser y marchó a Europa. El Tesoro embargó y subastó su casa y demás propiedades. Pero siempre recibió dinero, una especie de pensión, por parte de Joe Epstein, aquel gangster de Chicago que fue su primer amante de la Mafia. También es cierto que sus frecuentes viajes de ida y vuelta entre Estados Unidos y Europa hacían sospechar que seguía con su antiguo trabajo de correo del dinero de la Mafia.
El mismo Kefauver cuenta que su belleza ya no era lo que había sido, pero iba vestida con clase. Sin embargo, en las fotografías que se publicaron de su declaración ante la Comisión, se la ve hermosa y relajada, aunque demostró su carácter e, incluso y aunque intentó disimularlo haciéndose la tonta, quedó claro que era muy inteligente. Y con sentido del humor. Los senadores estaban convencidos de que recibía o, por lo menos, había recibido, dinero, y mucho, de la Mafia. Virginia lo negó varias veces y afirmó que de ese dinero no sabía nada de nada; es más, llegó a decir que aquellos amigos suyos, por lo visto tan famosos, ni siquiera eran gangsters. Al final, el senador Tobey le preguntó por qué le daban dinero. Virginia le desafió a si de verdad quería saberlo. Tobey contestó que sí, y entonces Virginia le respondió que “Pues entonces le voy a decir por qué. ¡Porque soy la mejor mamona de la ciudad!” Esta respuesta, disimulada con todo tipo de eufemismos, apareció en toda la escandalizada prensa de Nueva York.
Virginia Hill vivió en Europa hasta su muerte en 1966, en compañía de su hijo Peter Houser, de profesión, camarero.

Farrah Fawcett en “The burning bed” interpretando a Francine Hughes, una mujer real maltratada.
La estadística nos dice que es la cabeza el principal blanco de los golpes, con el 53% de los hematomas, el 66% de las heridas, o el 85% de las fracturas, según un estudio publicado en 1990 en Gran Bretaña. Además, la mayoría de las peleas son entre hombres., como en otros grandes primates, con porcentajes que van del 68% al 92% según dicen las encuestas publicadas. Todo esto desde hace millones de años, desde los australopitecos, y con antecedentes en los primates.
Nuestra violencia es muy antigua. Desde tiempo inmemorial, una violencia brutal acompaña a la humanidad. Los arqueólogos han encontrado restos de huesos humanos con marcas de haber muerto a golpes desde hace, por lo menos, 200000 años. Es lo que algunos han llamado la guerra anterior a nuestra civilización con sus conflictos más o menos establecidos y violentos. O sea, más violencia y más muertes. Es en Provenza, en el sur de Francia, donde se fechó hace 200000 años un grabado en una roca con una figura humana con flechas o lanzas clavadas en su cuerpo.
Con la llegada de lo que llamamos la civilización se ha conseguido, en parte, controlar la violencia entre individuos, pero la violencia entre grupos, la guerra y sus variantes, ha prosperado y mejorado en métodos, técnicas y número de muertos. Ahora se mata más, mejor y con más precisión.
La capacidad de nuestra especie para destruir a otros miembros de la especie, a otras especies y a ecosistemas enteros no tiene precedentes en la historia del planeta. Conocemos y somos conscientes de la violencia y de sus bases evolutivas, biológicas y sociales como nunca antes y, sin embargo, el futuro cercano de nuestra especie parece que seguirá lleno de violencia y muerte.
Además, seguimos batiendo marcas. Hace no muchos días se publicó lo que se considera el asesinato más antiguo de la historia. Fue en Atapuerca donde un grupo de investigación, liderado por Nohemí Sala, publicó el estudio del Cráneo 17 y lo tituló como “Violencia interpersonal letal en el Pleistoceno Medio”, hace 430000 años. Encontraron los restos de este cráneo en la Sima de los Huesos, en el yacimiento de Atapuerca. Tiene dos fracturas producidas perimortem en el hueso frontal, provocadas por un instrumento romo, en un enfrentamiento cara a cara con un diestro que le golpeó en la parte izquierda de la cabeza. Y nadie da esos golpes sin intención de hacer daño, incluso de matar.

Imagen: Fundación Atapuerca
Cráneo 17: Nuestro antepasado
Le acompañaban en su tumba, por lo menos, otros 27 individuos, antepasados de los neandertales. Era en la Sima de los Huesos, con su caída vertical de 13 metros, en Atapuerca, y, en total, los paleontólogos recogieron en su interior unos 6800 fragmentos de huesos. Nuestro protagonista, el Cráneo 17, es el resultado de la reconstrucción del rompecabezas formado por 52 fragmentos de hueso recolectados, clasificados y archivados durante 20 años de trabajo, de 1990 a 2010.
Murió joven y llegó a la Sima hace unos 430000 años. Su cráneo tiene dos perforaciones en el hueso frontal, hacia la izquierda y casi encima de la órbita ocular. Los dos golpes tienen una forma parecida, lo que demuestra que fueron producidos por el mismo objeto, casi seguro de piedra, quizá de madera, y ya que no hay remodelación del hueso, las heridas se produjeron perimortem. Las trayectorias de los golpes son ligeramente diferentes por lo que no parece que se produjeran al caer a la Sima de los Huesos, con su altura de 13 metros, porque allí lo arrojaron o se despeñó por accidente. Lo golpearon y luego lo tiraron a la Sima. Es, por tanto, un crimen de quien le golpeó, y, además, con dos golpes, quizá para asegurarse.
Fue hace, como decía, 430000 años, y es el crimen más antiguo conocido. Es nuestro reencuentro con Caín y Abel, por ahora y hasta que encontremos otro asesinato todavía más antiguo. Así fuimos, somos, los homínidos.
Además, en la Sima de los Huesos había otros 27 individuos y, de ellos, por la reconstrucción que hacen los autores, otros ocho cráneos presentan traumas perimortem. Había 1850 fragmentos de huesos y, de ellos, 560 pertenecían a cráneos. Se reconstruyeron 17 cráneos y, de su análisis detallado, los autores encuentran que las heridas de los Cráneos 5 y 11 pudieron causar su muerte y, ser, como en el Cráneo 17, víctimas de asesinato.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las fracturas perimortem, quizá con el resultado de muerte y asesinato, en estos 28 cráneos, son solo el 4% del total. Son los que tienen las características típicas de un ataque criminal.
Podemos acercarnos más en el tiempo y buscar más restos humanos con marcas de violencia. Por ejemplo, en Jebel Sahaba, en el actual Sudán del Norte, se ha encontrado un enterramiento, de hace 13000 años, con 59 cuerpos y por lo menos la mitad han muerto con armas, sobre todo flechas cuyas puntas se encuentran entre los restos. Incluso los niños han sido ejecutados con flechas lanzadas a corta distancia. O, hace unos 10000 años, en Nataruk, en la cuenca del lago Turkana, en Kenia, con el hallazgo de restos de 27 individuos, y 10 de ellos con evidencias de muerte violenta, con golpes, fracturas y heridas de flecha. Dos individuos, por la postura que tenían al morir, fueron maniatados y ejecutados. Son dos grupos de cazadores recolectores que tuvieron una dura y violenta disputa.
Fue en 1974 cuando Sarah Hrdy, de la Universidad de Harvard, propuso que, en primates, los machos dominantes mataban a las crías del anterior macho dominante cuando le ganaban en la lucha por el control y acceso a las hembras. Y, ahora, sabemos que más de 40 especies de primates cometen infanticidio cuando se convierten en el macho dominante. Conseguían que las hembras, una vez muertas sus crías, entraran en celo y copularan con el nuevo macho. Y, además, los genes del macho anterior no pasaban a la siguiente generación, solo lo hacían los del nuevo macho.
Parecidos cementerios como el que he descrito en el Sudán del Norte se han encontrado en Alemania y Francia, demostrando que este tipo de violencia exterminadora era habitual en nuestros antepasados más cercanos.
En estas luchas se utilizaban armas que ya se usaban para la caza desde hace, por lo menos, más de 400000 años y que, también, servirían para atacar a otros homínidos. Solo hay que recordar la obra de un gran creador, Stanley Kubrick, y la primera parte de 2001, una odisea en el espacio. El arma que se utiliza para cazar, tapires en este caso, pronto se utiliza para masacrar a otra tribu de la misma especie de homínido.
Es más, en una publicación reciente, un estudio demostraba que algunas de las herramientas de piedra que fabricaba nuestra especie, en este caso con forma de esfera y que aparecieron hace 1.8 millones de años, se podían utilizar como proyectiles y arrojar con precisión hasta unos 25 metros. Seguro que se utilizaron para cazar pero, también, como armas en las luchas entre grupos de nuestros antepasados. Todavía son abundantes en yacimientos fechados hace 70000 años.
La historia escrita, con textos e imágenes de Egipto, Grecia, India, Roma o en América, es testigo del uso de la violencia desde antiguo y habitual en nuestra especie. Quizá podríamos suponer que, cuando nuestra especie dejó el nomadismo del cazador recolector y se estableció en poblados permanentes con la agricultura y la ganadería, disminuyó la violencia. Pero no fue así y no tardaron mucho en aparecer las fortificaciones para proteger los poblados y los esfuerzos para mejorar la tecnología de las armas.
En fin, la violencia actual no es ni mucho menos un fenómeno nuevo. Nos acompaña en nuestra historia evolutiva desde hace millones de años. Los datos sobre violencia letal en mamíferos indican, de media, un 2% de víctimas como porcentaje que parece se mantiene y, por tanto, se selecciona en la filogenia del grupo. Además, el número de muertes es mayor en luchas dentro de la misma especie, cuando hay grupos sociales establecidos y una territorialidad a defender, o conquistar, en la especie implicada. Por tanto, nuestra especie entraría en ese grupo de especies con más víctimas mortales.
Es mayor el número absoluto de víctimas, en nuestra especie, en la actualidad que entre nuestros ancestros. Ahora hay más población, más grupos en disputa, más cercanos geográficamente y, también, estructuras organizadas permanentes para las luchas como son ejércitos, naciones, estados, alianzas y demás.
En fin, quien más mata a sus conespecíficos es el que forma parte de un grupo, creado por altruismo y empatía, pero solo hacia los nuestros, no hacia los otros.
Un ejemplo de la violencia del grupo, quizá hacia otros o hacia alguien del grupo que es condenado, es el ejemplo de las cabezas cortadas encontradas, en las excavaciones del Poblado de La Hoya, en Laguardia, por Armando Llanos. Uno de los cadáveres es un varón joven, de 1.65 metros de altura, y su cabeza, con signos de decapitación, apareció a unos 11 metros de distancia. Es violencia organizada, propia de un grupo, que, aunque hay menos violencia en general, los tipos de violencia social y grupal se mantienen y, a menudo, se disfrazan de ceremoniales (se calcula que la Inquisición ejecutó a una cifra de entre 3000 y 10000 personas).
Somos una especie violenta por naturaleza, tal como afirma David Bueno, de la Universidad de Barcelona. Los conflictos están en las conductas de todos los seres vivos. Las disputas son por recursos o por la reproducción. La lucha puede ser entre individuos o entre grupos. Además de una inevitable base cultural de la violencia, también hay una base genética que, en las conductas agresivas, llega al 40%, con enormes variaciones según el género, el estrés y la regulación de esos genes por influencia del entorno, incluyendo la sociedad, la cultura y la educación.
Somos violentos porque somos agresivos, como tantas especies animales, pero, además, y esto es solo nuestro, somos creativos, tenemos imaginación, lo que es típico de nuestra especie. Quizá no nos hace más violentos, pero sí nos convierte en más crueles. Es el deseo de imponerse en el conflicto unido a la imaginación para prever cómo conseguirlo. La agresividad viene de nuestros ancestros pero, la creatividad solo en parte, el resto tiene que ver con el entorno social. No podemos dejar de ser violentos, pero debemos atenuar sus consecuencias con la empatía y, de nuevo con el entorno social y la educación.
Para terminar, la violencia interpersonal tiene su interés si se estudia en la prehistoria, entre nuestros antepasados, pues así se abre un enfoque distinto sobre las relaciones sociales en nuestra especie, hace miles de años, y con cierta sencillez se puede relacionar con problemas actuales de subsistencia como la escasez de recursos, el aumento de población o la defensa del territorio. No hay que olvidar que una de las críticas al estudio de la conducta agresiva en primates y a su base genética se basa en la idea de que biológico, evolutivo o genético es equivalente a fijo o inmutable. Pero la violencia humana no es inalterable y, precisamente, conocer sus bases biológicas ayudará a predecirla y mitigarla.

Alamut según un códice persa del s. XV
Hassan-i Sabbah: Un pionero
En el Diccionario de la Lengua, asesino tiene dos acepciones, ambas como adjetivo, y la primera lo define “Que asesina”, y la segunda como “Ofensivo, hostil, dañino”, y vienen del árabe “hassasin”, adictos al cáñamo indio. Por cierto, hachís, en nuestro Diccionario, viene del árabe “hassis” y, de esta manera, en nuestro idioma, asesino y hachís tienen el mismo origen. No está claro, quizá debemos a los cruzados el por qué derivaron el nombre de una secta musulmana de una hierba considerada como narcótico y, más bien, agradable de consumir. A los miembros de la secta se les suponía un valor suicida en el cumplimiento de sus misiones y, es posible, que los cruzados atribuyesen su arrojo al uso de la droga.
La historia nos cuenta que los “hassashashin” eran los componentes de la secta que fundó y dirigió Hassan-i Sabbah y que utilizaban el asesinato como estrategia política. Fue el primero, por lo menos en nuestro idioma, que legó su nombre a los asesinos. Nació en la ciudad sagrada de Qom, hoy en Irán, en 1034 o en 1050, según fuentes diversas, y murió el 12 de junio de 1124 en Alamut, en la fortaleza de la Secta de los Asesinos, situada al norte de Irán, en la región al sur del Mar Caspio. Los mongoles la destruyeron en 1256 y, con su castillo, desapareció toda la documentación sobre la Secta de los Asesinos y sobre su jefe, Hassan-i Sabbah, también conocido como “El Viejo de la Montaña”.
No voy a entrar en las creencias religiosas de Hassan-i Sabbah dentro de la religión musulmana, ni tampoco en sus peleas sectarias, ni en sus viajes para aprender y, después, para enseñar y conseguir adeptos, pero me gustaría conocer, y no conozco, sus argumentos para su propuesta del asesinato como método en política, que de siempre ha tenido muchos seguidores en nuestra especie (esto me recuerda el asesinato como una de las Bellas Artes, según la sugerencia de Thomas De Quincey).
Parece que fue en Egipto, hacia 1078, donde comenzó a organizar la Secta de los Asesinos. Años después, en 1090, ya conquistaba aldeas y castillos y establecía centros de los Asesinos. En aquellos días, conquistó Alamut y decidió que era la base segura que buscaba para organizar y enviar misiones de enseñanza y conquista por todo Oriente.
La vida en Alamut, y seguramente en otros centros de los Asesinos, era dura y disciplinada. Hassan incluso ordenó la ejecución de dos de sus hijos por contravenir las reglas de la secta.
Su vida fue, desde luego, la de un sabio. Estudió, además de los textos de su religión, matemáticas, astronomía, alquimia, medicina y arquitectura. Fue un revolucionario, un sacerdote, un líder, alguien al que sus propias convicciones le daban el orgullo de ser el más ortodoxo de sus correligionarios. Su fama, y la de su Secta de Asesinos, se extendieron por todo el Oriente, entre Irán y Siria, y llegó a Europa a través de los cruzados que, a menudo, no distinguían entre la crónica y la leyenda. Y, no podía ser de otra manera, una herramienta eficaz en apoyo de su fama y poder fue el asesinato de otros estudiosos, de imanes y de nobles que no pensaban como Hassan-i Sabbah.
Una de sus primeras víctimas fue Seljuq, en Bagdad y en 1092, y siguen los asesinatos hasta la muerte de “El Viejo de la Montaña” en 1124, e incluso después como, por ejemplo, el emir de Aleppo, asesinado en 1126.
Hay algo que se sabe y mucho que se cuenta de la Secta, con ritos de iniciación e ingreso que incluían un elevado riesgo de morir pero, también, el uso de drogas y la visita al paraíso, con huríes incluidas, y la presencia de Hassan-i Sabbah como enviado divino.
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Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.
El artículo Nuestros ancestros asesinos se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Zurdos prehistóricos

Eder Domínguez. Foto: Nuria González. UPV/EHU.
“Los útiles prehistóricos -explica Eder Dominguez, del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU – constituyen una fuente de información muy valiosa para conocer cómo era la vida de nuestros antepasados, pero también para entender cómo se comportaban y cómo pensaban. Debido a que es la mente la que crea el útil, podemos tratar de obtener información sobre la cognición humana a través del estudio de las industrias líticas”. Así, el estudio de los útiles prehistóricos se puede completar con análisis que incluyan enfoques etológicos y cognitivos, que permitan extraer información adicional a la que se obtiene de un estudio puramente tipológico. Siguiendo ese razonamiento, en las últimas décadas se han incrementado los estudios que analizan la lateralidad de las poblaciones prehistóricas a través de la industria lítica.
La lateralidad es una cualidad que presentan algunas especies y que consiste en asignar roles diferentes a cada lado del cuerpo en el momento de realizar una tarea determinada, otorgando a uno de ellos mayor dominancia. “Estos estudios tratan de aportar información al conocimiento de las asimetrías cerebrales y al desarrollo del lenguaje durante nuestra evolución, ya que guardan una fuerte relación con la lateralidad”, comenta el nuevo doctor.
El estudio llevado a cabo por este investigador parte del análisis de sociedades prehistóricas del Neolítico y Calcolítico (sociedades productoras), “que permiten analizar cómo influyen los factores culturales de la lateralidad poblacional”, para continuar estudiando sociedades formadas por neandertales, ya en el Paleolítico (sociedades cazadoras-recolectoras). Para realizar la investigación, ha desarrollado dos métodos. “El primero nos ha permitido deducir la lateralidad de un productor de hachas a partir de la morfología del corte de un hacha pulida, aplicable a materiales neolíticos y calcolíticos; el segundo, nos ha permitido establecer la lateralidad del tallista a partir de lascas, mediante el análisis de unas fracturas que en ocasiones se desarrollan en torno al punto de percusión, denominadas fracturas parabólicas (parabolic crack). A partir de esos métodos, hemos establecido los niveles poblacionales de lateralidad en diferentes momentos de la prehistoria, y su comparación con los niveles poblacionales actuales de diferentes sociedades, que nos han permitido entender mejor las asimetrías cerebrales, su evolución y su relación con el lenguaje”, indica el investigador de la UPV/EHU.
Para el Neolítico y Calcolítico se han estudiado una gran cantidad de útiles pulimentados de diversos yacimientos ubicados en Bizkaia, Álava y Navarra. En total, se han analizado los restos de 36 yacimientos (14 en Bizkaia, 21 en Álava y uno en Navarra), siendo en los yacimientos del Embalse de Urrunaga, en Legutiano (Álava), y el del Pico Ramos, en Muskiz (Bizkaia), donde más cantidad de hachas prehistóricas se han estudiado (24 y 10, respectivamente). En cuanto a los restos arqueológicos paleolíticos, el investigador Eder Dominguez analizó los niveles musterienses del abrigo de Le Moustier (40.000 años), y del nivel VII de Grotte Vaufrey (200.000 años aprox.), así como la secuencia completa del abrigo de Axlor (Dima, Bizkaia).
En el caso de las sociedades productoras, períodos Neolítico y Calcolítico, se estudiaron 100 hachas pulimentadas, y en las sociedades cazadoras-recolectoras, Paleolítico, se analizaron 690 lascas (412 en Le Moustier, 28 en Grotte Vaufrey y 250 en Axlor). Los resultados obtenidos indican que “los niveles poblacionales de lateralidad para sociedades cazadoras-recolectoras son de una ratio zurdo/diestro de 3/7, mientras que en las sociedades productoras estarían ligeramente más lateralizadas con una ratio zurdo/diestro 2,7/7,3, con una proporción de diestros algo mayor”, apunta.
Estas ratios distan algo de los de sociedades industrializadas, donde el porcentaje de personas zurdas varía entre un 5% y un 15%, dependiendo del nivel de industrialización. En cambio, son similares a los de sociedades cazadoras-recolectoras actuales. “A pesar de que existe un control genético de la lateralidad manual, cuestiones como la cultura, el estado socio-económico o incluso el sexo y la edad, influyen fuertemente en los niveles poblacionales y en la propia dominancia manual del individuo. Incluso el tipo de tarea que utilicemos para medirla, su naturaleza y su complejidad, influye sobre el sentido e intensidad de nuestra dominancia manual. Por lo tanto, debemos comparar con cautela la lateralidad manual de una población prehistórica con la de las actuales, y tener cuidado al contrastar las tareas con las que hoy en día se mide la dominancia manual (p. e. la escritura) con las que pudieran realizar nuestros antepasados”, aclara Domínguez.
Así, en base a los niveles de lateralidad detectados en las sociedades prehistóricas, formadas por individuos homo neandertales, “podemos deducir que su organización cerebral era adecuada a la producción del lenguaje articulado. Pero, aunque se conoce la relación entre la lateralidad y el lenguaje, no puede afirmarse que los individuos de las poblaciones estudiadas poseían lenguaje, únicamente puede decirse que existe evidencia de una organización cerebral capaz de poseerlo”, explica Eder Dominguez.
En un futuro, este método permitirá, mediante el estudio de más niveles arqueológicos, conocer la lateralidad en las poblaciones del pasado y su evolución a lo largo del paleolítico, para entender cómo han ido evolucionando las asimetrías cerebrales y aportar información al origen y desarrollo del habla en nuestro género.
Referencias:
Eder Dominguez-Ballesteros & Alvaro Arrizabalaga (2015) Laterality in the first Neolithic and Chalcolithic farming communities in northern Iberia Laterality: Asymmetries of Body, Brain and Cognition Vol. 20 , Iss. 3 doi: 10.1080/1357650X.2014.982130
EderDominguez-Ballesteros & Alvaro Arrizabalaga (2015) Flint knapping and determination of human handedness. Methodological proposal with quantifiable results Journal of Archaeological Science: Reports doi: 10.1016/j.jasrep.2015.06.026
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa
El artículo Zurdos prehistóricos se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El cielo sobre nuestras cabezas

Near Earth Asteroid 2012 TC4 fotografiado con el instrumento FORS2 del Very Large Telescope de la ESO.
El próximo día 12, jueves, el asteroide 2012TC4 pasará a 44.000 km de nuestro planeta. Es un objeto de tamaño similar (15-30 m) al meteorito del que surgió el superbólido que impactó en la zona de Chelyábinsk, Rusia, en 2013. 2012TC4 es uno de los miles Near Earth Objects (NEO, objeto cercano a la Tierra) que surcan los cielos.
Aunque el Sol acapara el 99,85% de la masa del sistema solar, numerosísimos objetos están sometidos a sus efectos gravitatorios, por lo que forman parte de su sistema. Vimos aquí los planetas con sus lunas, pero además de ellos, hay infinidad de pequeños y no tan pequeños objetos.
Los planetas enanos son cuerpos de menor tamaño que los planetas. Los reconocidos oficialmente hasta ahora son -ordenados por su distancia al Sol- Ceres (473 km de radio medio), Plutón (1.190 km), Haumea (620 km), Makemake (715 km) y Eris (1.163 km), aunque se cree que hay algunos cientos de objetos de similares características en zonas no exploradas aún del Sistema Solar.
De entre los considerados cuerpos menores, los asteroides son los de mayor tamaño. Se denomina así a los cuerpos rocosos que giran alrededor del Sol en órbitas interiores a las de Neptuno y que son menores que un planeta enano. Los cuerpos inferiores a 1 m se denominan meteoroides. La mayoría de los asteroides, cerca de dos millones, se encuentra entre las órbitas de Júpiter y Marte en el llamado “cinturón de asteroides”. Otros son los troyanos, asteroides que comparten la órbita de un planeta, aunque a distancia de aquel. La mayoría está en la órbita de Júpiter, en los puntos de Lagrange, dos regiones (una en cada punto) denominadas campo griego y campo troyano. Y otros asteroides, aunque muchos menos, cruzan las órbitas de los planetas.
Los cometas están constituidos por rocas, polvo y hielo. Orbitan el sol siguiendo trayectorias diferentes, la mayoría elípticas y muy excéntricas, lo que hace que cada mucho tiempo se acerquen al Sol. Como una parte de sus materiales sublima al aproximarse a la estrella, ya desde tan lejos como las órbitas de Júpiter o incluso Saturno, empiezan a generar una atmósfera -llamada coma o cabellera- y a medida que se acercan al Sol, el viento solar azota la coma y se produce la cola característica de esos cuerpos.
Además de los vistos hasta aquí, hay otros cuerpos menores. Los centauros tienen características intermedias entre asteroides y cometas, y sus órbitas son inestables. También están los objetos –formados por hielo, principalmente- del cinturón de Kuiper, que se encuentran más allá de Neptuno. Y otros, de los que apenas se conoce su existencia, más lejos aún, en los confines del sistema solar.
Algunos de esos objetos son, en un sentido muy real, parte del cielo que se encuentra sobre nuestras cabezas. Son los NEOs, como 2012TC4, y representan un cierto peligro para nosotros. Conocemos la existencia de 13.095 NEOs de más de 30 m de longitud. Cada cierto tiempo alguno de ellos alcanza nuestro planeta. Se estima que algo más de 50.000 rocas de más de 1 kg penetran en la atmósfera cada año. Muchos de esos objetos se destruyen en contacto con ella, arden o explotan por el calor generado debido al rozamiento. Pero 4.600 meteoritos de más de 1 kg alcanzan la superficie terrestre todos los años. No es de extrañar, por ello, que las agencias espaciales hayan puesto en marcha sistemas de detección de asteroides, ni que el único temor de los galos de la aldea de Asterix fuese que algún día el cielo cayese sobre sus cabezas.
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Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
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Una versión anterior de este artículo fue publicada en el diario Deia 24 de septiembre de 2017.
El artículo El cielo sobre nuestras cabezas se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El pasado 14 de septiembre de 2017 se celebró la primera edición de Naukas Pro, en el que Centros de Investigación, Laboratorios, científicos de renombre o equipos de trabajo contaron con 20 minutos para explicar a un público general en qué consiste su trabajo.
1ª Conferencia: Carlos Briones, investigador del Centro de Astrobiología (CAB-INTA/CSIC)
Carlos Briones explica los detalles de su trabajo en astrobiologíaEdición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por eitb.eus
El artículo Naukas Pro 2017: Carlos Briones y el origen de la vida se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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Diomedes y los albatros
La mitología griega es fuente de bellas historias dignas de ser contadas al calor del fuego y en buena compañía. Nos referimos a ese tipo de historias antiguas que se escuchaba en todo el mundo, a veces llevadas por los marinos de puerto en puerto y de taberna en taberna. No es raro pensar, que en ese mundo sin tecnología, en el que el conocimiento se encontraba solo en los libros y la transmisión era fundamentalmente oral, muchas de estas historias estuvieran relacionadas con el mar, con los marineros y con los seres que pueblan este medio.
La historia de hoy vuelve a unir la mitología con la biología, la leyenda con la ciencia, la fábula con la nomenclatura, y a los antiguos marineros griegos con las aves actuales. Para conocerla empecemos presentando a los personajes principales de esta narración. Será una historia no muy larga, pero que recordaremos por quedar anclada al nombre científico de una de las aves más emblemáticas de nuestro planeta.
Nuestro protagonista principal es Diomedes, un héroe griego, hijo de Tideo, que era rey de Etolia, una región montañosa en la costa norte del Golfo de Corinto, y de Deípile, princesa de Argos. Si pensamos que el incesto es un invento de series modernas en las que terminan por juntarse un sobrino con su tía, ya en esta historia clásica, Diomedes se desposó con su tía Egialea, aunque en otros relatos se habla de que era su prima. Importantes obras como la Ilíada de Homero o Las Metamorfosis de Ovidio dan cuenta de algunas de las aventuras de este héroe, como siempre rodeadas de épica, guerra y viajes.
Pero ¿por qué hemos elegido a Diomedes para protagonizar esta anotación? La respuesta la hallamos en la nomenclatura de los seres vivos, donde muchos nombres homenajean a personajes mitológicos, ya sean dioses, monstruos o héroes, y este es el caso de nuestro Diomedes. Existe una familia de aves, la familia Diomedeidae, que incluye a algunas de las aves más impresionantes de nuestro planeta, como son los comúnmente llamados albatros. Dentro de esta familia nos encontramos con cuatro géneros en los que se incluyen entre 13 y 22 especies, según diversos criterios taxonómicos. La UICN (la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) reconoce 22 especies en la actualidad. El nombre común, albatros, viene del portugués alcatraz, que en la actualidad da nombre a las aves el género Morus. La famosa prisión homónima situada en la isla también del mismo nombre fue bautizada así por las colonias de estas aves que allí habitaban, cuando el explorador español Juan Manuel Ayala la bautizó en 1775. Alcatraz a su vez viene del árabe al-câdous o al-ġaţţās, que significa pelícano o también buceador. Es posible que algunas aves marinas se puedan confundir entre sí, sobre todo para los profanos en la materia, pero el nombre alcatraz se aplicaba antiguamente a las fragatas, unas preciosas aves de color negro y buche rojo pertenecientes al género Fregata. La transformación de la palabra alcatraz en albatros, se debió probablemente a la inclusión del término albus, que significa blanco, para diferenciar a los albatros de las fragatas, puesto que ambas aves tienen colores opuestos.
Los albatros son unas magníficas aves que se encuentran entre las mayores voladoras de nuestro planeta, teniendo algunas especies la mayor envergadura alar entre las especies existentes en la actualidad. El mayor de todos es el albatros viajero, Diomedea exulans, que además fue el primer albatros en ser descrito, como no, por el gran Carl Von Linneo en 1758. Los albatros pueden alcanzar más de 1,30 m de altura, y cuentan con una increíble envergadura alar de entre 2,5 y 3,5 m, siendo 3,1 m el valor medio de la especie. Estas extraordinarias aves habitan en todos los océanos D. exulans habita en todos los océanos del hemisferio sur. Su dieta basada en pescado y marisco, hace que prefieran pescar en alta mar.
Pero volvamos al héroe Diomedes, que participó en varias guerras, ayudando entre otros a su abuela Eneo a defender Calidón, o a su padre a conquistar Tebas, pero su verdadero mito como guerrero se forjó en una batalla más conocida: la guerra de Troya. Diomedes fue el encargado de ir a buscar a Aquiles a la isla de Esciro junto a Ulises y ambos lo trajeron de vuelta. Aportó muchas naves al ejército y combatió junto a Aquiles, siendo uno de los protagonistas de esta historia y participando en mil conspiraciones que implicaban a personajes como Agamenon, Príamo, Menelao y Filoctetes. Fue uno de los guerreros que iba en el interior del famoso Caballo de Troya, y una vez dentro de la ciudad, eliminó a un montón de soldados enemigos.
En la narración que hace Homero en la Ilíada, Diomedes era un fiero luchador que fue capaz de luchar contra dos de los mejores guerreros troyanos a los que venció, e incluso se atrevió con la diosa Afrodita a la que hirió en combate. Solo la intervención de Apolo, que intercedió por la diosa y por los troyanos, los salvó de la ira de Diomedes. Y en el fragor de la batalla también se enfrentó al temible Ares, al que consiguió herir con la ayuda de Atenea, que estaba de su parte. Diomedes hirió en el costado a Ares, lo que hizo que el dios se retirara al Olimpo. A partir de ese momento, Zeus prohibió a los dioses intervenir en las disputas de los hombres. En la Divina Comedia, de Dante, concretamente en el Infierno, Diomedes y Ulises aparecen como condenados por, entre otras cosas, haber urdido el plan del Caballo de Troya, y haber convencido a Aquiles de participar en la guerra a sabiendas de que éste iba a morir.
Parece por la obra de Dante que nuestro héroe y Ulises eran dos buscavidas que terminaron ardiendo en el infierno por sus múltiples pecados. Entre Ulises y Diomedes debía haber una relación de amistad bastante entrañable, rozando la simbiosis, por usar un término biológico. Por extraño que nos pueda parecer, las aves del género Diomedes también pueden establecer una relación beneficiosa con otros organismos, aunque la pareja formada sea bastante extraña. Los peces luna del género Mola mola, pueden alcanzar tamaños bastante espectaculares, pero suelen ser bastante vulnerables a los parásitos. Se han visto albatros de Laysan localizando y persiguiendo activamente a estos peces, para arrancar de su piel crustáceos con los que alimentarse cuando los alcanzan. El ave Diomedes obtiene así comida, mientras que el pez Ulises, consigue una limpieza desparasitadora por parte de su compañero.
Nuestro Diomedes aviano, el albatros viajero o errante, Diomedea exulans, es un ave de plumaje blanco en los machos adultos y con las plumas primarias negras. Su pico es largo, de color amarillento-rosado, y sus patas son palmeadas. Las hembras son más pequeñas, y tienen algunas plumas color café. Las crías tienen un plumaje en general más pardo. El Diomedes héroe no cuenta con muchas descripciones, pero podemos imaginar que era un hombre fornido y de buena planta. Se dice de él, que su protectora, Atenea, le infundió valor y audacia y provocó que de su casco y de su escudo saliera una incesante llama parecida al sol de otoño.
Una de las características por la que se conoce a los albatros es por ser monógamos de por vida. No es algo excepcional en las aves, pero el caso de los albatros tiene matices que hacen que lo incluyamos entre los monógamos más notorios de la naturaleza. En el caso de fallecimiento de un miembro de la pareja, el otro decidirá no reproducirse hasta formar una nueva pareja, pudiendo tardar varios años para ello. Se reproducen cada dos años, alcanzando la madurez sexual cuando cuentan con unos 10 años de edad. Los albatros suelen anidar en islas donde construyen un nido con plumas, musgo y excrementos en áreas separadas entre sí más de 20 m. La hembra pone un único huevo, que ambos padres cuidan y empollan con sumo cuidado hasta su eclosión, 80 días más tarde. Cuando tienen que volver a aparearse y se produce una nueva puesta, es habitual que lo hagan en el mismo nido, que puede servir a este propósito durante toda su vida.
En cuestiones de fidelidad, por lo visto Diomedes era un hombre bastante íntegro, que a pesar de sus muchos viajes y la gran cantidad de tiempo que pasaba entre una y otra aventura, era fiel a su esposa, Egialea. Con ella tuvo dos hijos llamados Diomedes y Amphinomus, pero a pesar de ello, los relatos no hablan de una correspondencia al mismo nivel de su esposa. No nos debe extrañar que los textos antiguos, y no tanto, culparan a la mujer de los males de los hombres, y en cuestiones de fidelidad el aura de héroe de Diomedes no se vio empañada, y la culpa recayó en la esposa. Se cuenta que tras la guerra de Troya, Diomedes llegó a Libia por accidente, debido a una tormenta, donde fue capturado y estuvo a punto de ser sacrificado a Ares por el rey Lycus. La hija del rey, Callirrhoe, prendada de los encantos del héroe le ayudo a escapar, intentando con ello ganárselo, pero Diomedes, no quiso engañar a su esposa, y la dejó sola, marchándose del lugar sin llevarla. La muchacha desilusionada terminó suicidándose tras el desengaño.
Mientras nuestro héroe luchaba en las guerras de Troya, su esposa estaba esperándolo, pero la mujer terminó por sucumbir y engañó a Diomedes con varios hombres. Según algunos relatos, en realidad la fidelidad de Egialea era inquebrantable, como supuestamente de los albatros, pero la diosa Afrodita, en venganza por las heridas que recibió del marido durante la batalla, engatusó a la mujer encendiendo la pasión por otros hombres en su corazón, de tal manera que terminó por engañar a Diomedes bajo los efectos del hechizo de la diosa. Y no quedó ahí la venganza de Afrodita, ya que cuando Diomedes llegó de vuelta a Argos a buscar a su esposa, se encontró con que su ésta había vuelto a toda la población en su contra, e incluso tuvo que refugiarse en un templo para evitar ser asesinado. Por culpa de Afrodita, o no, la mujer era la mala de esta historia, siendo Diomedes el pobre marido caído en desgracia víctima de la infidelidad, pero fijémonos de nuevo en los Diomedes avianos, puesto que entre ellos no es nada raro ser infiel. Un momento, ¿no habíamos hablado antes de monogamía? Efectivamente, una cosa no quita la otra. De acuerdo con un estudio, más del 10 por ciento de los polluelos de albatros observados habían sido engendrados por otros machos diferentes a los de las parejas reproductoras. En otro estudio se encontró que algunas hembras tuvieron relaciones sexuales con más de 40 machos diferentes en un período de siete semanas, y que en los machos se daba un índice parecido de promiscuidad. Eso sí, cada ejemplar se queda comprometido a ayudar a su pareja a criar a los polluelos, incluso aquellos que han sido engendrados por otros albatros.
No se habla en ningún lugar de los relatos de Diomedes de si alguna vez tuvo alguna conducta homosexual, pero entre las aves y sobre todo entre los albatros, no es raro que se formen parejas del mismo sexo. Concretamente en la isla hawaiana de Oahu se encontró que un 31 por ciento de las parejas que habitan allí eran asociaciones hembra-hembra. Es cierto que la proporción de machos es mucho menor, por lo que de esta manera las hembras consiguen emparejarse para criar a los pollos juntas.
La tradición cultural ha representado siempre a Diomedes como un hombre excepcional, fiel, recto, bastante inteligente y astuto, y lleno de virtudes. Entre esas virtudes heroicas se encuentran unas habilidades de combate sobresalientes, gran valentía, tácticas de guerra, capacidad de liderazgo, humildad y autocontrol, además de contar con la protección y el consejo de la diosa Atenea. Los albatros de nuestro mundo real son unas aves excepcionales también en muchos sentidos. Al contrario que otras aves del mismo orden cuentan con dos narinas tubulares a ambos lados del pico, que les permiten tener un sentido del olfato muy desarrollado, algo poco habitual entre las aves. Como les ocurre a otras aves marinas, los albatros necesitan bajar el contenido de sal que se acumula en su cuerpo, debido a que ingieren agua de mar mientras se alimentan. El órgano encargado de ello es la glándula de la sal, que se sitúa encima de sus ojos y vierte en las fosas nasales. Sus patas también son diferentes a las de otras aves, puesto que no tienen un dedo opuesto en la parte posterior, y los tres dedos anteriores están totalmente unidos por una membrana interdigital, que facilita que puedan nadar, posarse o despegar en el agua. Estas extremidades también son extremadamente fuertes para que estos animales puedan desplazarse perfectamente en tierra firme, puesto que se trata de aves de más de 10 kg de peso.
Pero, ¿qué relación justifica este post y el hecho de que la familia y el género de los albatros lleve el nombre de este héroe mitológico? Pues buceando en estas historias antiguas podemos encontrarnos varios finales diferentes a la vida de Diomedes. En uno de ellos se cuenta que este personaje nunca llegó a volver a Argos en busca de su esposa, ya que algunos de sus compañeros de viaje fueron transformados en aves marinas que lo atormentaron continuamente con sus picotazos, impidiendo su vuelta. La artífice de esta transformación mágica fue Afrodita, convertida aquí en la bruja mala del cuento, que seguía pensando en la venganza por las heridas sufridas en batalla. Esta claro que esas aves marinas en las que fueron convertidos los compañeros de Diomedes eran albatros, aves de gran porte, surgidas la transformación de unos humanos castigados a torturar a su compañero por haber osado enfrentarse a una diosa.
Otro final más bonito nos lo encontramos en la isla San Nicola, en el archipiélago Tremiti, donde hay una tumba del período helénico llamada Tumba de Diomedes. Asociada a ella está la leyenda de que la diosa Afrodita, aquí bondadosa y benevolente, viendo a los hombres de Diomedes llorar tan amargamente cuando este falleció, los transformó en pájaros, en albatros, para que pudieran estar de guardia en la tumba de su héroe. Hay una película de Federico Fellini, Ocho y medio (8½), en la que un personaje vestido de cardenal le cuenta esta historia al actor Marcello Mastroianni. Entre los marineros se piensa que los albatros son un ave de buen augurio y el hecho de matar o dañar a uno de ellos podría significar un desastre o una desgracia para quien lo haga, puesto que se supone que contienen las almas de los marineros muertos en el mar.
Pero antes de fallecer, Diomedes y según el final más amable, vivió una larga vida, ya fuera como un valeroso héroe o como un rey, aunque no sabemos exactamente cual fue su longevidad. En el mundo de los albatros, la longevidad es otra de las características propias de estas majestuosas aves. En 2013, una hembra de albatros de la especie Phoebastria inmutabilis saltó a la prensa al descubrirse que aún ponía huevos y criaba polluelos a los 63 años. Se piensa que en general estas aves alcanzan los 60 años, e incluso los 70.
La mitología de pueblos antiguos, como los griegos, homenajea a estas aves en sus relatos, pero otras culturas muy diferentes también los tuvieron en cuenta de otras maneras. Los maorís usaban huesos de las alas de los albatros para grabar sus típicos tatuajes ceremoniales y también para tallar flautas. En nuestra cultura podemos encontrar referencias a los albatros en el famoso poema Rime of the Ancient Mariner (Balada del viejo marinero), de Samuel Taylor Coleridge o en el poema de Charles Baudelaire titulado El albatros. Pero a pesar de todo ello, los albatros no se han librado de la presión humana. Polinesios y aleutas los cazaron hasta hacerlos desaparecer de sitios como la Isla de Pascua, lo mismo que los marineros europeos, que los mataban y se los comían, puesto que dejar pasar un ave de semejante tamaño no era una opción en momentos de hambre, a pesar de los mitos que comentábamos antes. Lo peor es que también los cazaban por simple diversión o morían como víctimas del comercio de plumas. Tres de las especies de albatros actuales están en peligro crítico de extinción: el albatros de Ámsterdam (Diomedea amsterdamensis), el albatros de Tristán (Diomedea dabbenena) y el albatros de las Galápagos (Phoebastria irrorata). Los dos primeros pertenecen al genero en homenaje al héroe protagonista de este post, pero el último pertenece al género Phoebastria, otra ofrenda taxonómica a la mitología.
Phoebe, o Febe, era una princesa de Troya, hermana de la famosa Helena de Troya, que aparece en algunos relatos mezclada con Diomedes. Se supone que Héctor quería usar a la chica, de gran belleza, para casarla con algún rey griego, y así desalojar a los soldados que asediaban la ciudad. Recordemos que Diomedes era hijo de la princesa de Argos, por lo que con el tiempo acabo convirtiéndose en rey de esta ciudad griega. El rey Príamo de Troya arregló el matrimonio de Phoebe con Diomedes, y aunque este se llevó a cabo, este no se llegó a consumar, y Diomedes volvió a Argos, habiendo desposado una reina que se quedó tras los muros de Troya. En esta historia Diomedes no es tan fiel como los albatros, pues no dudo en casarse a pesar de tener otra esposa esperándolo en Argos.
El género Phoebastria, incluye cuatro especies además del albatros de las Galápagos, P. irrorata, el albatros de cola corta, P. albatrus, el albatros de patas negras, P. nigripes, y el albatros de Laysan, P. immutabilis. También hay otro género con dos especies que repite homenaje a la bella Phoebe, Phoebetria, con dos especies de albatros, el albatros oscuro, P. fusca, y el albatros tiznado, P. palpebrata.
No quedan aquí los homenajes mitológicos, puesto que el último de los géneros de albatros que nos queda por analizar, Thalassarche, saca su nombre de una antigua deidad marina, Talasa, o Thalasa, hija de Éter y Hemera, y personificación del Mar Mediterráneo. El equivalente latino de su nombre era Mare, de donde viene la palabra mar. Son cinco las especies de albatros que se incluyen en él: el albatros clororrinco, T. chlororhynchos, el albatros cabecigrís, T. chrysostoma, el albatros de Buller, T. bulleri, el albatros ojeroso, T. melanophris, y el albatros frentiblanco, T. cauta.
Diomedes es el nombre del héroe griego por excelencia, que debido a sus hazañas ha sido recordado en mitos y leyendas e incluso homenajeado en la nomenclatura binomial de los seres vivos. Pero todo depende de la historia que escuchemos o la fuente que leamos. Diomedes podía ser un héroe griego, o el rey de Argos, o uno de los pretendientes de Helena de Troya. También podía ser el marido de su tía o de la princesa Phoebe; un héroe para sus hombres o un incordio para los dioses, incluso hay un monstruo mitológico, anterior a nuestro Diomedes, que lleva el mismo nombre, un terrible gigante hijo de Ares que tenía cuatro caballos devoradores de hombres, que tuvieron que ser atrapados por Hércules en su octavo trabajo. No importa, en nuestro caso nos ha servido de excusa para hablar de unas majestuosas aves que pueblan nuestro cielo, los albatros, unas gaviotas inmensas que con su envergadura nos recuerdan que los seres vivos de nuestro planeta son maravillosos. Los cielos de la antigüedad estaban llenos de héroes y dioses, mientras los nuestros, aún hoy en día, afortunadamente siguen poblados de estas aves, que casi sin importar su tamaño consiguieron dominar el arte de volar.
P.D. No hemos nombrado durante la historia a uno de los compañeros de Diomedes en sus viajes y aventuras, Rhetenor, que da nombre a otro grupo de seres vivos, un género de arañas saltícidas, pero eso ya es historia para otro post mito-biológico.
Este post ha sido realizado por Carlos Lobato (@BiogeoCarlos) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Referencias científicas y más información:
– Young, L. C., Vanderwerf, E. A., Smith, D. G., Polhemus, J., Swenson, N., Swenson, C., … & Conant, S. (2009). Demography and natural history of Laysan Albatross on Oahu, Hawaii. Wilson Journal of Ornithology, 121(4), 722-729.
– Jouventin, P., Charmantier, A., DUBOIS, M. P., Jarne, P., & Bried, J. (2007). Extra‐pair paternity in the strongly monogamous Wandering Albatross Diomedea exulans has no apparent benefits for females. Ibis, 149(1), 67-78.
– Jones, M. G. W., Techow, N. M., & Ryan, P. G. (2012). Dalliances and doubtful dads: what determines extra-pair paternity in socially monogamous wandering albatrosses?. Behavioral ecology and sociobiology, 66(9), 1213-1224.
– Zuk, M., & Bailey, N. W. (2008). Birds gone wild: same-sex parenting in albatross. Trends in ecology & evolution, 23(12), 658-660.
– Elie, J. E., Mathevon, N., & Vignal, C. (2011). Same-sex pair-bonds are equivalent to male–female bonds in a life-long socially monogamous songbird. Behavioral Ecology and Sociobiology, 65(12), 2197-2208.
– http://www.viajeroerrante.com/historia-de-alcatraz/
– https://es.wikipedia.org/wiki/Diomedea_exulans
– https://en.wikipedia.org/wiki/Wandering_albatross
– https://es.wikipedia.org/wiki/Morus_(animal)
– http://www.seo.org/wp-content/uploads/tmp/docs/vol_41_1_primero.pdf
– http://universofeliu.blogspot.com.es/2013/05/diomedes-heroe-de-los-aqueos-en-la.html
– http://portalmitologia.com/diomedes
– https://en.wikipedia.org/wiki/Aegiale_(wife_of_Diomedes)
– https://en.wikipedia.org/wiki/Metamorphoses
– https://en.wikipedia.org/wiki/Iliad
– http://insolitanaturaleza.blogspot.com.es/2013/05/albatros-errante-o-albatros-viajero.html
– https://books.google.es/books/about/The_Trojan_War.html?id=7X5oO-H4DakC&redir_esc=y
– http://www.spaceyserver.com/troybios/phoebe.html
– http://www.theoi.com/Protogenos/Thalassa.html
– https://es.wikipedia.org/wiki/Thalassarche
– http://www.albatrospedia.com/curiosidades/
– http://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/diomedes/
El artículo Diomedes y los albatros se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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El triaje de la verdad: no aceptes la opinión de los expertos pasivamente
Julian Baggini

“Ahora, imaginate a tí mismo…”. Foto cortesía de NASA/JPL/Caltech
La sed de conocimiento es uno de los más nobles apetitos de la humanidad. Nuestro deseo de saciarlo, sin embargo, a veces nos lleva a tragar falsedades embotelladas como verdad. La llamada Edad de la Información es con demasiada frecuencia una Edad de la Desinformación.
Hay tanto que no sabemos que renunciar a los expertos sería ir más allá de nuestra propia competencia. Sin embargo, no todo el que se afirma ser un experto es uno, por lo que cuando no somos expertos nosotros mismos, podemos decidir quién cuenta como experto solo con la ayuda de las opiniones de otros expertos. En otras palabras, tenemos que elegir en qué expertos confiar para decidir en qué expertos confiar.
Jean-Paul Sartre capturó la inevitable responsabilidad que esto nos impone cuando escribió en L’existentialisme est un humanisme (1945): “Si buscas consejo, por ejemplo de un sacerdote, has seleccionado a ese sacerdote; y en el fondo ya sabías, más o menos, lo que aconsejaría.”
La interpretación pesimista de esto es que el recurso a la pericia es, por tanto, una farsa. Los psicólogos han demostrado repetidamente el poder del razonamiento motivado y del sesgo de confirmación. Las personas seleccionan las autoridades que apoyan lo que ya creen. Si la opinión de la mayoría está de su parte, citarán la cantidad de pruebas que las respaldan. Si la mayoría está en contra de ellas, citarán la calidad de las pruebas que las respaldan, señalando que la verdad no es una democracia. Este es el paraíso de un escéptico: todo se puede dudar, nada es seguro, a todo se le puede dar la vuelta.
Pero puede que no todo esté perdido. No tenemos que arrojarnos a lo que René Descartes describió como un torbellino de dudas. He aquí una simple heurística de tres pasos que he denominado “El Triaje de la Verdad” que nos puede dar una forma de decidir a quién escuchar acerca de cómo es el mundo. Al igual que un sistema de triaje en la unidad de accidentes y emergencias de un hospital, está diseñado para llevarte a la persona adecuada para estado en el que te encuentras. No es infalible; no es una alternativa a pensar por ti mismo; pero al menos debería impedir que cometiésemos algunos errores evitables.
El triaje plantea tres preguntas:
· ¿Hay expertos en este campo?
· ¿Qué tipo de expertos en esta área debo elegir?
· ¿Qué experto en particular vale la pena escuchar aquí?
La primera etapa pregunta si el área es una en la que pueda existir algún tipo de pericia.. Si no eres religioso, por ejemplo, entonces ningún teólogo o sacerdote puede ser un experto en la voluntad de Dios.
Si hay la posibilidad de una pericia genuina, la segunda etapa es preguntar qué tipo de experto es fiable en ese área. En salud, por ejemplo, hay médicos con formación médica estándar, pero también herboristas, homeópatas, quiroprácticos, curanderos reiki. Si tenemos buenas razones para descartar cualquiera de estas modalidades entonces podemos descartar a cualquier practicante en concreto sin necesidad de hacerles una evaluación personal.
Una vez que hemos decidido que hay grupos de expertos en un área, la tercera etapa de triaje es preguntarnos de quiénes fiarnos en concreto. En algunos casos, esto es bastante fácil. Cualquier dentista cualificado debe ser lo suficientemente bueno, y es posible que de todos modos no podamos permitirnos ponernos quisquillosos y elegir. Cuando se trata de albañiles, sin embargo, algunos son claramente más profesionales que otros.
Las situaciones más difíciles son aquellas en las que el área admite diferencias significativas de opinión. En medicina, por ejemplo, hay un montón de pericia genuina, pero el estado incompleto de la ciencia nutricional, por ejemplo, significa que tenemos que tomar muchos consejos con un poco de escepticismo, incluyendo lo grande que debe ser ese poco.
Este triaje es un proceso iterativo en el que cambios de opinión en un nivel conducen a cambios en otros. Nuestras creencias forman complejas redes holísticas en las que las partes se apoyan mutuamente. Por ejemplo, no podemos decidir aisladamente si se puede existe la pericia en algún área determinada. Tendremos inevitablemente en cuenta las opiniones de los expertos en los que ya confiamos. Cada nueva juicio retroalimenta, alterando el siguiente.
Tal vez el principio más importante a aplicar a lo largo del triaje es la máxima del filósofo escocés del siglo XVIII David Hume: “Un hombre sabio … proporciona su creencia a las pruebas.” La confianza en los expertos siempre tiene que ser proporcionada. Si mi electricista me advierte de que tocar un cable me electrocutaría, no tengo ninguna razón para dudar de ella. Cualquier pronóstico económico, sin embargo, debe ser visto como indicador de una probabilidad en el mejor de los casos, una conjetura con cierta base en el peor.
La proporcionalidad también implica conceder solo tanta autoridad como haya dentro del área de un experto. Cuando un eminente científico opina sobre ética, por ejemplo, está excediendo su ámbito profesional. Lo mismo podría decirse de un filósofo que habla de economía, así que ten cuidado también con parte de lo que he escrito.
Este triaje nos da un procedimiento, pero no un algoritmo. No nos dispensa de la necesidad de hacer juicios, simplemente proporciona un marco para ayudarnos a hacerlo. Para seguir adecuadamente el mandato ilustrado de Immanuel Kant “Sapere aude” (Atrévete a saber), debemos fiarnos tanto de nuestro propio juicio como del el juicio de otros. No debemos confundir pensar para nosotros mismos con pensar por nosotros mismos. Tomar la opinión de los expertos en serio no es pasar la pelota. Nadie puede decidir por ti, a menos que decidas dejar que lo hagan.
Sobre el autor: Julian Baggini es escritor y el editor fundacional de The Philosophers’ Magazine.
Texto traducido y adaptado por César Tomé López a partir del original publicado por Aeon el 2 de octubre de 2017 bajo una licencia Creative Commons (CC BY-ND 4.0)
El artículo El triaje de la verdad: no aceptes la opinión de los expertos pasivamente se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.
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